La puesta en marcha de la ciclovía emergente sobre la calzada Colón abrió una vez más el debate en torno a la movilidad no motorizada en La Laguna y el cual debe ir acompañado de una profunda reflexión en cuanto a lo que representan estos espacios. También de las condiciones en que están, iniciativas implementadas en el pasado, con fallas y que hoy están en el olvido por la falta de mantenimiento.
Según información del Instituto Municipal de Planeación y Competitividad (IMPLAN) Torreón, la ciudad cuenta 24.6 kilómetros de sendas ciclistas que contrastan entre sí por su enfoque.
En ese sentido, el bulevar Independencia-El Fresno con 1.59 kilómetros; Metro Parque Río Nazas con 1.29 kilómetros; la Línea Verde: 5.04 kilómetros; el bulevar Mieleras: 1.78 kilómetros; el bulevar Centenario: 2.06 kilómetros; bulevar Diagonal Reforma: 3.80 kilómetros; bulevar Senderos: 1.87 kilómetros; el bulevar Constitución con 3.72 kilómetros; la avenida Morelos de 1.70 kilómetros; y la calzada Colón con 1.80 kilómetros.
La última representa una propuesta presentada ante la Secretaría de Desarrollo Agrario, Territorial y Urbano (SEDATU) y que proyecta una forma alternativa de transporte ante la pandemia por el covid-19.
“La justificación es que ante la emergencia sanitaria que estamos pasando necesitamos ofrecerle a las personas medios alternos de movilidad, pues alrededor del 36 por ciento se mueven en transporte público y hacerlo ahora es peligroso”, expone José Antonio Ramírez Reyes, director de Planeación Urbana Sustentable en el IMPLAN.
Refiere que la dependencia federal revisó tanto esa alternativa como la de una continuación de la infraestructura que está en el bulevar Mieleras, pero sus expertos vieron más viable la primera. No fue tomado en cuenta algún aforo de usuarios de transporte no motorizado o motorizado.
“Antes de la Colón la que mayor kilometraje tenía era la Línea Verde con 5 kilómetros, pero ya conectamos con esa calzada dos que teníamos en la Constitución y la Morelos y nos da 7 kilómetros”.
Pero la infraestructura no es el único pendiente que la autoridad debe cubrir con los ciclistas.
Falta empatía con los ciclistas
Mario Longoria tiene una relación muy estrecha con la bicicleta, pues desde la adolescencia la utilizaba para realizar trucos para medir su destreza. Hoy a los 28 años en su labor cotidiana, el uso va desde el medio de transporte hacia su trabajo hasta actividades recreativas.
“La uso mucho para ir de mi casa al trabajo y de regreso. Al terminar a veces sale alguna rodada los martes, miércoles o jueves, pero también fuera de la ciudad los fines de semana”.
Recuerda que fue hace 8 años cuando comenzó a utilizarla con esa periodicidad, pues comenzó a laborar en una tienda en el fraccionamiento Senderos que estaba a 13 kilómetros de su hogar en la colonia Las Torres.
Desde entonces supo las dificultades que día a día enfrentan los ciclistas para trasladarse en tramos largos al transitar sobre vialidades pensadas enteramente para los automóviles y donde su velocidad rebasa los 60 kilómetros por hora.
Sin embargo, algo que lo alentó fue darse cuenta que no estaba solo en esos recorridos porque veía a decenas de personas que como él recorrían esas vialidades para ir a sus fuentes laborales.
“Creo que hay muy poca empatía en cuanto a los ciclistas en general, ya sea los que lo son por deporte o necesidad”, afirma.
Indica que pese a existir varias ciclovías en la ciudad quedan a medias porque están en malas condiciones.
“Se han quedado en buenas intenciones y pongo de ejemplo la ciclovía que va de San Miguel a Matamoros, pues aunque el tramo es muy bueno está descuidado porque hay basura de accidentes y sin contar que hay alcantarillas abiertas”.
Sobre el proyecto en la calzada Colón, considera que falta voltear a ver otros puntos más relevantes para movilidad de personas que utilizan más la bicicleta como medio de transporte obligado para sus trabajos.
“Dentro de mi punto de vista está demás porque estamos hablando que el tramo de Revolución a Independencia deben ser 13 calles y no es algo muy transitado por trabajadores, aunque pudiera ser más recreativa que funcional”.
Vías que contrastan entre sí
El fundador del colectivo Ruedas del Desierto, Francisco Valdés Perezgasga, ve como un avance proyectos como la ciclovía de la Colón, pues en el pasado otros como el del bulevar Constitución no tomaron en cuenta lineamientos nacionales e internacionales.
“En su momento nos dimos cuenta cuando la estaban haciendo que no cumplía los estándares nacionales ni internacionales de una ciclovía, es decir, no ir en un camellón. La criticamos, pero la usamos porque se convirtió en un espacio público que no existía”.
Señala que en el pasado también fueron presumidas presuntas ciclovías en una parte de los bulevares Diagonal Reforma e Independencia, pero no se pueden considerar como tal cuando hay un carril que no está confinado y se comparte en el uso con las motocicletas.
“Esas son ocurrencias de quien estaba en ese momento en la Dirección de Movilidad Urbana. La pintura no hace infraestructura”.
Dice que si bien son válidos los señalamientos de la iniciativa privada, de que también se debe atender la infraestructura que conecta a parques industriales, no es algo que esté peleado con desarrollar conexiones del sur al norte de la ciudad como la Colón.
“Mucha gente critica y dice que se debió poner en las zonas industriales, pero una cosa no está peleada con la otra. Hemos estado haciendo aforos antes y después de la ciclovía y hemos visto un incremento de ciclistas”.
Valdés Perezgasga destaca que la infraestructura existente en el camino a algunos parques está en malas condiciones y tampoco representan ciclovías como tal en el concepto completo.
MILENIO realizó un recorrido para constatar el estado de la infraestructura ciclista y encontró que algunas carecen de mantenimiento, además de que ponen en riesgo a los que transitan sobre ellas como el caso del bulevar Mieleras donde hay baches en el carril compartido y estructuras de concreto que bloquean su ruta. Las que presentan una mejor cara son aquellas, como la de la Línea Verde, que tienen un enfoque más recreativo.
CALE