Este año las playas de Cancún, Quintana Roo, celebran su 50 aniversario sin el envolvente sonido de la fiesta que las caracteriza. La contingencia por covid-19 ha convertido al principal punto turístico del país en un desierto y las pérdidas alcanzan, estiman autoridades locales, los mil millones de dólares.
El panorama para la industria hotelera es desolador: de un mundo de 36 mil habitaciones en esta ciudad, solo están ocupadas 700 y eso, por personal esencial. No por turistas. Y menos, por extranjeros con sus fajos de dólares a cuestas.
En Plaza Forum, donde se concentran los bares Hard Rock y Coco Bongo, no hay ni una de las 10 mil personas que llegan a concentrar en una noche. Las cintas con la frase “precaución” son la constante en uno de los lugares donde los spring breakers suelen llegar.
Las playas color turquesa están en calma y sus accesos han sido bloqueados. Playa Delfines hoy es resguardada hasta por 10 policías. El boulevard Kukulkán, la única vía de entrada y salida a la Zona Hotelera, también luce diferente. Esta vialidad en un día normal se recorre hasta en hora y media, pues la afluencia de turistas generan un extremo tráfico. Pero hoy el recorrido apenas dura 15 minutos.
El único restaurante abierto en la Zona Hotelera es El King: un lugar de comida china donde los comensales son los empleados del Chedraui que está al frente.
“Esto es muy dramático. Cuando hay un huracán el cierre dura unos 15 días, pero ahora ya llevamos dos meses y parece que no va mejorar. Los taxistas y empleados de la tienda son nuestro consuelo, de lo contrario ya no tendríamos trabajo”, expresa Dayana, la joven de 27 años que es empleada del lugar, mientras se coloca guantes, cubrebocas y mascarilla para preparar los alimentos.
Mara Lezama, alcaldesa del ayuntamiento de Benito Juárez, Quintana Roo, asegura que durante el aislamiento Cancún perdió alrededor de ocho millones de asientos de avión, equivalentes a mil millones de dólares. Además de que la ocupación hotelera se redujo a 2 por ciento de su capacidad, mientras que la recaudación de recursos apenas llegará a 2 por ciento, con respecto al año pasado, cuando fue de 4 mil millones de pesos.
Se prevé que sea el primero de junio cuando ese lado del caribe mexicano reactive escalonadamente su actividad turística, sin embargo, el panorama no es alentador, pues en un día sin pandemia por covid-19, en la Zona Hotelera, llegan a transitar hasta 100 mil personas.
Un riesgo, volver a la normalidad
Eduardo Santamaría, secretario de Seguridad Pública municipal, asegura que la vuelta a la normalidad será todo un riesgo: “Vamos a tener gente con el virus todavía activo y con la inconsciencia de la gente va a ser un reto muy grande”.