Ha pasado una década desde que María Elena Salazar, no ve a su hijo Hugo Marcelino González. Él tenía entonces 24 años cuando desapareció en Torreón, y no había tenido familia.
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El tiempo, dice su madre, se presentaría primero eterno pues en la búsqueda ella se concentró en dar resistencia a las Fuerzas por Nuestros Desaparecidos en Coahuila (Fuundec). Luego hubo un momento maleable y el tiempo se habría vuelto imperceptible, si no fuera por la transformación de sus nietos.
Así, ella ve en la mirada de uno de los niños, como un fractal perdido, la mirada de su propio hijo.
“Es verdad, la mayoría de nosotros que estamos en Fuundec tenemos una década buscando a nuestros desaparecidos y al ver a los hijos de esos hijos para nosotros significa el ver la vida pasar, ver que en la vida los años no perdonan, que va transcurriendo el tiempo".
“Después de diez años nosotros nos damos cuenta al ver esos hijos que dejaron pequeñitos, esos niños que a lo mejor aún ni caminaban... el ahora verlos convertidos en unos jóvenes en donde ve uno el rostro de uno de nuestros hijos que no están. La vida de repente es medio compleja porque ve uno a esos niños, algunos nietos que entonces aún no nacían o que estaban pequeñitos, el ver la cara de ellos, y no puede uno dejar de buscar”.
Esta mujer, como muchas otras que dieron sustento a las Fuundec en Coahuila, organización que de la mano del obispo Raúl Vera, en Saltillo, gestó luego un movimiento nacional con las Fuerzas Unidas por Nuestros Desaparecidos en México (Fundem), pone de ejemplo a una compañera que simbólicamente volvió a ver nacer a su hijo.
“La esposa de su hijo estaba embarazada y el bebé nació justo el mismo día que su hijo. Él hasta ahora está desaparecido. Vivimos unas coincidencias, unas diosidencias que le dan fuerza a uno para seguir luchando y manteniéndolos vivos en nuestra mente, en nuestro corazón y en nuestra sociedad”.
El antecedente concreto del tiempo está dentro de la cotidianeidad suscrito en la vida de los hijos y aunque Hugo Marcelino desapareció sin dejar descendencia, María Elena ve en uno de sus nietos, hijo de otro hijo, la mirada del que no ha vuelto. Además apunta, los más pequeños de la casa saben que él falta, porque siempre han contado a Hugo.
“El ver a los que eran niños como unas personas adultas, esos hijos que se van graduando hasta alcanzar la universidad y que no está su padre, su tío o su hermano para disfrutar con ellos los logros en la vida, nos trunca también la alegría de disfrutar los logros que se tienen en la familia”.
A pesar de la angustia y del paso de los años, estas madres o abuelas continúan la búsqueda e incluso han transformado la vida de la sociedad al exigir a las autoridades nuevas leyes, protocolos de búsqueda y sobre todo que se encuentren con vida a los desaparecidos.
“Nuestra demanda ha sido esa, la presentación, la búsqueda de ellos en vida. Hoy fui a la creación de la Comisión Nacional de Búsqueda, a la Comisión Local, y esa es la exigencia. A pesar de los años, a pesar del tiempo, nuestra demanda ha sido la misma. Hoy con la nueva creación de la Comisión Local de Búsqueda nosotros seguimos impulsando".
“Sabemos que hay corazones que ya no laten después de diez años de lucha pero la búsqueda de vida es para ellos y para nosotros también. Significa la vida misma de nosotros de nosotros, de seguir viviendo, de seguir manteniéndonos vivas. Es la búsqueda de ellos y de nosotras mismas”.
Concluyó que a pesar de que no han sido acompañadas en muchos casos por la sociedad, también se pide una vida digna para los demás, para que los jóvenes, los niños y las mujeres vivan libres de la violencia que se ejerce a través de grupos criminales y que el estado mexicano no ha sabido erradicar.
“Vemos este país tan insensible, tan violento al no querer darse cuenta de la tragedia que vivimos, el pensar que los niños están creciendo y que esta sociedad sigue viviendo lo que a nosotras nos pasó. Nosotras queremos prevenir a ellos que vienen atrás de nosotros en un país dolido ante tanta tragedia y que desgraciadamente hay autoridades de todos los niveles: locales, estatales y federales, que no quieren darse cuenta de la incertidumbre y el miedo que vivimos a diario ante el dolor que tenemos y pensar que no se pone remedio”
CAJA DE DATOS
Hasta el año anterior, Blanca Martínez, representante de las Fuundec en Saltillo, dijo previo al Foro Nacional para la Implementación de la Ley General de Desaparición Forzada de Personas, que se contabilizaban mil 870 personas dentro del Plan Estatal de Exhumaciones, pero la cifra les fue actualizada ese mismo día por las autoridades estatales a mil 963 personas.
En los registros no se han tenido incrementos y la base de datos cuenta con aproximadamente 540 expedientes documentados por la organización, donde se consignan desapariciones individuales y grupales.