Jesuitas asesinados buscaban paz y justicia en zona de guerra: misionero lagunero

Gabriel, joven que conoció a 'El Gallo' y a Joaquín, dijo que los jesuitas tenían años entregando su vida al pueblo rarámuri.

Los sacerdotes jesuitas Javier Campos Morales y Joaquín Mora Salazar fueron asesinados en Chihuahua | Cortesía
Coahuila /

Este martes la Compañía de Jesús dio a conocer el asesinato de los sacerdotes jesuitas Javier Campos Morales y Joaquín Mora Salaz, en el pueblo de Cerocahui.

En entrevista para MILENIO, el lagunero Gabriel Sánchez dijo que conoció a 'El Gallo' (como apodaban a Javier) y a Joaquín en 2014, mientras realizaba el prenoviciado en la comunidad Samachique, situada en el municipio de Guachochi, Chihuahua.

A más de 600 kilómetros de distancia, ambos sacerdotes iban una vez al mes a Samachique a visitar a los jóvenes prenovicios, con quienes convivían y compartían sus experiencias, conocimientos y estilo de vida, que de acuerdo al lema de San Ignacio de Loyola: "En todo amar y servir", filosofía que siguieron en vida y hasta la muerte.

De acuerdo a información oficial, los sacerdotes se encontraban en una reunión en Cerocahui cuando Pedro Eliodoro Palma, guía turista, entró al templo a resguardarse del sicario José Noriel Portillo Gil, El Chueco, que lo perseguía. Al intentar defenderlo y brindarle refugio, los tres fueron asesinados.

Los cuerpos fueron sustraídos del templo por un grupo armados y no fue hasta el miércoles cuando localizaron los restos. Ahora, la Compañía de Jesús exige justicia a las autoridades.

"A Gallo y a Joaquín los conocí hace más de ocho años en la Sierra Tarahumara. Les admiraba harto. Tenían muchísimos años entregando su vida al pueblo rarámuri, acompañando a las comunidades y denunciando la violencia en esa región. En 2014 'El Gallo' me recordó mis pasiones en el arte, y decidí dedicarme a ello".

Gabriel recuerda que Javier era de los pocos misioneros que sabían hablar la lengua rarámuri, lo que rompía barreras y le daba más cercanía con los pobladores.

Joaquín era un poco más tímido, pero ambos eran conocidos en la región no como sacerdotes, sino como ciudadanos que buscaban la paz y la justicia en una zona de guerra no declarada desde hace muchos años.


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