Coca-Cola Femsa anunció el cierre indefinido de sus operaciones en Ciudad Altamirano, en el municipio guerrerense de Pungarabato, por la falta de condiciones de seguridad en la zona; dicha decisión la tomó luego de tres días consecutivos de ataques contra las instalaciones y los trabajadores.
“Con el objetivo fundamental de preservar la integridad y la seguridad de sus colaboradores, Coca-Cola Femsa decidió cerrar sus operaciones de forma indefinida, a partir del viernes 23 de marzo en Ciudad Altamirano.
“La medida fue tomada anteponiendo la seguridad de más de 160 colaboradores que laboran en el centro de distribución. La falta de condiciones necesarias para operar de manera eficiente y segura en esta zona del estado, así como la reciente agresión injustificada hacia uno de nuestros colaboradores, llevó a la empresa a tomar esta decisión”, explicó.
Apenas en la madrugada, un grupo de 20 hombres impactó un camión contra el portón de acceso de la empresa con el propósito, según el Grupo de Coordinación Guerrero (GCG), de quemarla, sin embargo, fueron detectados por elementos de la Policía Federal.
El GCG informó que al notar la presencia de los federales, los delincuentes les dispararon lo que desató un enfrentamiento que culminó con la detención de un sujeto.
Los agresores abandonaron una pick up roja, un arma, casquillos calibre 7.62 mm y envases de plástico con gasolina, “con los que pretendían incendiar el inmueble”, aseguró el GCG.
Dos días antes, la empresa fue blanco de otra embestida. Ese día los trabajadores intentaron reabrir el área de ventas, luego de implementar cierres temporales desde enero por amenazas de extorsión, cuando civiles armados les dispararon, lo que dejó una persona herida de gravedad.
Tras estas agresiones, la refresquera emitió un comunicado en el que lamentó que “la ausencia de un estado de derecho y la prevalencia de la impunidad” que afecta la región la obligaran a parar sus labores en un territorio en el que, dijo, lleva más de cuatro décadas “generando valor económico y social”.
Argumentó que desde enero pasado, los trabajadores de este centro de distribución comenzaron a recibir constantes amenazas y agresiones por parte del crimen organizado.
AGRESIONES
Esta embestida no es la primera que sufre Coca-Cola Femsa. En los últimos cuatro años, la violencia provocada por las bandas criminales, y la agitación social tras el caso de los 43 estudiantes de la Normal Rural de Ayotzinapa están detrás de los cierres de operaciones, algunos temporales, en ciudades como Chilpancingo y Arcelia.
En agosto de 2014, la compañía dio a conocer su determinación de cerrar temporalmente sus operaciones en Arcelia, municipio ubicado entre las regiones Norte y Tierra Caliente, por el hostigamiento que de manera constante ejercían los grupos criminales que operan en la zona, principalmente las células de La Familia Michoacana que se disputaban el control del territorio con Guerreros Unidos.
Siete meses después, en marzo de 2015, aplicó esta medida durante un par de semanas en su almacén de Chilpancingo, luego de que el 18 de febrero el gerente y el subgerente fueron retenidos por normalistas que condicionaron su entrega a la liberación de dos compañeros arrestados por robar mercancía de un camión repartidor.
Un tercer cierre, esta vez definitivo, se registró en junio de 2015 en Arcelia por la crisis de seguridad.
CRECIMIENTO
Pese a esta situación, los ingresos de la empresa en 2017 aumentaron 14.7 por ciento y las utilidades de operación crecieron 9.4 por ciento, aunque sus ganancias netas tuvieron una pronunciada caída de 227 por ciento de enero a diciembre del año pasado.
Femsa es la embotelladora más grande de la multinacional Coca-Cola en el mundo por volumen de ventas, con un portafolio que congrega 169 marcas que llegan a más de 381 millones de consumidores diarios.
Para la compañía la inseguridad en México es un factor que puede afectar sus operaciones y resultados financieros, como lo ha expuesto en sus últimos reportes anuales.
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