En Oaxaca, en la correccional de menores de la entidad, un joven indígena mixteco, próximo a culminar su condena por secuestro, ha encontrado en la música una vía para su reinserción social.
A tan solo dos semanas de su liberación, ha iniciado su formación musical a nivel profesional, con la aspiración de convertirse en director de una orquesta.
El recluso, originario de San Pablo Atzompa, Guerrero, fue descubierto por sus maestros debido a sus habilidades con diversos instrumentos musicales.
Fue integrado al grupo filarmónico del consejo tutelar, donde destacó y logró obtener una beca para continuar sus estudios en la facultad de Bellas Artes de la Universidad Autónoma Benito Juárez de Oaxaca (UABJO).
Karla Janet Garces Sánchez, directora del Centro de Ejecución de Medidas para Adolescentes, reconoce que al identificar el talento musical del interno, se trabaja para facilitar su progreso en estudios profesionales.
Por primera vez, se le permitirá salir de la prisión para asistir a sus clases en la universidad, bajo estricta escolta policial.
Este seguimiento continuará incluso después de su liberación en las próximas dos semanas, con el objetivo de garantizar su completa reinserción y convertirlo en un agente de cambio positivo para la sociedad.
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Inicios y transformación
Antes de su condena de tres años y su reclusión, Zeferino "N" experimentó un período de depresión que lo llevó al aislamiento entre los demás internos, descuidando las instrucciones recibidas.
A pesar de haber cometido errores que lo llevaron al abandono por parte de sus padres y hermanos, Zeferino reconoció en la música un poderoso motor de motivación desde su infancia.
“Yo les mentí a mis familiares, les dije que era un joven de bien y no fue así, cometí grandes errores y termine en la cárcel, lo que me frustro y causó que me pusiera triste al sentir feo”, admite Zeferino en entrevista con MILENIO.
Durante su tiempo en prisión, dedicó sus esfuerzos a nuevas actividades, como bordar, coser, y elaborar su propia ropa. Además, regresó a la música, encontrando en ella una vía para abandonar comportamientos delictivos.
“Ahora que salga de la cárcel quiero regresar a recuperar a mi familia, con esta nueva vocación porque ahora tengo nuevas metas que he empezado a construir para salir adelante en la vida de forma honesta”, afirmó.
Al reflexionar sobre su pasado, Zeferino reconoce la existencia de dos versiones de sí mismo: el nuevo Zeferino, con pensamientos más claros y acciones distintas, y el antiguo, ya inexistente, que cometió errores y creyó que la cárcel lo convertiría en una peor persona.
Reconexión con las raíces y la lengua
Detenido sin hablar español, solo su lengua materna, el mixteco, Zeferino aprendió el idioma durante su tiempo en prisión.
Aunque ama su lengua, planea crear música para preservar su cultura y la identidad de los pueblos originarios de México.
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Inducción a la música en el sistema penitenciario:
Zeferino, junto con otros 23 reclusos en la correccional juvenil de Oaxaca, forma parte de un plan piloto impulsado por el Secretariado Ejecutivo de Seguridad Pública (SESESP).
El objetivo es combatir las conductas delictivas mediante la introducción de la música y las artes, incluyendo solfeo, canto y ejecución de diversos instrumentos.
El plan, dirigido por el maestro Nathanael Lorenzo Hernández, director del programa "Somos Comunidad, Arte y Cultura por la Paz", busca mejorar la reinserción social desde una perspectiva humanista.
La titular del SESESP, Karina Barón Ortiz, destaca que esta acción refuerza la estrategia de seguridad, brindando oportunidades de desarrollo personal, académico y laboral a los jóvenes privados de libertad.
Nathanael Lorenzo, a través de talleres especializados en entornos penitenciarios, fortalece la cultura y el arte, contribuyendo al desarrollo cognitivo y a cambios en los patrones de conducta de los reclusos en diversas cárceles regionales.
MO