Si por las calles de la ciudad de Matamoros, Coahuila se vislumbra el agotamiento del sistema de agua potable al observar que los habitantes deben aplicar medidas emergentes por el desabasto, esto en los ejidos se agudiza ante una vista donde destacan decenas de tinacos, recipientes industriales y botes que se dejan a la orilla de las banquetas para que las pipas puedan abastecer a las familias.
Las filas de reservorios pueden sumar al menos medio kilómetro en un paisaje agotado, sin sombras que ofrezcan una tregua ante el sofocante calor del verano.
Es el caso del ejido Congregación Hidalgo donde los habitantes aseguran que desde hace décadas atrás el agua es un recurso con el que no se cuenta de manera constante y por lo que el ayuntamiento debe suministrar agua por tandeo.
“Regularmente sale a las ocho de la mañana y se termina como a las diez u once y media, es poco el tiempo y luego deja de salir; y empieza otra vez en la tarde, como a las siete u ocho y se termina a las once. Esos son los días en los que hay agua, se puede decir que lo normal, pero hay días en los que no sale nada, de hecho han dicho los vecinos que una semana sí se ha cortado, no hay nada y es cuando la gente decide poner dinero para que se las traigan”, apuntó Hannia Medina quien con 19 años vive aún con sus padres.
Esta chica no sabe con precisión si en realidad les ha faltado durante una semana el agua. Y no lo sabe porque su familia decidió dejar de pagar los recibos.
El personal del sistema municipal fue luego a cortarles el servicio y hoy esta familia, para tener el líquido, hace lo mismo que todas las demás que sí la pagan. Comprar el agua.
“Las ventas se manejan por tanques de mil litros y ya pues van a llenarlos y luego se los venden a las personas, había escuchado que a 200 pesos porque se trasladan, lo de la gasolina e incluso pues tienen que pagar allá donde se las dan. Aquí surtimos cada tercer día porque se tiene que lavar, limpiar, cosas así".
“A nosotros nos la cortaron por falta de pago pero esto ya tiene varios meses. Primero lo hicimos porque no contábamos con dinero pero después ya no quisimos porque estamos pagando los viajes por el agua y sinceramente ya no lo vemos necesario. Aunque estamos conscientes de que se debe pagar, pagar el recibo no garantiza que tengamos agua porque hay escasez y hasta varios días sin que salga”.
Pipas surten de agua
Por la avenida Viesca, en Congregación Hidalgo, la vida se percibe apacible. Pero los recipientes para el almacenamiento están tan integrados al paisaje, que uno de los vecinos, teniendo el tanque encima de la caja de la camioneta, antes de moverse por el líquido se paró en el recipiente para podar la parte alta de un árbol. El hombre ve al fotógrafo y lo saluda con cordialidad, sin apartarse de su trabajo.
Otra vecina que no quiso proporcionar su nombre, confirmó que en el día a día se batalla porque un aspecto fundamental que no permite que el agua llegue a los domicilios son las líneas de conducción que apunta, son viejas u obsoletas.
“Se tiene tiempo que se está batallando para que llegue el agua en la tubería, ahorita ya tiene tiempo que no sale el agua y no sé cómo estén las tuberías porque hay lugares donde sí sale, por ejemplo en el centro del municipio sí sale y para acá se está batallando… nos dicen que ya sale pero a medianoche o en la madrugada pero por esta calle no sacamos nada de agua y en lo particular, en esta casa, nosotros ya tenemos como siete años que dejó de salir el agua”.
La señora, que vive sólo con uno de sus hijos y una nieta, no sabe si la tubería se tapó o qué pasó pero en su casa tienen años sin agua. Es por eso que acepta el agua de las pipas, que dice no estar segura pero debe ser enviada por la presidencia de Matamoros, que es surtida cada semana.
“Mientras sale con los vecinos, ellos siempre nos han dado agua porque aquí ya no salió nada de agua y ahorita que está haciendo calor sí está tremendo porque la pipa, según debe de pasar y dejar agua pero a veces se batalla… nosotros nos dirigimos aquí con el juez que es el que habla para que venga la pipa, al parecer son cuatro pipas las que entran diario al ejido, no sé si sean suficiente, si con eso la gente completa”.
La calle de los tinacos
Cada tres o cuatro días los trabajadores que movilizan las pipas con agua, llenan los recipientes que ha dejado Irene Soto Galván afuera de su casa en el ejido Nuevo Benavides. Ella desde hace 30 años, siguiendo a su esposo, llegó a este sitio. Irene se dice orgullosa de ser abuela de 14 nietos y bisnietos, y 6 hijos, todos casados y todos fuera del municipio. Buscando mejores condiciones de vida, todos emigraron a Ciudad Juárez.
“Cada tres o cuatro días llegan las pipas, nos llenan todo lo que tenemos, a todos nos llenan, pero a veces nomás llega una pipa chiquita y entonces nomás nos llenan dos tanques pero para dejarles a todos. Pero llegando la grande nos dejan todo y nos llenan a todos. Me llamo Irene Soto y tenemos agua, gracias a dios, porque viene el miércoles o jueves”.
La señora Irene confirma que desde hace años el agua no sale de las tomas domiciliarias y es por ello que le piden a las autoridades que los apoye porque aunque en el pasado aunque no salía el líquido, sí les llegaba el recibo. Hasta que se hartaron los vecinos y dejaron de pagar.
“Ya no nos llega el recibo, ya ni me acuerdo cuánto tiempo pero sí, ya tiene mucho que no llega, ¿para qué, si no hay agua? Yo me acuerdo que cuando nos hicieron la carretera nos metieron por debajo el ducto del agua. Y yo tengo mi llave pero ¿qué gano? No hay agua. Yo acabo de llegar porque tengo muy mala a mi hermana. Me quedé desde ayer todo el día y toda la noche. Pero ahorita me doy un baño y descanso un ratito. Ella se cayó y no se mueve y no habla. Se desespera pero le dijo el doctor que con el tiempo podrá”.
Tres décadas sin agua
Una de las vecinas de Irene dio contexto del problema y apuntó que desde hace más de tres décadas que no tienen agua. Victoria Soto Favela vive sólo con su hermano porque estaba con su mamá pero falleció. Él trabaja en una noria y cuando ella le dice que ya se les acabó el agua, se regresa. Aunque lo regañan por tomar el agua, saben también que lo hace por necesidad y no por negocio.
“Nos traen de las norias los que tienen troca, y las que no, pues nos trae la pipa del ayuntamiento que viene cada quince días. Ellos nos llenan lo que uno tenga, pero me dura quince días. No tenemos que usarla pa’muchas cosas, nomás pa’lo necesario”.
CALE