Un grupo de mujeres se quedó en el ejido Petronilas para hacer la comida de los hombres del poblado que apoyan las labores de reforzamiento de bordos, así como ofrecer alimento a los representantes de las corporaciones que se encuentran en el lugar, lo anterior debido a la creciente del río Aguanaval, cuya condición pone en peligro a los habitantes de la comunidad.
Una de ellas es Gloria Chavarría, quien participa en estas acciones y dijo que ellas no quisieron irse por cuidar sus pertenencias.
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Cabe mencionar que en un recorrido por el poblado, el cantar de los pajaritos rompe el silencio en el que se encuentra Petronilas ante la evacuación.
Calles estrechas y vacías, sin el acostumbrado ir y venir de la gente, así como muchas casas cerradas con candados debido al desalojo, fue lo que se apreció.
En el comedor ubicado en la escuela del lugar, las mujeres que se quedaron y que no quisieron salirse del poblado preparaban la comida para los hombres que trabajan en el llenado de costales y en el reforzamiento de los bordos.
En representación de las señoras, Gloria dijo que ellas no quisieron salirse por temor a dejar sus pertenencias, además confiaban en que la situación no llegaría a mayores.
“Hace siete años también pasó algo similar, aunque no como ahora, pero sí nos dijeron que debíamos salirnos y yo además de otras seis mujeres no quisimos y nos quedamos a preparar la comida de los señores, gracias a Dios no pasó nada y todo volvió a la normalidad”, expuso.
Señaló que más de la mitad de los 600 habitantes con los que cuenta el ejido Petronilas se fueron.
“Unos a los albergues y otros con sus familiares, otros más estamos aquí y hay quienes por otros motivos se quedaron; sin embargo, de ver que estamos en peligro, pues tendríamos que irnos pero confiamos en que todo regresará a la calma muy pronto y esto pasará a la historia”, dijo.
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