Si uno ve a Tokio, una perrita de un año, jugando en el parque con su hermanita humana de seis años de edad; se acuesta con panza para arriba, en la cochera de su casa, mordiéndose con sus hermanos perrunos, dos de ellos chihuahuas; no pensaría que entrena al menos una hora todos los días, para salvar vidas en caso de derrumbes, como los provocados por los sismos.
Tokio se llama así por el personaje de la famosa serie La Casa de Papel, porque comparte con ella ser valiente y enérgica, pero también rebelde. Ahora tiene un año y cinco meses y en el temblor del pasado 19 de septiembre tuvo la oportunidad de iniciarse como rescatista, en la búsqueda de personas.
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La perrita ayudó a rastrear a una persona que quedó atrapada tras colapsar un gimnasio ubicado en el tercer piso de un centro comercial, en Manzanillo. Ahí colaboró con Ricky, otro binomio canino de la Marina Armada de México.
Ambos, entre cuatro espacios a los que los cuerpos de emergencia no podían entrar, señalaron dos para concentrar los esfuerzos de la búsqueda.
“De manera inicial se hizo la técnica de búsqueda de llamado y escucha, al no tener la respuesta de una persona con vida se procedió a la intervención en espacios reducidos (…) ante la intervención de algunos espacios donde no cabían se procedió a implementar la técnica de binomios caninos”, narra Juan Quiles, director de Protección Civil en Manzanillo.
Lamentablemente, el empresario de la radio, Rafael Canet, fue localizado sin vida por el binomio canino, pero sin lugar a dudas, la labor de “Tokio” para su hallazgo redujo las horas de zozobra e incertidumbre en sus familiares, energías además el uso de recursos y enérgicas de los rescatistas y voluntarios.
A los dos meses de edad, la perra cruza de pastor belga con pastor alemán fue donada a la Unidad Municipal de Protección Civil y Bomberos de Manzanillo, como la primer mascota propiedad del municipio que se entrenaría para la incipiente brigada canina de rescate. Los primeros meses de su vida, hizo del cuartel su hogar y de bomberos y rescatistas su familia.
Pero cuando a los cuatro meses inició su entrenamiento de obediencia y luego su capacitación en búsqueda de personas, se fue a vivir con quien es ahora su humana y cuidadora, Rubí Salazar; ahí conoció a sus cinco hermanos: una niña y cuatro perros, con los que más que un animal de trabajo, es una mascota en un hogar.
“Aunque ella entrena todos los días, ‘Tokio’ lo ve como un juego, pero además en la casa es otra, con sus hermanitos; queremos que más que una perra de trabajo, tenga una familia”, relata Rubí Salazar.
Los años que Tokio podrá brindar su servicio a la sociedad van de los siete a los nueve, pero siempre combinándolo con una vida rodeada de amor y juegos; entre semana seguirá siendo una perra que sonríe y ladra y se busca la cola… pero cuando se necesite volverá a ser una heroína.
FLC