Héctor Gerardo Tamayo Sánchez, maestro Artesano de Sarapes, nació en la colonia el Águila De Oro, barrio de tejedores en Saltillo, y aunque la vocación ahí es más bien de cobijas, fue en un negocio ubicado en el callejón Praxides de Peña que tuvo su primera oportunidad de trabajar en lo que le apasiona, con tan sólo 18 años de edad, precisamente en una fábrica donde se hacían cobijas y tapetes.
“Ahí aprendí a hacer cobijas un año, pero se acabó el trabajo y mi hermano ya trabajaba en el Sarape de Saltillo, que existe desde 1918 y es propiedad de la Familia Oyerzábal; ahí estaba Don José que fue el maestro que nos enseñó a hacer sarapes, a mí y a mi hermano”.
Desde los 19 años y hasta la fecha, su vida se ha dedicado a este oficio, ya han pasado 25 años desde entonces y actualmente es independiente de la tienda a la que acude sólo medio día, y cuenta con un taller propio en la colonia Bellavista.
¿Por qué son tan famosos sus Sarapes?
“Yo soy el último que tiñe lana en todo Coahuila de los 8 tonos lo que es el sarape original, y lógicamente nos busca mucha gente, ya sea en el Sarape de Saltillo o en mi página Sarapes Originales”.
Al ser, dice, los últimos tejedores, los hermanos empezaron a cobrar renombre en la entidad y es así que en una ocasión, la cantante Guadalupe Pineda adquirió una pieza diseñada por él; una cosa ha llevado a la otra, y poco a poco la calidad de su trabajo atrajo no sólo a personalidades del país, sino del mundo.
Otro de los que están en la lista es el hijo del cantante José Alfredo Jiménez, que les encargó hacer una réplica de un sarape que tenía su padre y del que sólo conservaba una fotografía; misma que bastó para que el artesano lograra la pieza, lo que impresionó al hijo del famoso cantante mexicano por la fidelidad y calidad del trabajo.
“Para hacer una pieza réplica necesitamos muchos datos y entonces quedó sorprendido del parecido”.
El compositor y músico Raúl Di Blasio, le buscó directo en 'El Sarape de Saltillo', desde donde le llamaron, pero también aprecian mucho su trabajo desde Guadalajara, una de las urbes del país con mayor actividad artística.
La familia Oyerzábal, ha tenido como tradición llevar un Sarape de regalo a cada uno de los Papas que se han cruzado en la historia de esta empresa en la ciudad, y muy pronto harán lo propio con el Papa Francisco, cuyo diseño, obviamente, es de Tamayo.
“La familia Oyerzábal a todos los Papas les ha regalado un sarape y en esta ocasión me tocó a mí elaborar el del Papa Francisco”.
El cliente más recurrente es el boxeador Saúl 'Canelo' Álvarez, a quien ya le ha confeccionado alrededor de 14 sarapes y gabanes, cada uno de los cuales ha presentado en sus peleas, lo que ha colocado al artesano en el ojo público mundial.
“Yo siempre pensé que mi trabajo iba a salir fuera de Saltillo, me siento que mi nombre salga a nivel mundial en Las Vegas porque ya dicen en la pelea que es una pieza del Artesano Héctor Tamayo; yo siempre pensé que mi trabajo iba a ser mundial porque nos estamos preparando para eso con nuevas técnicas de teñido”.
En noviembre fue escogido para acudir a Los Pinos con personalidades internacionales en la artesanía, donde se ubicaban productores y exportadores.
“Mi hermano y yo somos los más representativos aquí en Saltillo, hay más artesanos aquí pero que hagan el sarape de lana, el original, creo que sólo mi hermano y yo; hay otro hermano que es más chico pero él sabe sólo lo principal, y un cuñado que hace tenis pero no el proceso de la lana”.
Su hermano Rubén labora para una página internacional denominada 'Mestiza', que se encarga de hacer artesanía con lana, y es él, Héctor, quien se encarga de teñirles este material.
Tamayo ha enviado trabajos a Alemania y Hungría, su nombre ha salido en las páginas de la revista especializada de modas Vogue.
Su arte podría extinguirse
Aunque espera que no ocurra, es consciente de que la técnica milenaria podría morir con él y su hermano, pues son contados los jóvenes interesados en practicar este arte, y actualmente sólo tiene un aprendiz: David López, con quien labora de vez en cuando pues primero están sus proyectos.
López actualmente se prepara incluso en la técnica del teñido, de la que sólo él es especialista: “Hay una escuela de sarapes pero ahí no están sacando artesanos porque esa institución pertenece al gobierno, cuando pasa así porque yo lo viví, no les interesa sacar artesanos, lo que les interesa es creo que votos y todo eso; yo deserté siendo maestro porque no había el apoyo, en mi caso no me daban autonomía para enseñar a la gente, incluso le dije a la directora y la respuesta fue a ti que te valga, tu cobra tu sueldo”.
En año y medio han egresado de ese lugar 100 estudiantes, pero ninguno de ellos ha logrado la técnica de los hermanos Tamayo, lo que sabe Héctor porque le han buscado para teñirles sus trabajos.
Afirma que el apoyo ha sido nulo y es sólo cuando su labor se hace presente y trasciende que le convocan a nivel oficial, por lo que es mentira que sean muchos los artesanos en la entidad; “yo no tengo un papel de artesano pero soy el más reconocido mundialmente”.
Cada Sarape puede tardar hasta un año en hilarse
Cada uno de sus diseños se puede cotizar hasta en miles de pesos, al ser un trabajo que requiere tiempo, paciencia, una técnica casi perfecta y una experiencia vasta; pero además, al tratarse de una pieza única que al menos lleva un año de hilado.
A ello se suma la técnica de color: “he pintado con anilina y también he tomado cursos para hacerlo con tintes naturales, pero el del Sarape de Saltillo son anilinas en 8 tonos cada color”.
El precio de un sarape y cuanto se tarda depende de varias cosas, como el diseño y el tamaño, si es el tradicional que hace cien años se adoptó en la ciudad y que lleva los 8 tonos, cenefa y el diamante al centro, uno mediano de 60 centímetros x 1.20 metros en lana, puede llegar a venderse en 4 mil 100 pesos.
"Para ser artesano se necesita paciencia, pues cada pieza puede tener hasta mil y tarda como cuatro días nada más en la tejida y el empuntado, el desespinado; pero me tardo tres meses en procesar la lana, es de 4 mil 100 pesos”, pero si es más específico, el costo puede aumentar; su hermano, por ejemplo, es especialista en retratos hilados, que se pueden vender en hasta 300 mil pesos.
¿Cómo nace el Sarape?
Aunque su primer uso se pierde en la historia y se sabe que su origen es prehispánico, el sarape llegó a Saltillo hace ya algunos cientos de años, hacia finales del siglo XVI; lo trajeron los tlaxcaltecas que usaban la prenda como abrigo para el frío, y empezó a comercializarse en las ferias artesanales que se hacían en San Esteban de la Nueva Tlaxcala, en honor de San Mateo.
Aquí, la prenda cobró nueva vida, y las técnicas de hilado empezaron a mecanizarse con el telar de pedal y el uso de otros materiales; en sus inicios, se trataba de una prenda utilitaria muy demandada aunque con variantes de acuerdo al estatus social del comprador.
Posteriormente, empezó a perderse en la historia y su confección quedó sólo en unas cuantas tiendas, de las cuales la que más años duró fue La Favorita, actualmente sobreviven El Sarape de Saltillo y el taller del maestro Tamayo.
aarp