Monseñor Hilario González García llegó al municipio de Arteaga procedente de Monterrey para iniciar el protocolo de su Toma de Posesión como Séptimo Obispo de la Diócesis de Saltillo, donde convivió siguiendo los protocolos sanitarios con un pequeño grupo de fieles que conforman la Vicaría Juan Pablo II, en la Parroquia de San Isidro Labrador.
A su llegada realizó una oración frente al Santísimo Sacramento, y luego de agradecer a los laicos que se congregaron les dio la bendición, el párroco del lugar, Felipe Martínez, dio la bienvenida al nuevo pastor y resaltó en su mensaje.
“Soñamos con una iglesia que rompe con la indiferencia, que rompa con las injusticias, que sea casa y escuela de la comunión. Hoy que toma posesión, pedimos que sea el Señor que tome posesión de su corazón. Bienvenido a su nueva casa”.
Fray Raúl Vera López, Administrador Apostólico de la Diócesis añadió posteriormente en un acto de convivencia realizado en la plaza de este municipio:
“Esta solo es una probadita de las personas que vas a tener a tu cargo, son personas buenas, generosas y vas a aprender mucho. Yo te digo bienvenido y te auguro un tremendo éxito por qué cuentas con colaboradoras y colaboradores entusiastas”.
Monseñor Hilario les expresó: "Espero en el Señor que la felicidad que proviene de él sea el signo del trabajo que voy a realizar con ustedes".
Asume cargo como Obispo
Monseñor Hilario González asumió este día su ministerio y se convirtió en el Séptimo Obispo Diocesano de Saltillo, en una ceremonia enmarcada por las limitantes de la pandemia por Covid-19, en la que su antecesor José Raúl Vera López, le pidió “dejarse tocar” por las realidades sufrientes de esta porción de la Iglesia, que debe apacentar desde hoy.
En su mensaje, al culminar la misa que fue concelebrada con el Nuncio Apostólico en México, Franco Coppola y el Arzobispo de Monterrey, Rogelio Cabrera López, González pidió su apoyo a quienes conforman el cuerpo eclesial de la diócesis, y les dijo que “con el favor de Dios y con su ayuda”, se irá conformando una diócesis en que se cumplan en plenitud los valores del Reino de Dios, como una familia que viva la santidad en fraternidad, y una comunidad creyente que irradie la luz de Cristo a la sociedad “y la entusiasme con el buen testimonio de fe, esperanza y caridad que procede del Señor”.
RCM