Pasar horas de su infancia acompañando a su padre mientras embalsamaba cuerpos, le formó un carácter cercano a la muerte. Pasó el tiempo y fue casi inevitable no involucrarse en un oficio que no cualquiera puede desarrollar como parte de su vida; se trata de Carlos Flores Esquivel, quien desde hace más de tres décadas se dedica a embalsamar cadáveres.
En lo que es un negocio familiar en la colonia Centro de Torreón, los servicios funerarios de la familia Flores han sido requeridos en incontables acontecimientos violentos, muertes accidentales y naturales, cuyos cuerpos inertes de personas deben ser trasladados al Servicio Médico Forense en apoyo al Ministerio Público para la necropsia de rigor.
Aun cuando su oficio lo ejerce con todo el profesionalismo, respeto y sobre todo con basta naturalidad, el contacto de sus sentidos al manejar un cuerpo se exponen a experiencias que serían traumáticas para el grueso de la población, sin embargo, acepta que también hay casos en los que llega a romperse y a contagiarse de tristeza, como cuando le toca trabajar con pequeños.
“Trabajar con bebés o niños es de lo más difícil, se siente feo por la escena en que la familia y los allegados llegan. Muchas veces te doblas, le sacas la vuelta. De que te pega presenciar eso, te pega”, expresó el técnico embalsamador.
En tanto, entre los gajes de su labor está vivir en carne propia la necesidad de preparar a seres queridos, tal como ocurrió al partir su padre, Santos Flores, quien le enseñó el arte de embalsamar sin pensar que sería su propio hijo quien lo preparara para su último adiós.
“Decidí preparar a mi señor padre. Lo tenía que hacer yo, no quería que nadie lo hiciera. Él me enseñó a embalsamar y quise prepararlo cuando partió. Nunca se lo dije, pero si yo llegaba a partir antes hubiera querido que lo hiciera él”.
Su trabajo se convirtió en un riesgo
La ola de violencia en La Laguna al filo del año 2010 vino a cambiar su forma de trabajar y de ver a la muerte en su estado más cruel, cuando Carlos pensaba que ya había visto todo, no sabía lo que se avecinaba.
“Las peores situaciones se dieron con la inseguridad, porque levantamos muchos cuerpos que llevábamos al Hospital Universitario y muchos de ellos hasta descuartizados y desmembrados. Hacíamos nuestro trabajo lo más rápido posible porque nuestra labor se convirtió en un riesgo”, recuerda.
Hasta 14 cuerpos con muerte violenta en un sólo día es lo que el equipo de los Flores llegó a levantar para trasladar a la Semefo en Torreón.
Comparte que fueron días de mucho trabajo, noches en las que solicitaron sus servicios en establecimientos que eran atacados con gente inocente en su interior. Desde cuerpos golpeados, arrollados, baleados, ahogados, hasta muertes naturales con estado de putrefacción, calcinados o suicidios, son parte de su día a día.
Para Carlos Flores el tema de la muerte se toca con mucho respeto, tanto para el difunto como para su familia.
Lo desagradable de su labor llega en situaciones donde la naturaleza hace de las suyas y empieza la descomposición de los cadáveres, con aromas que se impregnan de cabeza a pies en los que manejan los restos.
“El cuerpo putrefacto emana olores muy fuertes, más que los de los animales. En mi olfato ya lo identifico rápido, incluso sin decirnos de qué se trata el difunto, el aroma de la zona lo dice todo. Otro olor muy fuerte es el de la sangre”.
¿Hay fantasmas en la funeraria?
Más que creer en los fantasmas, Carlos Flores asegura que hay energías que pueden asemejarse a espíritus y que llegan a manifestarse en las instalaciones de su funeraria.
“Se llegan a escuchar ruidos y uno sabe que está solo. Se escucha como que pronuncian mi nombre o como si hubiera gente en la funeraria, salgo a ver y no hay nadie”.
El covid, un nuevo reto
Llegó la pandemia y volvieron los retos y los riesgos al ejercer su profesión, ahora el contagio por covid-19 era latente, su labor era ir por los fallecidos por coronavirus a diferentes hospitales de Torreón.
“Volvió el miedo pero ahora de contagiarnos, por eso usábamos todo el equipo necesario, aunque no evitamos que nos pegara el virus”.
¿En qué consiste la técnica de embalsamar?
“Es una técnica de tanatopraxia en la que se realiza una fisura en una arteria carótida y se inyecta un líquido conservador de tejidos del cuerpo humano, mientras que por la vena yugular se drena la sangre y líquidos”.
¿Qué solución se inyecta?
“Un líquido conservador de tejidos está compuesto por formol, alcohol etílico, glicerina y colorantes. Bien embalsamado puede conservarse por más de 15 días, luego la piel empieza a momificarse o encartonarse”.
¿Qué es la tanatopraxia?
"Es el conjunto de técnicas que se realizan sobre un cadáver desarrollando y aplicando métodos tanto para su higienización, conservación, embalsamamiento, restauración, reconstrucción y cuidado estético del cadáver, así como para el soporte de su presentación”.
¿Hay una temporada alta?
“La temporada del año con más trabajo para embalsamar cuerpos es de noviembre a febrero”, concluyó.
aarp