Desde el comienzo de este siglo, el Centro Histórico de Torreón ha sufrido una serie de cambios que contrastan entre sí: la iniciativa privada logró el rescate de algunos espacios o inmuebles emblemáticos, mientras que los gobiernos realizaron intervenciones que trastocaron la identidad del sector.
Basta revisar los registros hemerográficos de Milenio Laguna para comprobarlo y reflexionar al respecto.
En el caso de las intervenciones del sector privado está el ejemplo del Casino de La Laguna que fue convertido en el Museo Arocena y que de los restos del Cine Nazas surgió un teatro del mismo nombre que es el escenario más grande de la Comarca Lagunera.
En el plano gubernamental, en el transcurso de la administración de Guillermo Anaya Llamas como alcalde entre el 2003 y 2005, fue adquirido el inmueble del Banco de México que ahora alberga oficinas municipales, además de contar con un museo en su sótano.
En esa temporada también fueron descubiertos los túneles subterráneos de finales del siglo XIX y que dieron vida al paseo peatonal Canal de la Perla.
Sin embargo, años más tarde durante la gestión de José Ángel Pérez (2006-2009) vino la construcción del Paseo Cepeda - Valdez Carrillo y que fue proyectado como una alternativa a reubicar ambulantes de otras partes del primer cuadro, aunque hoy contrasta con lo planteado y con la imagen de los edificios históricos.
Posterior, vino la construcción de la Plaza Mayor durante la administración de Eduardo Olmos Castro (2010-2013) y que sepultó el antiguo edificio de la Presidencia Municipal y con ello fincas que eran de principios del siglo pasado.
Poco después, durante la gestión de Miguel Ángel Riquelme Solís se concretó el Paseo Morelos, corredor que eliminó el sentido original del primer bulevar que tuvo Torreón hace casi un centenario.
El proyecto generó malestar entre los comerciantes del sector y activistas ciudadanos al considerar que no era lo que la vialidad requería.
En la actual administración de Jorge Zermeño, ya fue realizada parcialmente una remodelación de la Calzada Colón que le dio a camellón central un estilo de fraccionamiento de nueva creación.
Los trabajos también molestaron a los vecinos del sector y generó quejas del gremio de arquitectos.
La misma gestión municipal ahora tiene en proceso la restauración de la Casa Mudéjar, inmueble que data del nacimiento de la ciudad hace 112 años, sin embargo las obras están envueltas en la polémica porque en primera instancia no fueron autorizadas por el Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH).
Respecto a lo anterior, el arquitecto estudioso de centros históricos, Hugo Estrada Reyes, asevera que todos los esfuerzos tanto gubernamentales y privados parecen un rompecabezas, pues no hay algo que los una.
“Las obras que se han realizado son esfuerzos aislados que no están articulados y por consiguiente funcionan a medias. Parece un rompecabezas y no hay nada que los una, ni siquiera geográficamente hablando en el espectro del centro de la ciudad o en el carácter o concepto histórico cultural porque cada quien le mete los acabados que ve convenientes”.
Cuestiona principalmente los proyectos de la calzada Colón y la avenida Morelos, vías que surgieron a principios del siglo pasado como un carácter europeo que ya es inexistente.
“Las últimas dos administraciones se han encargado de quitarles su valor cultural, esto no es de partidos o colores porque lo que gana aquí es la ignorancia”.
Argumenta que tanto en esos casos como en el de la Casa Mudéjar quizá hay una intención de mejorar los espacios, sin embargo no hay una documentación de los orígenes de la ciudad al momento de ejecutar las obras.
“No hay un respeto por la historia que tiene la ciudad y donde si al gobierno en turno se le ocurre eliminar ciertos elementos de una plaza o un camellón, a lo mejor lo que quiere es restaurar, pero no es la forma correcta porque debe existir una documentación más amplia”.
UN SECTOR DONDE PREDOMINA EL ABANDONO
Las carencias en los servicios públicos básicos y la poca población que existe en el sector son un factor determinante para explicar el estado actual del Centro Histórico, por lo que no basta nada más invertirle a las fachadas e inmuebles para que recupere su brillo.
Jorge Alberto Guerrero Cervantes, presidente del Colegio de Arquitectos de La Laguna, expone que debe existir una vocación mixta del primer cuadro de la ciudad, es decir, que vaya más allá de un sentido comercial.
“Nosotros hemos sugerido el uso de suelos mixtos que radican en polígonos de acción y que tiene que ver con generar vivienda, comercio y recreación al mismo tiempo. El hecho de que lleves la vivienda al centro reactiva la economía en ese sector y ahorita vive muy poca gente ahí”.
Argumenta que en otras ciudades como la capital del país, Chihuahua y Mérida, han logrado equilibrar esas características.
Por su lado, el arquitecto Hugo Estrada Reyes es directo al establecer que el corazón de la ciudad está igual que el resto de ella y que su funcionamiento es inercial.
