San AElredo fue un santo inglés cuyas enseñanzas eran que todos tenemos una amistad individual que en algún momento de la vida llegará y con la que pasaremos el resto de nuestra vida, sin que especificara nunca si se trataba de un hombre ó una mujer.
Es este pensamiento el que inspira a la organización civil del mismo nombre, a adquirirlo como propio, cuando en el año 2002, nace como un grupo juvenil de la iglesia católica en la Diócesis de Saltillo, en ese entonces bajo el liderazgo pastoral de José Raúl Vera López.
Marco Antonio Mata y Robert Coogan inician el proyecto con 7 integrantes, con el fin de dar acompañamiento espiritual a personas de la diversidad que se sintieran excluidas de la Iglesia Católica; o bien que habían sido rechazadas o corridas de la formación en los grupos juveniles.
Noé Leonardo Ruiz Malacara, presidente de la Comunidad San AElredo A. C., llega al organismo en febrero de 2004, y al siguiente año se convierte en su coordinador; en 2007 se constituye como organización civil, y pasa a ocupar el cargo que ahora tiene.
“La comunidad tenía una misa el último domingo de cada mes en un espacio que nos prestaban en Casa Juárez, los sábados que nos reuníamos en la tarde, eran temas relacionados a la iglesia, a los dogmas católicos, el análisis de algún tema bíblico y veíamos que no teníamos esa capacidad de recepción con la gente, taban acostumbrados a que se les no es hablara de Dios o de la Biblia porque toda la vida habían sido rechazados por la Iglesia”.
Así, los temas sabatinos se cambiaron por sociales, como cuestiones psicológicas, de derechos humanos, de integración en la familia y de interacción social; y el último sábado previo a la misa se conservó el tema religioso.
Entre 50 y 70 personas acudían a las charlas, pero la intención era llegar a más personas, por lo que nace entonces el Festival de Cine Lésbico Gay que perseguía sensibilizar a través del arte a la sociedad; y el Foro de Diversidad Sexual Familiar y Religioso, que tocaba temas controvertidos con expertos en esas áreas.
“En 2011 la organización sale de la Iglesia Católica al tener ya otros intereses y al buscar otras formas de interacción social, y nace la Semana Cultural de la Diversidad Sexual, con obras de teatro, presentando libros, espectáculos de baile y canto, conferencias más enfocadas al arte y la cultura”.
Actualmente, se tiene una red de casi 2 mil 500 personas con presencia en Saltillo, Monclova, Torreón, Piedras Negras, Acuña, Ocampo, Ramos Arizpe y Arteaga; y se trabaja en un censo de población para conocer cuántas personas de la comunidad existen en la entidad.
“Tenemos casi 18 mil identificadas en todo el estado, los compañeros que conocen gente les están mandando el cuestionario para poder hacer un censo porque en este 2020 se suponía que el INEGI dentro de la Encuesta de Población iba a tener una pregunta para diversidad sexual; nosotros como organización para tener políticas públicas sí necesitábamos un censo, y no se va a tener al 100 por ciento, pero sí cuando menos un estimado”.
Los retos aún son muchos y entre ellos están la tipificación de crímenes de odio en la ley, además de que quienes se han sometido a una transición sexual puedan reincorporarse a su vida diaria sin ser discriminadas, como el ejercer su derecho a la educación.
“Nos hemos impuesto un nuevo reto de las infancias trans: cómo las infancias y adolescencias se identifican desde edades muy tempranas, cómo poder apoyarles y cómo crear una ley que no contraponga el derecho del niño”.
Para ello, se han creado alianzas en estos años a nivel nacional e internacional, con organismos como el Observatorio Nacional de Crímenes de Odio, la Red de Protección a Personas Migrantes y Refugiados LGBT; al Congreso Nacional de Mexicanas y Mexicanos LGBTIQ; la Coalición Mexicana LGBT; Fundación Canadá y Fundación Arcoiris en Latinoamérica.
Orientación que apoya vidas
Michelle Ontiveros Castillo llegó al grupo hace 18 años, cuando apenas tenía 13 y empezaba a descubrir su sexualidad, por lo que necesitaba orientación; “era una adolescente y estaba desinformada de muchos temas, saber qué derecho tienes y poder defenderte ante una situación de discriminación, de odio, de homofobia”.
Para entonces tenía ya en mente su decisión de transición a la persona que realmente sentía era; pero le quedaba claro que requería acompañamiento.
“Unas personas me invitan a ir a las pláticas y es cuando comienzo en el grupo; va pasando el tiempo y ahí te vas dando cuenta de qué es una persona travesti, que realmente ahí inicia la transición de una persona trans; conoces las hormonas, los pros y contras de una transición”.
Aunque siempre contó con el apoyo familiar, ambas partes carecían de la información que requería para enfrentar lo que venía; “conforme vas haciendo ese proceso sí genera habladurías, situaciones de homofobia, de discriminación en lugares públicos, en escuela”.
Para ella, una de las principales atribuciones a su vida fue lograr una identidad legal como mujer, a través del cambio de identidad y género, “te sientes un poquito más segura”.
Y es que acciones tan simples como entrar a un lugar público y que se niegue el acceso al baño de mujeres, incluso en el ámbito laboral, genera incomodidad tanto para la persona como para los usuarios.
“A lo mejor ellos te ven con morbo y sí es algo difícil para poder estar soportando esas situaciones, puede presentarse una agresión de tipo sexual, y a veces les pueden dar la razón a ellos”.
Reconoce que San AElredo ha logrado más comprensión con el tema, y una mayor tolerancia y respeto; “antes una persona transexual no podía salir ni siquiera a la calle porque podía ser atacada o discriminada, ahora se tiene más confianza”.
Esto provocó que se ejercieran acciones de hostigamiento: “teníamos abuso de autoridad de parte de los policías municipales porque pensaban que todas las personas trans que salían de algún antro estaban ejerciendo el trabajo sexual, cuando en realidad iban a divertirse a algún club; entonces las querían siempre subir a la patrulla, llevárselas detenidas”.
Acercarse a SanAElredo significó para ella empoderarse; fortalecer los conocimientos de sus derechos e ir logrando contactos para expresar de una manera más libre las molestias o irregularidades que se vivían en ese momento.
“En realidad es un pilar para todas las personas que nos dedicamos al activismo, yo fui galardonada hace dos años con el Premio Estatal de la Juventud y ese es parte de los logros que la comunidad crea en las personas”.
Seminarios y charlas sobre puntos específicos les han ayudado a enfrentar los obstáculos del día a día, y en 2018 ella se convirtió en una de las primeras personas en ejercer su derecho a una identidad legal, “para nosotros era difícil porque no teníamos acceso a un trabajo bien remunerado o a seguir estudiando por la discriminación, que aún se vive, pero ya no es tanto en Coahuila”.
Para ella gracias a asociaciones como SanAelredo, Coahuila sigue avanzando en la igualdad y la no discriminación; “actualmente estudio en la Universidad de Texas, vivo en Houston, Texas, me abrió las puertas a otros horizontes y estoy sumamente agradecida con todos los conocimientos que obtuve”.
EGO