Han pasado 365 largos y agonizantes días, desde el último contacto que tuvo Alma Hernández con su hija Yahaira Sugey Parra, quien desapareció en Mazatlán, Sinaloa el 4 de septiembre de 2021.
“Prefiero perder la vida que dejarla de buscar, voy por ella hasta el final”, fueron palabras de tristeza, coraje, enojo y frustración de Alma Hernández, la última vez que habló con su hija fue a través de WhatsApp.
A partir de ese día ya no supo nada de ella, a pesar de la insistencia de búsqueda hacia las autoridades ministeriales, de la Fiscalía General de Sinaloa, quienes no han arrojado resultados favorables dentro de las investigaciones.
La última vez que vio a su hija, fue el primero de septiembre del año pasado, cuando le dijo que viajaría a Mazatlán, en compañía de David Quiñones, de 24 años, también desaparecido.
Recordó que Sujey, quien en ese entonces tenía 20 años, le dijo que ambos viajarían a bordo de un Jetta blanco y pasarían unos días en la playa de Mazatlán, por lo que emprendió el camino junto con David, alrededor de las 2:00 de la mañana.
¿Presintió usted algo malo que le fuera a pasar a Sujey?
La verdad no presentí nada, todo fue muy repentino, lo tome con calma y la deje que se fuera a Mazatlán, ya que la observé muy contenta por realizar ese viaje. Mi hijo de 11 años me dijo, no la dejes ir mamá, le puede pasar algo en el camino o por allá. Dicho que no tome en cuenta, debido a que uno no piensa que le puede pasar algo a sus familiares. Incluso cuando se fue me dio un beso en la mejilla y se despidió. Me dijo, te mando mensajes mamá, cuando este allá en Mazatlán.
Usted ha dicho frente a la opinión pública que su hija está viva. ¿Por qué intuye que está viva?
Porque uno como madre, posee ese sentido de intuición que no falla y sé que está viva y voy por ella esté donde esté, una vez que me recupere de la operación de mi brazo, que tengo en puerta.
Yo la tuve dentro de mí y conozco cada latido de su corazón, de su respiración, conozco su ser y todo esto que pienso me fortalece en mi fe y determino que ella vive.
No pierdo la esperanza y sé que tengo que meter presión al Gobierno de Sinaloa, para que la busquen y la encuentren lo más pronto posible.
Hace algunos días asesinaron a Rosario Rodríguez, activista sinaloense que buscaba a su hijo desde algunos años. ¿Usted conocía a Rosario?
No, no la conocí y sí sabía de ella, sabía que tenía un colectivo de familiares que buscaban a un familiar desaparecido.
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Alma, ¿No le intimida que hayan asesinado a esta activista sólo por buscar a su hijo desaparecido?
No, no tengo miedo. Lo que tengo es coraje, enojo y frustración, porque las autoridades ministeriales no buscan a mi hija. ¡Ya perdí el miedo que más importa! Voy por ella y sé que la tengo que encontrar. Rosario no hacía nada malo, sólo buscaba a su hijo y no es justo que terminara así.
Sabemos que usted es una mujer que, hasta el momento no ha demostrado frente al público, angustia, dolor, preocupación. Le hemos observado sobria ante esta etapa dolorosa de su vida ¿Ya logró asimilar que Sujey está desaparecida?
La verdad no, no lo he asimilado. Usted observa mi comportamiento sobrio ante esta adversidad, que no se lo deseo a nadie. Tengo que comportarme así, porque si no me derrumbo y eso no quiero. ¡Sabe una cosa! Estoy muerta en vida desde que ya no supe nada de mi hija y solo uno sabe lo que sufre adentro de sus entrañas. Aunque Sujey está desaparecida.
¿Vale la pena seguir viviendo?
No, la verdad, ya no vale la pena vivir sin Sujey.
Entonces, ¿Por qué sigue viviendo?
¡Ah! Porque tengo que encontrarla. Aunque tengo dos hijos menores que Sujey, ellos no llenan el espacio que me falta. Ese espacio le pertenece a mi amada hija y lo tiene que ocupar de nuevo, tiene que regresar a su nido, a la protección y seguridad de su mamita. Tengo tres hijos en total, me falta uno y cada uno de ellos llena mi vida de diferente manera. Sujey me falta para que ella también llene mi vida.
¿Usted es creyente de la fe cristiana?
Sí, soy creyente, incluso este domingo 4 de septiembre, voy a asistir a la iglesia donde se congrega mi madre y ahí estaré suplicándole a Dios Nuestro Señor, que me regrese a mi Sujey.
¿Cree usted que los milagros suceden o simplemente son falacias?
¡Claro que creo en los milagros! Estoy esperando que el milagro suceda, porque tengo la fe y la esperanza de que Sujey regrese a casa. Estoy consciente que no regresaría igual, pero eso no importa. La espero con mis brazos abiertos para que ella se conforte en ellos y sienta el calor de mamá.
CALE