Derivado de la inseguridad en las calles de Chihuahua, en lo que va del año se han suscitado 42 feminicidios y cada mes son alrededor de cuatro mujeres asesinadas en la entidad, de acuerdo con el Secretariado Ejecutivo del Sistema Nacional de Seguridad Pública.
El asesinato de la niña Camila, de tan solo 7 años ocurrido el pasado 27 de octubre en la ciudad de Chihuahua capital, conmocionó a la ciudadanía por la saña con la que el chofer de la empresa Uber, Juan Manuel N, secuestró violó y asesinó a la menor.
Este último caso cuestionó las garantías respecto a la movilidad con la que se desplazan las mujeres en el estado, toda vez que días más tarde la joven Aristeli Aguirre, de 16 años, fue abusada sexualmente, asesinada a golpes y encontrada en un canal de captación de agua de un parque en la colonia Riberas de Sacramento, al norte de la ciudad.
De acuerdo con organizaciones defensoras de las mujeres, el acoso sexual callejero es el más visible de todos y la antesala para delitos tan crueles como el abuso, la trata de personas o el feminicidio.
“El hecho de que tengamos tan normalizado que en las calles nos puedan echar el piropo, nos puedan decir cosas y no lo vemos como un nivel de riesgo, entonces podríamos estar enfrente de una situación como la que le pasó a esta niña Camila y no hacer nada no verlo como algo que puede abrir la puerta a muchos otros delitos de alto impacto”, denunció Verónica Terrazas, directora de la organización Alma Calma.
Las cifras anteriores corroboran los riesgos que corren las mujeres en los espacios públicos, semipúblicos e incluso privados sin importar la edad, pues de acuerdo al Instituto Nacional de las Mujeres (Inmujeres)
siete de cada 10 son acosadas en la vía pública y 40 por ciento han sufrido algún tipo de abuso.
De acuerdo con la especialista, este tipo de acoso es una acción de poder no disimulada, la cual afecta a niñas desde los ocho años, ya que es ese conjunto de prácticas de connotación sexual ejercidas por una persona desconocida en espacios como la calle, el transporte, dentro de una universidad o centro comercial. Es decir, no se tiene que estar en el asfalto para que ocurra.
Indicó que el acoso es considerado una violencia de género, ya que es una práctica no deseada que genera un impacto psicológico negativo y que las personas, especialmente a las mujeres, son quienes pueden vivirlo varias veces al día.
“Es una acción unilateral donde al acosador no le interesa tener una conexión con la persona que su víctima. El acoso, lastimosamente, se ha normalizado tanto que no solo los albañiles estereotipados lo hacen; puede hacerlo una persona con un doctorado o maestría, vestido de traje y con un carro del año”, dijo.
MILENIO entrevistó a mujeres de Chihuahua, quienes señalaron temor por no poder transitar en las calles libres y seguras.
“Mi último acoso fue hace tres semanas, fue cuando iba en el autobús de la escuela y el chico se me insinuó mucho tiempo, estuvo molestándome hasta el punto de que agarró mi mano y quiso que tocara su pene”, subrayó, Aileen, estudiante de 17 años.
Defensoras de mujeres, urgen estrategias que acaben de raíz con el problema, al resaltar que un simple acoso callejero puede derivar en un feminicidio, delito el cual tiene apenas un año de tipificado en el estado de Chihuahua.
Acciones
Botón de pánico
Ante la incesante violencia de género, el ayuntamiento de Ciudad Juárez colocó a principios de diciembre botones de pánico dentro del circuito del corredor seguro que coordina el Instituto Municipal de las Mujeres.
Imagen 360
Estos disponen de conexión a internet, fuente de energía eléctrica para conectar teléfonos celulares y una cámara de 360 grados para observar a la persona que accione el botón y su entorno.