En medio de una apacible tarde en Ciudad Madero, Tamaulipas, un estruendo desgarrador rompió la calma. El sol brillaba en el cielo despejado mientras las campanas de la iglesia Santa Cruz resonaban, marcando el inicio de un bautizo.
Sin embargo, la celebración se transformó en una pesadilla cuando, de repente, el techo de la iglesia se desplomó sobre los fieles reunidos.
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La tragedia, que ocurrió en la calle Chihuahua y Nuevo León de la colonia Unidad Nacional, dejó tras de sí un rastro de destrucción y desesperación. La Vocería de Seguridad Pública en Tamaulipas confirmó el saldo desgarrador: siete personas perdieron la vida y otras diez resultaron heridas en el derrumbe. La noticia se propagó rápidamente, y las autoridades locales respondieron con urgencia.
Los primeros informes revelaron que el colapso ocurrió durante la ceremonia de bautizo. Mientras las familias se reunían para celebrar un momento de alegría y fe, la estructura de la parroquia cedió, sepultando a los presentes bajo una lluvia de escombros. El reloj marcaba aproximadamente las 14:30 horas, un momento que quedaría grabado en la memoria de la comunidad.
La respuesta fue inmediata y unificada. Ciudadanos valerosos y equipos de emergencia se unieron en una carrera contrarreloj para rescatar a los atrapados. Entre los escombros, manos solidarias se estiraban hacia el cielo, buscando cualquier indicio de vida. Dos mujeres, un hombre y una mujer con su hijo fueron milagrosamente rescatados y rápidamente llevados a hospitales cercanos para recibir atención médica urgente.
El sitio del desastre se convirtió en un crisol de solidaridad y esperanza. Carpinteros, plomeros y albañiles se presentaron como voluntarios, ofreciendo su experiencia para abrir paso entre los escombros. En un coro de silencio, los rescatistas y voluntarios escuchaban atentamente, esperando captar cualquier señal de vida entre los restos retorcidos de la iglesia.
El sacerdote que oficiaba la misa se encontraba entre aquellos que, sin pensarlo dos veces, se lanzaron al rescate. Su fe se manifestó en acciones valientes mientras ayudaba a los equipos de emergencia a localizar a los desaparecidos.
La noche cayó sobre Ciudad Madero, pero las luces de los reflectores y las linternas de los rescatistas continuaban brillando en la oscuridad.
Con cada minuto que pasaba, la esperanza y el miedo se entrelazaban en un duelo silencioso mientras las labores de rescate persistían.
En medio de la tragedia, la comunidad mostró su fortaleza y unidad. Ciudad Madero se convirtió en un símbolo de resistencia, donde los corazones se unieron en la adversidad, demostrando que, incluso en los momentos más oscuros, la humanidad puede encontrar la luz en el amor y el apoyo mutuo.