La Basílica Catedral de Puebla abrió, por única ocasión en el año, la Cripta de los Obispos, espacio que se encuentra debajo del ciprés del Altar Mayor, donde reposan los restos mortales de 13 de los 35 obispos y seis arzobispos que guiaron a la iglesia católica en la región.
Entre los obispos sepultados en la cripta se encuentran: Fray Julián Garcés, primer obispo de Puebla y quien estuvo al frente de la diócesis entre 1527 y 1542; Salvador Bienpica y Sotomayor, obispo de 1790 a 1802; y los arzobispos Pedro Vera y Zuria, quien encabezó la diócesis de 1924 a 1944; de los hermanos José Ignacio y Octaviano Márquez y Toriz, quienes estuvieron al frente de la iglesia poblana entre 1945 y 1950, así como de 1951 a 1975, respectivamente.
En la misma cripta reposan los restos mortales de Rosendo Huesca Pacheco, octavo arzobispo de Puebla y quien estuvo al frente de la arquidiócesis de 1976 a 2009, antecesor del actual arzobispo, Víctor Sánchez Espinosa.
Los restos de los otros obispos se encuentran en diferentes sitios de la Catedral, como el caso de Don Francisco Pablo Vázquez Vizcaíno, quien encabezó la diócesis de 1831 a1847, sepultado a los pies del altar de San José con la leyenda “fieles, rogad por mí, pecador”.
En tanto, los restos de Ramón Ibarra y González, primer arzobispo de Puebla entre los años 1902 y 1904 descansan en la Capilla de Nuestra Señora de Guadalupe.
Francisco Vázquez Ramírez, rector de la Catedral de Puebla, explicó que, como una tradición, cada 2 de noviembre, los fieles pueden visitar la Cripta de los Obispos para pedir por el eterno descanso de quienes fueron obispos y arzobispos de la arquidiócesis.
Comentó que algunos de los obispos de Puebla no se encuentran sepultados en la Catedral de Puebla ya que fueron trasladados en vida a otras sedes episcopales.
Recordó que fue el beato Juan de Palafox y Mendoza, obispo de Puebla, quien ordenó el traslado de los restos de sus predecesores a la cripta, después de que él mismo reinició los trabajos de construcción de la Catedral, la cual, fue consagrada en 1649.
Víctor Sánchez Espinosa, arzobispo de Puebla, comentó que este 2 de noviembre fueron recordados todos los difuntos, entre ellos, a quienes encabezaron la arquidiócesis de Puebla en diferentes épocas.
Resaltó que, cada año, se refuerzan las tradiciones y, en esta ocasión, en las comunidades se contempla a quienes migraron y, lamentablemente, perdieron la vida en su intento por mejorar las condiciones de vida de sus familiares.
“La Fiesta de los Fieles Difuntos es recordarlos, hacer memoria de ellos, tenerlos presentes en nuestras fiestas y, ahora, las comunidades contemplan a quienes a los hijos ausentes de la comunidad. En sus fiestas siempre están presentes los hijos ausentes”, destacó.
Recordó que la tradición de rezar por los muertos se remonta a los primeros tiempos del cristianismo, en donde ya se honraba su recuerdo y se ofrecían oraciones y sacrificios por ellos.
“De alguna forma, cuando una persona muere, ya no es capaz de hacer nada para ganar el cielo;
sin embargo, los vivos sí podemos ofrecer nuestras obras para que el difunto alcance la salvación”, explicó.
AFM