Canal de Zaragoza, el eterno intento de Chetumal por salir al Caribe

Fue inaugurado en 1901, pero la naturaleza no ha permitido que el proyecto se concrete para dar paso a barcos más grandes.

El Canal de Zaragoza ha sido el fallido intento de llevar la entrada de Chetumal al Mar Caribe. (Arana Pérez / Ilustración)
Rafael Montes
Xcalak, Quintana Roo /

Luego de navegar unos minutos por el Canal de Zaragoza, Antonio Salazar apaga el motor de su lancha. El bote se detiene. “Ya estamos en la bahía de Chetumal”, dice y se sienta a contemplar la quietud del agua. Él, como muchos otros habitantes de Xcalak, Quintana Roo, el último rincón de México, se dedica a dar paseos turísticos por esta zona.

El problema de que no lo han terminado es porque la maquinaria no es apta para la demolición de todas las piedras. Hay mucha piedra, laja de piedra, entonces la máquina que trajeron no la rompe, no la disuelve”, dice respecto de los intentos fallidos que el gobierno ha hecho para abrir este canal al tránsito de barcos de gran calado.
El Canal de Zaragoza, de 1.2 kilómetros de largo y 50 metros de ancho, a tres kilómetros de la frontera con Belice. (Ariana Pérez)

El Canal de Zaragoza, de 1.2 kilómetros de largo y 50 metros de ancho, a tres kilómetros de la frontera con Belice, se abrió en 1901 por José María Vega, comandante de la Flotilla del Sur de la Secretaría de Guerra y Marina del gobierno de Porfirio Díaz.

Fue parte de un plan para reducir el área de influencia de los mayas rebeldes, que se extendían hasta la entonces Honduras Británica, ahora Belice ─en los tiempos de la guerra de castas─, y poder navegar y patrullar entre el mar Caribe y la bahía de Chetumal.

Así lo platicó el historiador Carlos Macías para MILENIO, quien agregó que el canal se llamó Zaragoza como la corbeta de guerra en la que los marinos llegaron a la zona. Pero desde entonces y hasta ahora, la naturaleza no ha permitido que el proyecto se concrete para dar paso a barcos más grandes. Lo intentaron hace 20 años y lo volvieron a intentar ahora.

La profundidad tanto del canal como de la bahía de Chetumal no rebasa los cuatro metros. En el canal apenas supera los dos metros. En una cuenca de esas dimensiones, sólo navegan embarcaciones pequeñas. Un factor que influye en que no haya más profundidad es que al no haber tránsito, el fondo se va azolvando.

Fue parte de un plan para reducir el área de influencia de los mayas rebeldes, que se extendían hasta la entonces Honduras Británica. (Ariana Pérez)

Los intentos de este gobierno estatal, que está por concluir, y de gobiernos anteriores, junto con el gobierno federal se han centrado en hacer más profundo el canal, pero se topan con un fondo durísimo, de piedra laja, como le dicen los pobladores de Xcalak. Y aunque han utilizado hasta dinamita para destruirla, esa piedra no cede.

El gobierno de Carlos Joaquín González invirtió al menos 400 millones de pesos para esa tarea, pero no tuvo mucho éxito. “Se dragó lo que se pudo, llegó a dos metros y medio, casi tres metros de profundidad… ahorita ya necesitan otro tipo de maquinaria”, explica Hiram Toledo, gerente comercial de la Administración Portuaria Integral (API) Quintana Roo, la cual planteó un ambicioso proyecto turístico, de más de 42 millones de dólares, que se detonaría una vez que barcos más grandes pudieran entrar a la bahía y cruzar el canal.

Actualmente, a la bahía sólo pueden entrar embarcaciones de pesca, turísticas o yates pequeños. El proyecto incluiría inversión de 25 millones de dólares para una terminal para capacidad de tres cruceros, para lo que se necesita una profundidad de hasta seis metros; 2.5 millones de dólares para una marina en la bahía de Chetumal para 56 yates de hasta 51 pies de largo; 12.5 millones de dólares para villas ecoturísticas con 600 habitaciones, y 2.7 millones de dólares para una terminal de carga.

Por eso, los empresarios de Chetumal han insistido en que se invierta, tanto de parte del gobierno estatal, como del federal, en la apertura del canal, pues éste permitiría un desarrollo económico importante en la región.

La profundidad tanto del canal como de la bahía de Chetumal no rebasa los cuatro metros. (Ariana Pérez)

Chetumal dejaría de ser una ciudad terminal y explotaría su condición de ciudad de paso hacia Centroamérica, hay que conectarla con su alrededor, asegura Eloy Quintal, presidente del Consejo Coordinador Empresarial (CCE) de Chetumal.

Tiene que ver con un tema de posibilitar el comercio, de ampliar las posibilidades de que la ciudad de Chetumal, estratégicamente por su posición fronteriza, pueda abastecer de manera comercial, a través de estas rutas, gran parte del sur hacia Belice y hacia la parte norte del estado de Quintana Roo”, dice. “Hay que darle esa posibilidad y crearle toda la actividad económica que como frontera tiene la ciudad de Chetumal”, afirma.

Por otra parte, abrir el canal y permitir el tránsito de barcos de mayor capacidad ha sido planteado también como un asunto de seguridad nacional, pues actualmente, para salir de la Bahía de Chetumal hay que bajar necesariamente hasta aguas de Belice.

“Anteriormente las embarcaciones de la Secretaría de Marina que estaban acá en el muelle, hace muchos años, tenían que entrar por allá, pidiéndole permiso a las autoridades centroamericanas”, dice Toledo.
Por otra parte, abrir el canal y permitir el tránsito de barcos de mayor capacidad. (Ariana Pérez)

Hoy, la Marina solo tiene algunas lanchas de búsqueda y rescate. Pero del otro lado de la bahía, los habitantes de Xcalak, el pueblo más cercano al canal, que vive del turismo de bajo impacto, como la pesca deportiva, el “pesca y suelta”, no ven con buenos ojos la idea de atraer barcos más grandes.

Nosotros no estuvimos de acuerdo, diario nos decían ‘les va a traer cosas buenas, ustedes, Xcalak, va a crecer’, pero como ya estamos acostumbrados a que nos mientan”, dice Fortunato Herrera, habitante de Xcalak. Sobre todo, porque advierten del riesgo que correría la Gran Barrera de Coral Mesoamericano, que corre frente a esta zona. “El arrecife es mesoamericano, es de tres naciones: México, Belice y Honduras. Así que, al tocar el arrecife [...], yo no tengo mucho estudio, pero me imagino que las Naciones Unidas se iban a poner ‘¿por qué están rompiendo cosas de la naturaleza?’, porque los corales son cuidadísimos por Greenpeace, a nivel mundial”, añade Don Nato.
Con él coincide su amigo Antonio Salazar: “la parte lagunar de los arrecifes no es apta como para que ande siquiera un velero, porque hay mucho coral; de hecho, algunos veleros que se han metido, han pasado y han lastimado muchos corales, entonces van afectando”. Y vuelve a prender el motor de su lancha para llegar a tiempo a casa a cenar.

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