Salvar una vida, sea cual sea, está entre los cánones de un oficio como el del bombero, una labor que va más allá de sofocar incendios o rescatar animales en aprietos, también tiene la capacidad de convencer a personas que están a punto de atentar contra su propia integridad, a que no lo hagan.
En actos que llegan a presentarse desde decenas de metros de altura, cuando alguien sube a una torre de telecomunicaciones o de electricidad con toda la decisión de intentar lanzarse, el rescatista pone en riesgo, una vez más, su físico y su vida, pero también pone a prueba su preparación para lograr que ambos bajen con bien al suelo.
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Quince vidas salvadas
Sergio Mariscal, capitán del Departamento de Bomberos Torreón, en sus 15 años en este honorable oficio, ha subido casi el mismo número de ocasiones en llamados de emergencia de ese tipo, experiencias que han marcado su profesión y reafirmado su decisión de ser bombero.
Mariscal relata que cuando llega a la base un reporte de personas que intentan quitarse la vida desde las alturas, de inmediato se despliega un operativo con carros escala y preparan el equipo necesario para subir, al igual que preparan mentalmente lo aprendido en capacitaciones en base al suicidio.
Alista su kit de seguridad para escalar, pero también prepara un arnés y un casco para la persona a bajar, incluso lleva consigo agua, medicamento o algún alimento, sobre todo carga con la responsabilidad de salvar una vida y una herramienta extra, la palabra.
Al llegar al sitio se acordona el área, el grupo se equipa y se preparan para ascender, los nervios y la adrenalina suben conforme el rescatista quita un arnés de una viga de metal para colocarlo en otra, y luego dar otro paso hacia arriba, siempre respaldado por un cable guía de protección.
“Tenemos que equiparnos, subir y dialogar, porque no sabemos qué es lo que necesitan o en qué les podemos ayudar. Platicamos con ellos para ser un apoyo y escuchar sus problemas para poder darle alguna solución. Cada caso es muy diferente y es mucha labor de convencimiento”, comentó.
Hasta tres horas marcan la diferencia
Comparte que hasta tres horas en las alturas hay que pasar para convencer a alguien en una situación así. Cada palabra que se intercambie con la víctima es crucial para el objetivo del rescatista, hay que ponerse en sus zapatos.
“En esos momentos tenemos que hacerle entender de alguna manera que tienen que salir adelante”, dijo.
El capitán Mariscal recuerda su primer rescate en lo alto, el más complicado, no sólo por ser su primera ocasión allí, sino por lo negado que estaba la persona para recibir ayuda ante los problemas personales y delirio de persecución que tenía.
Sin embargo, tras intentar hablar sobre la familia sin resultados, ‘le dio al clavo’ al detectar que tomaba medicamento controlado y era de los principales motivos que lo tenían ahí arriba.
Cada una de las 15 ocasiones que Sergio Mariscal ha trepado para bajar a alguien que intenta suicidarse, tiene el común denominador de sentir la adrenalina a flor de piel.
“Es una adrenalina que se siente en cuanto llega el reporte de una persona suicida. Desde que vas subiendo piensas lo que puede pasar, hay mucha incertidumbre de saber que se puede aventar”, declaró.
Al tocar tierra todo es satisfacción, misión cumplida, otro día más de trabajo como bombero, cuya finalidad es salvaguardar la integridad de cualquier ser vivo, para lo cual es indispensable su capacitación en seguridad para que, primero ellos estén seguros para luego lograr un rescate exitoso.
Unidad de Atención a Víctimas
Cuando la persona es rescatada de las alturas, los bomberos la dejan a disposición de la Unidad de Atención a Víctimas de Violencia Familiar y de Género de Dirección de Seguridad Pública Municipal de Torreón, que además de atender a niños y mujeres violentadas, brindan atención psicológica y dan seguimiento a casos de intentos de suicidios.
La titular de la unidad, Yadira Guevara, comparte que se encargan de ser una contención emocional y primer auxilio psicológico durante el procedimiento posterior a los hechos, sobre todo, refuerzan el convencimiento que todo puede cambiar y disuaden la mentalidad de terminar todo de un jalón, esto con la ayuda de un equipo multidisciplinario que sirve como primer respondiente.
“Primero se le brinda contención y la llevamos a certificar para descartar lesiones, en caso de tenerlas se lleva a curación. Se busca a un familiar de apoyo o se lleva a instituciones como el Centro de Justicia para la Mujer, el DIF, Pronnif o Protección Civil, para que tengan un resguardo en lo que se lleva el seguimiento psicológico o psiquiátrico”, comenta.
En su experiencia, describe que cuando arriba una persona que minutos atrás buscó atentar contra su integridad, su estado emocional está alterado, desconcertado y sin alguna solución a sus problemas, es ahí cuando se brindan la primera atención psicológica y si es necesaria, psiquiátrica, todo a base de escuchar a la víctima.
El común denominador de los motivos que lleva a la gente a buscar terminar con su vida está el consumo de alguna droga, variedad de problemas familiares, problemas económicos o que no tienen ni un lugar o casa donde refugiarse.
“Conforme vas escuchando sus problemas y ves su situación, puedes derivar las diferentes situaciones y determinas que es por el consumo de drogas, problemas familiares, muchas veces económicos o que no tienen una casa donde refugiarse, entonces nosotros les damos las herramientas y le damos opciones para que salgan de su situación”, externó.
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