Desde hace dos años, en Tula la desgracia se quedó de inquilina, pues al miedo de una nueva inundación sigue latente y además las obras de mitigación han provocado que aunque no haya desbordamientos haya afectaciones pues hicieron que el río aumentara su margen y esto ha hecho que se desgajen laderas y tumbe viviendas.
En la calle poniente de la Unidad Habitacional PEMEX, una casa colapsó hace unos días y en dos más, sus habitantes fueron notificados el pasado lunes del riesgo y deben desalojar.
“Aunque no ha habido inundaciones, ha habido todavía pérdidas materiales de vivienda, esta casa se siniestro el viernes de la semana pasada aproximadamente, pero están en riesgo varias”, señaló Berenice Pecina, presidenta de la Gran Asamblea de Damnificados en entrevista con MILENIO.
La activista aclaró que esas casas que actualmente están afectadas hace dos años no se encontraban en los márgenes del río Tula, sino separadas entre 15 y 20 metros, pero, dijo, las obras de mitigación empujaron el río hacía los costados, por lo que el agua al fluir desgaja las laderas.
“Así hay muchas en la ribera del río donde se está desgajando la tierra por el reblandecimiento de la corriente de agua que sigue pasando, pues tú puedes ver el nivel que tiene ahorita y eso que estamos hablando de nos reportaban hace un momento 58 metros cúbicos por segundo que es ni siquiera una tercera parte de lo que ahorita el río puede soportar”.
Cerca de ese lugar se encuentra también la colonia 16 de Enero, en ese sitio, vecinos narraron que aún no se recuperan de las pérdidas y que el apoyo de 10 mil pesos, un refrigerador y un colchón podrido, no ayudaron demasiado a su situación.
El entorno de pobreza es tal, que hasta el momento hay techos de láminas vencidas que no han podido ser reparados, como en el domicilio de Alondra Martínez.
“Esto sucedió a consecuencia de la inundación, la lámina la doblo por completo y hasta el momento no la hemos podido cambiar, verdad, porque en tiempo de lluvia ahorita es como se tapa esta área”.
Al otro extremo de la ciudad está la colonia San Lorenzo, donde vive doña Alba, una mujer de 60 años, cuya casa luce vacía, pues no ha podido recuperar sala, comedor, vitrinas, cuadros, entre otros bienes que tenía en su hogar y que los perdió con la inundación de hace dos años.
“Estamos en la miseria ya nada más estamos con el Jesús en la boca, llueve y se pone el tiempo, “¡ay dios mío va a llover, va a llegar el río! Me siento mal, me siento muy triste, pues llega el agua y yo tengo miedo que se trastumbe para acá”.
Del otro lado del río está la colonia Chapultepec, donde hay casas deshabitadas a las que nadie quería volver porque a algunos la necesidad ya los obligó a retornar.
“Desgraciadamente sí me vine a tiempos de lluvia y no se crea todavía no termino de acomodar mis cosas y yo me pongo a llorar cuando digo qué voy a hacer para levantar todo lo que tengo abajo, lo que no he podido ni arreglar, no hay muebles, dónde lo meto, dónde lo guardo”, narró una de las pocas vecinas del lugar.
En Tula se vive así, con miedo de volver a perder todo y en el tianguis o comercios establecidos, sus propietarios han tomado sus propias medidas como construir bodegas superiores, porque, dicen, ninguna autoridad velará por ellos, como ocurrió hace dos años.
“Tuvimos un pequeño desayuno con el presidente actual. Nos comentaba no nos inundamos, para inundarnos necesita llegar a 180 metros cúbicos el nivel del agua o algo así y (actualmente) estamos a 171 y yo así en duda…-nueve metros cúbicos para que se desborde el río- y él dice ‘no pasa nada’, entonces es algo ilógico, incoherente para el ir y el sentir de todos nosotros. El que digamos ya se nos cayó una casa del vecino, entonces qué podemos esperar nosotros con tanta agua que nos acarrea”, narró Marco Iván Villegas comerciante del tianguis.
En la inundación de septiembre de 2021, resultaron tres mil viviendas damnificadas, cientos de negocios fueron cubiertos por aguas negras, además de 17 pacientes muertos por covid que ya no pudieron recibir atención médica pues el Hospital general de zona No.5 del IMSS resultó también seriamente afectado.
“Si hoy Tula se volviera a inundar la gente otra vez no sabría a donde irse, ¿con qué herramientas cuenta protección civil?, si bien vimos que se necesitaron lanchas yo creo que después de dos años ni siquiera una tienen, es muy complicado”, afirmó la presidenta de la Gran Asamblea de Damnificados.
Durante la inundación hubo héroes anónimos que ayudaron a la población, como Danubio Trejo Villadonga, quien reconoció que “todos en Tula vivimos y viven con la incertidumbre de las grandes lluvias del valle de México, porque los niveles suben rapidísimo”.
Advirtió que “cuando la presa alcance su nivel máximo y haya otro volumen alto de agua igual a lo mejor no haya un desbordamiento del río como tal, pero puede haber una inundación por los drenajes, que el agua se regrese del sistema de las redes pluviales y empiece a desbordarse por el tema de drenajes. Vive muy inquieta la gente ante esta angustia, esta desesperación”.
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