La primera vez que se quemó la legendaria disco Baby’O —el 8 de diciembre de 1998—, Eduardo Cesarman y Rafael Villafañe, los propietarios, la reconstruyeron en menos de un mes. Para este segundo incendio, ocurrido la noche del miércoles pasado, el par de empresarios debe estar pensando en dónde cobrar el seguro.
Primero porque este incendio, a diferencia del anterior, no lo provocó una chispa de soldadura, sino la gasolina que, por toda la disco, derramaron un par de matoncillos de cuarta. Y segundo, y más importante, porque las finanzas del Baby’O no están como en sus mejores tiempos, cuando abrieron una decena de sucursales por todo el país.
“En las redes sociales, los encargados de la disco estuvieron pidiendo a los acapulqueños una ayuda económica por la situación de la pandemia, pero como la Baby siempre fue bien clasista, casi nadie de aquí les tendió la mano”, cuenta Ángela, un empresaria local que prefirió cerrar su negocio sobre la Costera antes que pagar derecho de piso que le pedía uno de los tantos grupos delincuenciales que azotan a Acapulco. “Hasta donde sé, la disco ya estaba cerrada”.
B, un fotógrafo que solía trabajar de paparazzi afuera del Baby’O, desconoce si la disco estaba cerrada. Lo que él recuerda son aquellos días de finales de los noventa y principios del milenio en que perseguía a actrices, cantantes y deportistas. “Como la seguridad era muy estricta, a veces me hospedaba en el Amarea Acapulco, el que está enfrente, y usaba un telefoto que compré en Estados Unidos”, dice y evoca a quienes fotografió: Belinda, José José, Juan Gabriel, Sylvester Stallone, Luis Miguel (el cliente más constante), Carlos Slim Domit (el segundo cliente), Peña Nieto (cuando éste era gobernador del Estado de México) y hasta a Miguel Alemán Magnani (hoy prófugo de la justicia mexicana).
“Nunca entré a la Baby porque ni tenía los tres mil pesos que en promedio uno se gastaba, ni porque soy rubio, pero sí veía cuando llegaban los Ferrari, los Jaguar y los Lamborghini. Pura gente rica. Tampoco estuve esa noche que sacaron a una chava porque iba con sus pantalones rotos, pero luego supe que esa chava era Estefanía de Mónaco. Así de mamones eran en el Baby’O”, cuenta B, quien dejó de perseguir a la gente afuera de la disco el 6 de agosto de 2012. Lo recuerda muy bien porque esa mañana, a la vuelta de la disco, incendiaron un par de taxis y él llegó con su cámara. “Los policías comenzaron a pegarme y tuve que borrar la fotos. Eran policías que trabajaban para la maña”.
La maña, por cierto, también visitó el Baby’O.
“Dicen que iban los Beltrán Leyva, pero yo sólo supe de la Barbie (Édgar Valdez Villarreal)”, dice un reportero local que se las sabe todas. “Fue por el 2007, cuando vivía en Las Brisas y hasta bares tenía en el centro de Acapulco”.
En un reportaje sobre la Baby’O publicado en la revista Quién, los encargados aceptan que la clientela de la disco ya no fue la misma desde que se instaló la violencia en el puerto. Pero la Baby’O ya había tenido su episodio violento el 8 de marzo de 1984.
Ese día, escoltas de Carmen Romano, esposa del entonces presidente José López Portillo, acosaron a la nuera del jefe de la policía vial de Acapulco. El novio golpeó a uno de los escoltas y, acto seguido, le dispararon y lo mataron. La Baby’O fue clausurada. Cuenta la leyenda que fueron Alfredo del Mazo González, entonces gobernador del Estado de México, y Mario Moya Plascencia, entonces secretario de Gobernación, quienes abogaron por el médico Theodore Cesarman, el padre de uno de los dueños. La Baby’O abrió a las horas siguientes.
Hoy no han matado a nadie en la Baby’O, por fortuna. Pero está completamente quemada y las finanzas están cojas para seguir manteniendo a las 80 familias que dependen de la disco. “Los empresarios hubiéramos ayudado a la Baby, pero estamos igual de jodidos”, dice Ángela. “Los negocios sobre la Costera están en la decadencia: primero por la delincuencia, que diario piden cuota, y segundo por la pandemia”.
—¿Qué pensó cuando supo la noticia del incendio de la disco?
—En nada, porque nos hemos convertido en un sálvense quien pueda. Acá tiro por viaje hay amenazas y atentados, pero ya no salen en las noticias.
La disco que fue inaugurada el martes 28 de diciembre de 1976, con la presencia de Roy Halston y de etiqueta rigurosa. Donde la primera canción que se escuchó fue Jungle Boogie. La disco que en 1977, a punto de la quiebra, revivió con un bacanal para extranjeros que terminó en los jacuzzis hasta la mañana siguiente. La que pisó el grupo Tavares, Brook Shields, las Spice Girls, Tony Curtis, Elizabeth Taylor, Michel Jordan, Pierce Brosman, Bono, Rod Stewart, Julio César Chávez y Hugo Sánchez. La que se transformaba en un gran cuarto de hotel. Esa cuyo lema era: “Sólo hay un Acapulco, sólo hay una Baby’O”, se incendió pasadas las nueve de la noche del miércoles 29 de septiembre y no, no parece que vaya a volver a abrir pronto.
ledz