Carencia de servicios básicos, deficiencia en servicios de salud, maltrato psicológico, hambre, frío y sed, son parte de la vida diaria que viven mujeres que se encuentran recluidas en el centro de reinserción social de San Pedro, Coahuila.
De acuerdo al Diagnóstico Nacional de Supervisión Penitenciaria 2023 de la Comisión Nacional de Derechos Humanos, el Centro Penitenciario Femenil de San Pedro, junto con el penal de Piedras Negras, se encuentra en semáforo rojo con una calificación de 5.72.
Sofía García, quien fue acusada de robo y estuvo recluida por dos años en este centro penitenciario femenil, manifiesta que fue una batalla dura la que vivió no solo al interior, sino también al exterior durante el tiempo que luchó para demostrar su inocencia y estar separada de su familia.
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Vida monótona
La vida en el penal, señala, es monótona, pues a las 7:00 de la mañana es el pase de lista, para luego acudir a desayunar y después permanecer en el área de convivencia hasta la hora de comida que es a las 1:00 de la tarde y posteriormente regresar al mismo lugar hasta las 5:30 que es la cena y nuevamente retornar a las celdas.
¿Trabajan dentro de prisión?
Quienes no trabajan, pasan la mayor parte del tiempo en el área de convivencia, pues son algunas de ellas que prestan servicio a una maquila y a una empresa de elaboración de botanas, otras en la cocina y otras más en el área de cocina.
“Duras en el área de convivencia todo el día, para las personas que no trabajan, desde las 7:00 de la mañana hasta las 5:30 que te meten, porque no te meten a las celdas, ahí duras en la resolana, bajo el sol”.
El resto de las internas en ocasiones realizan algunas actividades, pues depende de la presencia de grupos y asociaciones que acuden a brindar apoyo, ya que se han ido alejando debido por el mal trato que les da el personal del penal.
“Muchos grupos de apoyo ya no quieren ir por cómo los tratan, algunos llevan cosas, pero han detenido detalles, una vez un grupo llevó unos desodorantes entre ellos unos de aerosol y no los dejaron pasar, pero tampoco se los regresaron y se quedaron con ellos”.
No tienen ni con agua potable
Las condiciones en las que se encuentran las reclusas no son las adecuadas, pues asegura que en materia de servicios como agua potable carecen de ella, además del mal estado en el que se encuentran los sanitarios.
En cuanto a la alimentación, asegura que en ocasiones la comida ya no está en las mejores condiciones, pues aún y cuando reciben donativos y determinados productos, se seleccionan, ya que es ahí donde también los guardias desayunan comen y cenan.
Para poder acceder a tomar un café o agua, al igual que algún otro producto de higiene personal, es necesario adquirir en la tienda que se encuentra en el penal, en la cual se les vende a precios más altos.
“En la tienda venden carísimo, una botella de agua de un litro nos la daban en 20 pesos, y tiene que estar a expensas si la señora de la tienda está de buen humor para que la venda”.
El trato no es igual para todas las reclusas, pues existen preferencias, principalmente para quienes están encargadas de áreas como la tienda, la cocina o las maquilas para las que trabajan, además del maltrato psicológico que viven diariamente.
Represalias "van parejo"
La comunicación con sus familias resulta difícil, pues no siempre pueden hablar con ellas, debido a que se tiene que tener recurso para poner saldo y hacer una llamada.
En el lugar existen mujeres que están olvidadas por sus familias, por lo que no cuentan con apoyo económico para poder sobrevivir.
Cuando hay una enfermedad, solo hay que "encomendarse a Dios", señala, pues es difícil que se brinde una atención médica adecuada en el momento que se requiere, además de que son ellas quienes tienen que contar con su medicamento.
Indica que quien reclama o denuncia las irregularidades que se cometen al interior del penal, reciben represalias, son castigadas y se les deja incomunicadas en el mejor de los casos, pues existen otros castigos más severos.
“Te ponen a destapar el drenaje, hay personas que las meten y que salen con granos, pero no hay medicamento, todo ese tipo de trabajo lo tenemos que hacer nosotros, si te quejas dicen que es orden de la directora”.
Recuerda que cuando se fugaron dos de sus compañeras, las represalias fueron en contra de todas, les quitaron algunos artículos de sus celdas, las mantuvieron incomunicadas y encerradas en sus celdas.
“Al día siguiente en la mañana nos sacaron y luego nos hicieron voltear contra la pared, escuchamos cadenas, nos hicieron voltear y venían las muchachas esposadas de pies y manos, les quitaron las esposas y las hicieron rodar en la cancha, las estuvieron pateando, aventando, decían que si nos sentíamos muy chingonas de hacer nuestras pendejadas pensáramos dos veces en lo que nos iba a pasar y pensáramos en nuestra familia”.
