El penal de San Francisco Kobén, conocido como el Centro de Readaptación Social (Cereso) de Kobén, en Campeche, ha sido escenario de motines, asesinatos y situaciones conflictivas que marcaron la historia penitenciaria del estado.
Desde su inauguración hasta la actualidad, el penal ha sido protagonista de eventos que reflejan no solo la compleja dinámica interna de los centros penitenciarios del país, sino también las fallas en la administración y control de estos espacios.
¿Cuál es su historia?
El origen de este centro penitenciario se remonta al 27 de junio de 1845, cuando se inauguró la Cárcel Pública de Campeche, un edificio construido bajo la dirección del maestro alarife José de la Luz Solís.
Este recinto funcionó como la principal penitenciaría del estado por más de un siglo. Sin embargo, en la década de 1980, debido al deterioro de las instalaciones y la necesidad de un espacio más moderno, se decidió trasladar a los internos a un nuevo centro penitenciario, construido en la ex hacienda Kobén durante la gubernatura de Rafael Rodríguez Barrera (1973-1979).
Este nuevo centro, inaugurado en 1983, se convirtió en el Cereso de San Francisco Kobén, dejando atrás la antigua prisión que fue posteriormente restaurada para albergar el Archivo Municipal en 1990.
¿Dónde está ubicada?
El penal se encuentra a lado de la autopista Campeche-Mérida 94, ubicado en el municipio de La Esperanza, literalmente en frente de la Zona Arqueológica de Kobén.
A lo largo de los años, el penal de San Francisco Kobén fue testigo de innumerables eventos que forjaron su oscura fama. Entre los internos más notorios se encuentran individuos como Donaciano Cruz Aké, alias El Diablo, y Julio César López Domínguez, alias El Perro López.
Este último, en particular, se convirtió en una figura emblemática del penal, tanto en la vieja cárcel de la calle 63 como en Kobén.
El jefe indiscutible del penal
Julio César López Domínguez, conocido como El Perro López, nació el 30 de agosto de 1957 y tuvo una infancia marcada por la delincuencia desde temprana edad. Su apodo, El Perro, surgió debido a su carácter violento y dominante.
Tras una infancia problemática, Julio se convirtió en un líder dentro de la cárcel, estableciendo su propio "imperio" dentro del penal.
Desde su primera encarcelación, El Perro fue ganando poder y respeto entre los internos, utilizando la violencia para imponer su autoridad.
En un incidente, el 31 de enero de 1983, durante un motín en la vieja cárcel de Campeche, Julio logró escapar tras herir gravemente a un rival, La Virus, quien intentaba arrebatarle el control del penal, pero poco después fue reaprendido.
Su poder dentro del Cereso de Kobén continuó creciendo a lo largo de los años, hasta convertirse en el "señor absoluto" del reclusorio. Durante su reinado, Julio imponía su propia ley, castigando brutalmente a aquellos internos que consideraba indignos, especialmente a los condenados por delitos sexuales contra menores.
Sin embargo, el poder y la violencia de El Perro López también le granjearon numerosos enemigos. Tras una década de dominio, su reinado llegó a un fin el 6 de junio de 1993, cuando fue asesinado dentro del penal de Kobén.
Recibió 60 puñaladas por parte de un grupo de internos, en un ataque que parecía inevitable dada la cantidad de enemigos que había acumulado.
Su muerte, aunque violenta, no fue una sorpresa para quienes conocían el ambiente dentro del penal.
Motines y violencia: un problema persistente
El asesinato de El Perro López no fue un evento aislado en la historia del Cereso de San Francisco Kobén.
Desde su apertura, el penal fue escenario de numerosos motines y actos de violencia. Uno de los eventos más recientes ocurrió el 15 de marzo de 2024, cuando un operativo policial mal planeado resultó en un motín que dejó a 30 policías heridos y varias denuncias de violencia sexual; este incidente causaría que las fuerzas de seguridad del estado se fueran a protesta por 100 días.
Los policías, enviados al penal sin equipo de protección adecuado, fueron recibidos con violencia por parte de los internos, lo que demuestra una vez más la dinámica violenta que prevalece dentro del Cereso de Kobén.
Otro motín reportado dentro de esta cárcel sucedió el 25 de agosto de 2024, cuando al menos 27 reclusos terminaron heridos.
A lo largo de los años, las autoridades intentaron controlar el penal de Kobén mediante diversas estrategias, pero los problemas persisten.
La corrupción denunciada por familiares de internos, la falta de recursos, y el poder que algunos internos logran acumular dentro de las paredes de la prisión son factores que continúan alimentando la violencia y el desorden en este centro penitenciario.
MO