Área Natural Protegida de Mapimí, espacio místico y de vida endémica

Este territorio cuenta con esquemas de protección para mantener la zona libre de saqueo, sobre todo en los períodos vacacionales.

La Reserva de la Biósfera de Mapimí es el lugar que mejor representa al llamado Desierto Chihuahuense. | Manuel Guadarrama
Jorge Maldonado
Laguna /

De las 182 Áreas Naturales Protegidas (ANP) administradas por el gobierno federal a través de la Comisión Nacional de Áreas Protegidas (Conanp), la Reserva de la Biósfera de Mapimí resulta un espacio geográfico único por su versatilidad ecológica y por ser hogar de especies de flora y fauna endémica, rodeada de misticismo al estar entre sus terrenos la llamada Zona del Silencio. 

Este territorio de conservación, ubicado entre los límites de los estados de Durango, Chihuahua y Coahuila, puede ser descrito como el lugar que verdaderamente representa lo que es el llamado Desierto Chihuahuense, por su fisionomía, clima y suelo, según Jaime Eliberio Hernández Martínez, jefe de departamento del ANP de Mapimí con 15 años de experiencia en el sector. 


“Es una reserva representativa del Desierto Chihuahuense. Su creación fue diseñada para tener un área conservada con características de un verdadero desierto. Tras años secos, cuando llueve el paisaje se llena de pasto y todo es floreado”. 

Sus imponentes paisajes entre 342 mil 387 hectáreas llegan a ser inspiradores, ya que a decir del encargado de la zona, es muy concurrido por aquellos que desean disfrutar del silencio para meditar o de inspirarse con los paisajes al escribir o para pintar. 

Es hogar de especies que no hay en otra parte del mundo y que actualmente están catalogadas en peligro de extinción, tal es el caso de la tortuga del Bolsón (Gopherus flavomarginatus), así como de la lagartija las dunas (Uma paraphygas), además de cuatro especies de víbora de cascabel en protección especial. Fue este tipo de tortuga endémica que la Reserva de la Biósfera Mapimí se decretó en 1979 para su monitoreo y protección.  

Actualmente están bajo supervisión 28 colonias de tortuga y mil 784 madrigueras activas, en las cuales se encuentran 682 tortugas observadas y se estima una población en la reserva entre las mil 500 y dos mil unidades. Incluso la Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza (UICN) reportó la disminución de la población de hasta 50 por ciento en las últimas tres décadas, por lo que se trabaja en colaboración de los pobladores para llevar a cabo esquemas de protección.

Manejo de protección

Al igual que las zonas protegidas a nivel estatal y municipal, el ANP de la Biósfera de Mapimí cuenta con esquemas de protección para mantener la zona libre de saqueo, acciones de restauración de hábitats, monitoreo y protección de especies, algo que no sería posible sin la participación activa de los pobladores y propietarios de las tierras, que a su vez reciben capacitación para proteger el área. 

Juan Carlos Ibarra Flores, director del ANP de Mapimí, destaca como fundamental la coordinación de la Conanp con los habitantes, ejidatarios y propietarios del Área Protegida, con quienes también emprenden acciones con proyectos de manejo sustentable de la ganadería, atención y ordenamiento del turismo, educación ambiental y vigilancia comunitaria.

“Nos sirve mucho que el personal del área protegida esté capacitada. El programa de manejo es planeación estratégica junto con la gente de las comunidades con quienes se cabildear para detectar zonas frágiles donde se determinan zonas núcleos o atención más estricta, de las cuales hay dos detectadas, una en terrenos de dunas y la otra en la Sierra de la Campana”. 

Con 15 años al servicio de la reserva, Jaime Hernández indicó que entre las actividades que la misma comunidad colabora está la de educación ambiental, en la cual grupos de mujeres fungen como promotoras ambientales en los ejidos del área y en las escuelas, sobre la importancia de conservar la naturaleza, las plantas y los animales de la reserva. 

Otra de las actividades importantes para la conservación de los hábitats son las brigadas de protección y vigilancia. Con brigadas de pobladores que recorren la reserva, se multiplican los ojos para detectar ilícitos o situaciones de riesgo. 

“Buscamos que entiendan por qué es importante la reserva y que a su vez den el mensaje a la comunidad. Además hay investigación por parte de Ecología y de universidades”.  

Algunos pobladores trabajan en la restauración de sectores al estar capacitados en sembrar pastos, crear bordos semicirculares de tierra para almacenar agua y que crezca la vegetación.

El mito de la Zona del Silencio

Sobre los mitos que rodean a la llamada Zona del Silencio después de la caída de un cohete de la NASA, en la que se dice que había fenómenos de variación magnética, Jaime Hernández, comentó que en los años que lleva de recorridos jamás ha tenido problemas con las brújulas, relojes y radios. 

“Hay personas que promueven los mitos y por eso hay gente que acude a realizar estudios y llevan aparatos para medir el magnetismo, del cual sí encuentran que hay cierto magnetismo, pero no como el mito lo maneja, como que se descompone el vehículo o que dejan de servir los radios, todo nos funciona, hasta el GPS”.

¿Cómo visitar el ANP de Mapimí?

Para los que gustan de experiencias turísticas o de investigación en el zona, hay ejidos que ofrecen algunas opciones de esparcimiento, paseo o para acampar, sin embargo, todo es bajo la supervisión de los propietarios que se encargan de acompañar en los recorridos a los visitantes. 

El ejido La Flor es el ejemplo de una comunidad que pasó de la mera actividad agrícola, a una empresa de turismo rural, con con los recorridos que ofrecen a los paseantes fomentan la generación de empleo y sobre todo, desarrollan conocimiento con las capacitaciones que reciben. 

Dado a que está prohibido acampar en campo abierto dentro de la reserva, las poblaciones del ejido resultan filtros de acceso que cuentan con instalaciones especiales para los visitantes como cuartos, hostales, área de camping y área para cocinar. 

El encargado del ANP señaló que, “es un riesgo meterse al valle sin conocer ya que hay muchos caminos que pueden confundir a los visitantes y perderse, además es ilegal. Hay que acudir con los propietarios para que los acompañe, oriente y se asegure que regresen con bien sin dejar basura o restos de fogatas”. 

El recorrido de la ruta principal de la reserva comienza en La Flor y culmina en una zona de dunas, casi en los límites de Chihuahua, Coahuila y Durango, todo sobre un sendero de dos horas de camino. 

Las personas interesadas pueden ingresar a la página www. zonadelsilencio.com.mx. 

Para llegar a La Flor son dos horas de camino desde Torreón luego de tomar la carretera hacia Chihuahua, a la altura de la comunidad de Ceballos, por la carretera de cuota. Hay letreros que indican una desviación hacia el ejido o para la Zona del Silencio hacia el oriente.

cale


LAS MÁS VISTAS

¿Ya tienes cuenta? Inicia sesión aquí.

Crea tu cuenta ¡GRATIS! para seguir leyendo

No te cuesta nada, únete al periodismo con carácter.

Hola, todavía no has validado tu correo electrónico

Para continuar leyendo da click en continuar.