Enfrentarse a la libertad
Sofía asegura que el tiempo que estuvo interna, aprendió la tolerancia, así como a valorar la comida, la privacidad, entre otras cosas que no se tienen en estos lugares. Una vez en libertad, manifiesta que hay vergüenza y temor ante el rechazo de la sociedad, pues el haber estado en la cárcel afectó su autoestima.
“Hay veces que me siento poca cosa, porque antes me sentía una mujer empoderada, que podía hacer todo, ahorita realmente no soy nada, ahorita digo, dónde está esa persona que era antes”.
Consideró que es difícil luchar y salir adelante para demostrar su inocencia y poder ser libre, pues es necesario ir contra un sistema, por lo que espera que quienes aún siguen internas reciban el apoyo y un trato digno.
Varias son inculpadas o están encerradas sin razón
Lamentablemente en los penales se encuentran personas que no deberían estar en prisión porque de acuerdo a los lineamientos que marca el código nacional de procedimientos penales no hay una razón justificada que amerite que lleven su proceso estando en la cárcel.
Jesús Jasso Fraire, abogado, manifiesta que lo que sucede en México y en Coahuila, es que los operadores del nuevo sistema penal, no han entendido cuál fue la intención de pasar del sistema tradicional a un sistema penal acusatorio.
“Era precisamente para garantizar los derechos tanto del imputado como de las víctimas, sin embargo a las fiscalías les da mucho por solicitar las prisiones preventivas, cuando a veces los delitos no ameritan que estén en prisión“.
Explica que muchas de las personas detenidas no tienen la capacidad o la suficiencia económica para poder pagar una defensa adecuada y contratar a un abogado que pueda garantizarles un debido proceso, por lo que ante la falta de recursos recurren a las defensorías de oficio que no son garantía de una defensa adecuada.
Al conocer de esos casos, señala, se encuentra la manera rápida y sencilla de poner en libertad a las personas, pues no era el delito sino la falta de la defensa lo que los mantiene en los centros penitenciarios.
Indica que se utilizan los mecanismos legales para que esa persona pueda seguir su proceso en libertad, que es lo que marca los tratados internacionales y la propia Constitución, de que toda persona goza de presunción de inocencia.
Consideró necesario atender de manera urgente esta situación debido a que es la base esencial del sistema penal acusatorio que no solo es de castigar o sancionar al culpable, sino de garantizar la libertad del inocente.
Expuso que hay situaciones en las que para evitar la prisión se opta por declararse culpable, para efectos de tener beneficios, porque eso garantiza una libertad anticipada y no se corre riesgo.
Reconoció que falta mucha cultura jurídica, debido a que México es uno de los países en donde el estado frente a la sociedad requiere demostrar que está trabajando en el combate a la delincuencia a través de la prisión.
Perder la libertad implica un duelo
La pérdida de la libertad, es un duelo que se vive al igual que el enfermo que pierde su salud, lo que se considera que para la persona que pierde algo es una situación altamente desarmonizante, señala Mario Alberto Carrillo García, tanatólogo y director del Centro Académico y Psicológico de Educación para el Desarrollo Laguna (CAPED).
La libertad es un don preciado que todos tenemos, pero al momento de infringir una ley y que las personas son encarceladas al igual que en otro tipo de pérdidas, pasa por toda una serie de procesos emocionales.
Explica que los seres humanos tienen cuatro estructuras, entre ellas: la estructura emocional, física, social y espiritual.
- Estructura física: se puede ver alterada y dañada al perder la libertad, ya que es cuando aparece una enfermedad que estaba latente como la diabetes, hipertensión, entre otras
- Estructura social: debido a que cambian las formas de convivencia, ya que son personas diferentes con las que se va a convivir en el reclusorio
- Espiritual: muchas veces tiene que ver con la causa, ya que no es lo mismo una persona que está por asesinato a una persona que está recluida por violación o por robo
La afectación no solo es para la persona que está presa, sino también para la familia y los amigos que pasan por el proceso debido a que cambian los roles al interior de la familia, la situación económica, entre otras situaciones.
“Para la persona que está dentro del reclusorio es preguntarse: cómo me voy a integrar a esta vida nueva, qué tengo que hacer y cómo me ven los demás dependiendo de lo que yo haya hecho y cómo veo a los demás y en qué situación pudiera yo estar incluso de vulnerabilidad en cuanto a mi integridad física”.
Es una mezcla de emociones, miedo, incertidumbre lo que pudiera desencadenar en una ansiedad y tristeza profunda que lleva a una depresión e incluso en algunos casos el intento de suicidio.
La persona que logra su libertad, al igual que quienes están dentro de la prisión y lo que pudieran vivir en la misma, puede tener connotaciones de trauma y situaciones que van a sacar al individuo de su estabilidad emocional y generar un estrés postraumático que si no se atiende tarde o temprano van a surgir.
El especialista consideró necesario reflexionar en materia de tanatología sobre la pérdida de la libertad de las personas e investigar lo que sucede en la persona o las personas que están en reclusión.
aarp