Calles. Polvo. Puertas. Polvo. Plantas. Polvo. Todo está lleno de polvo. Da igual si es en la delegación de Campos, por las emisiones del complejo termoeléctrico más grande del país, o en los alrededores de la delegación de Jalipa, donde cientos de tráileres transitan todos los días por calles de terracería para ingresar o salir del recinto portuario. Es Manzanillo, Colima.
Narda vive en Campos, la zona más afectada por la Central Termoeléctrica de Manzanillo. Se trata del complejo termoeléctrico más grande de México pero también del principal foco de contaminación del aire del puerto, de acuerdo con el Programa de gestión para mejorar la calidad del aire del estado de Colima (PROAIRES) 2017-2021, que señala la generación de energía como la fuente líder en las emisiones de partículas respirables, material articulado, y dióxido de azufre.
A pesar de que, posterior a multas de la Procuraduría Federal de Protección al Ambiente (Profepa) y constantes quejas ciudadanas, ‘La Termo’ sustituyó el uso de combustóleo por gas natural para la producción de electricidad, las emisiones de contaminantes siguen siendo grandes, e incluso en los momentos de mayor necesidad de producción energética regresa al combustóleo.
“La verdad ‘La Termo’ contamina demasiado lo que es el agua, el aire, la tierra y todo. Ya no sale el humo por las chimeneas igual que antes, pero todavía lo utilizan a veces. Creo que lo más notable es lo del polvo o no sé que sea específicamente, y luego la gente se enferma, pero de qué, quién sabe”, dice Narda.
Angélica Jiménez Hernández, directora del Instituto para el Medio Ambiente y Desarrollo Sustentable del estado de Colima (IMADES), explica la contaminación aérea de Manzanillo, además de por la generación de energía eléctrica, se debe a los patios de manejo –muchos de ellos irregulares– usados para el trasiego de mercancía y por los bancos de minerales.
“Mucha de la contaminación que se da en Manzanillo es por todos los servicios que necesita el puerto; estos patios que no están bien regulados y los bancos de material que al momento de estar extrayendo generan, obviamente, una liberación de polvos muy grande”, señala.
Otro fenómeno que incide es la circulación de casi 5 mil tráileres todos los días y decenas de buques. Aunque no hay datos actuales, en 2014, el Banco Interamericano de Desarrollo (BID) determinó que del 100 por ciento de emisiones de gases de efecto invernadero que realiza el puerto de Manzanillo, 59 por ciento son emisiones indirectas que corresponden a los buques que ingresan al puerto.
El artículo 135 de la Ley Ambiental para el Desarrollo Sustentable del Estado de Colima establece que una de las facultades del Estado para regular, prevenir, controlar, reducir o evitar la contaminación de la atmósfera es “establecer y operar sistemas de verificación de emisiones de automotores terrestres y acuáticos en circulación, y en su caso, expedir la constancia de verificación de emisiones”. Pero en la práctica no se lleva a cabo.
“Para Colima es un tema complicado porque el emplacamiento federal no puede ser verificado por el gobierno del estado, entonces se vuelve complejo que podamos regular esto; qué sí podemos hacer, generar otras estrategias compensatorias a toda esa circulación de tractocamiones”, justifica la directora del IMADES.
Ricardo vive en la zona de Jalipa y padece las consecuencias del transito de vehículos, que genera además caos vial constantemente en la zona de ingreso al puerto. “Hay polvo en los locales, las casas, las personas; los camiones más que nada son los que afectan y las personas no pueden vivir agusto porque viven con ruido y suciedad, hay mucha contaminación”.
Ampliando la visión, a nivel estatal, hay otros municipios con zonas de preocupante contaminación del aire: Tecomán, por su zona industrial; y Cuauhtémoc por el proceso de zafra o quema de la caña. Aunado a las fuentes de contaminación que generan estos focos rojos, un gran problema es que el estado de Colima no mide la calidad del aire, desde el año 2014, a pesar de ser una responsabilidad del gobierno.
Para Angélica Jiménez, la titular del IMADES, el Estado debe tener responsabilidad sobre tener mediciones y conocer cuál es la calidad de aire; “en el 2014 hubo una estación de monitoreo de aire que dio datos todo un año en Colima, de hecho el estudio de PROAIRES se construyó en 2017 justo con estos datos que dio esa estación (…) la estación se descompuso y hasta la fecha sigue sin generar datos; es un tema que nosotros ya estamos revisando para recuperarla”.
Sin embargo, páginas web y aplicaciones que reportan el índice de calidad del aire y riesgos a la salud con información satelital han registrado recientemente días en Manzanillo donde la calidad del aire ha sido peor que en las grandes urbes mexicanas: Monterrey, Guadalajara y Ciudad de México.
Tener mediciones es un primer paso para el Instituto de Medio Ambiente estatal, pero además ya trabaja también en combatir la ilegalidad de los patios del puerto.
“El único control de polvos que pedían era riego, pero es ilógico porque en Manzanillo a los cinco minutos ya se evaporó toda esa agua que pudiste haber puesto; entonces lo que sí estamos haciendo es decirles que no va a haber nuevos patios de manejo sin que tengan un sustrato que de verdad asegure que no están teniendo emisiones de partículas”.
Destaca el caso de Peña Colorada, empresa que transforma el mineral de hierro en pelet para la industria siderúrgica nacional. Además de que cumple las normas ambientales mexicanas, los laboratorios acreditados por la Profepa y la Entidad Mexicana de Acreditación se encargan de monitorear las emisiones fugitivas y provenientes de fuentes fijas, mismas que son reportadas periódicamente a la autoridad ambiental correspondiente.
La empresa reforzó desde 2018 un ambicioso plan de inversiones para prevenir las emisiones fugitivas y en fuentes fijas provenientes de sus operaciones, destacando la construcción de dos plantas de lavado de gases y polvos para las chimeneas de sus plantas peletizadoras. Se trata de una inversión de 45 millones de dólares que permitirá reducir en un 98% sus emisiones en fuentes fijas. El proyecto se encuentra actualmente en fase de desarrollo de ingenierías y compra de equipos principales; y se espera iniciar la construcción en 2023 para tener el primer comisionamiento en 2024.
ledz