“El centro de Torreón está prácticamente como toda la ciudad: se nota un abandono de todos los órganos del gobierno y podemos ver que falta alumbrado público, señalética, funciona porque es un sector con una actividad económica y laboral importante”.
Considera que en la última década la actividad en el centro de la ciudad incrementó, pero ha sido insuficiente para atraer a los que no trabajan o tienen una obligación en el sector.
“Se han hecho en los últimos 10 años intentos por activar ciertas actividades nocturnas, sin embargo no se le ha apostado a hacer del centro un atractivo para la gente que vive fuera de él, es decir, incentivar de una manera cultural, educativa e histórica para que la gente vaya”.
Los datos del Instituto Nacional de Geografía y Estadística (INEGI), con base en su último cierre hace cuatro años, confirman lo dicho por ambos especialistas.
La última edición del Directorio Estadístico Nacional de Unidades Económicas (DENUE) y el Inventario de Viviendas exponen que la población y negocios en el centro es baja en comparación al resto de la ciudad.
En el polígono marcado de la calle Ramos Arizpe a la calzada Cristóbal Colón hay mil 765 viviendas particulares, de las cuales mil 209 están habitadas con 3 mil 305 personas.
Cabe mencionar que Torreón concentra en todo su territorio una población de 679 mil 288 habitantes.
El rango de edad de 20 a 59 años es el que mayor predomina en el polígono antes mencionado con mil 291 pobladores, seguido por el de 60 años o más con 755 colonos.
En lo que respecta a los comercios el INEGI tienen contabilizadas en el sector 2 mil 663 unidades económicas, es decir, una entidad productora de bienes o servicios.
La actividad más presente tiene que ver con el ramo de servicios con mil 341 establecimientos y le sigue el comercio al por menor con mil 76 locales.
ARQUITECTURA DE UNA CIUDAD CENTENARIA
La identidad arquitectónica de Torreón resulta sui géneris, pues engloba un mosaico de estilos para tratarse de una ciudad que apenas recientemente rebasó su primer centenario.
El libro “Torreón. Rescate del patrimonio arquitectónico del siglo XX” da cuenta de lo anterior, pues en su introducción el profesionista Jesús González Encina expone cómo la bonanza económica y las diferentes etnias forjaron la identidad de La Perla de La Laguna.
“La pujante economía impulsó la construcción de magníficos edificios en las primeras décadas del siglo XX, con fachadas de cantera finamente labrada de estilo afrancesado según la moda porfiriana como el Casino de La Laguna”.
El profesor universitario destaca también que la mayoría de los inmuebles surgieron por iniciativa de los pobladores y comerciantes de aquel entonces.
“Llama la atención que muchos edificios que Torreón conserva no fueron como en otras ciudades producto de la iniciativa gubernamental, sino producto de su burguesía progresistas, que competía entre sí, en la construcción de espléndidas casas alrededor de la Alameda o colonias nuevas”.
También detalla que la juventud de la ciudad la hace atractiva “por su acervo de edificios del siglo XX, que se desarrolla la arquitectura vernácula, propia de Torreón, pasando por estilos historicistas porfirianos, continuando con edificios y casas de estilo Art Decó o colonial californiano”.
Sin embargo, la realidad actual de ese sector es muy diferente a la proyectada por sus fundadores hace más de 100 años. Muchos espacios creadores por las etnias ya no existen, están abandonados o en riesgo de derrumbarse.
Según el mapeo del Patrimonio Arquitectónico realizado por la Dirección de Planeación Urbana Sustentable del Instituto Municipal de Planeación y Competitividad (IMPLAN), el sector centro de la ciudad cuenta con 145 inmuebles históricos o con diseños relevantes para la federación.
El reporte realizado con base en los catálogos del Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH) y el Instituto Nacional de Bellas Artes (INBA) con cierre en marzo pasado, revela que a lo largo de los años se perdieron 24 construcciones emblemáticas, cuyo uso original eran viviendas y hoy los espacios son utilizados como comercios, principalmente.
En lo que respecta a la identidad arquitectónica del sector, el informe detalla que 32 inmuebles corresponden a un diseño neoclásico, 27 a uno vernáculo, 15 racionalista, 18 ecléctico y 8 modernista.
El mapeo expone que 88 inmuebles están en el catálogo del INBA, 33 en el INAH y 24 clasificados como patrimonio por ambas dependencias federales.
El panorama no parece muy alentador para algunos especialistas, pues aunque existen proyectos para restaurar algunos inmuebles como la Casa Mudéjar no se ve un cuidado propicio.
“En el Centro Histórico lamentablemente lo poco que tenemos va ir desapareciendo poco a poco hasta quedarnos sin nada. Fácilmente hace 10 años había un 30 por ciento más de viviendas o edificios de carácter histórico. Poco a poco hemos tirado casas o arquitectura civil que representaba una idea de arquitectura de principios de siglo”, concluye Hugo Estrada.
Ante eso, hoy el primer cuadro de la ciudad mantiene una lucha entre conservar lo que le dio vida o rendirse a la modernidad impuesta por sus habitantes.