Cuando las máquinas superan el trabajo el campesino

Dicen los campesinos de San Pedro, algunos que se atreven todavía a pizcar su parcela y tratar de darle vida, que la falta de capital, ha hecho que todo se termine.

Dicen los campesinos de San Pedro que algunos que se atreven todavía a pizcar su parcela. (Milenio Digital)
Damián Ramírez Limón
San Pedro, Coahuila. /

Las labores, las parcelas, los campos de cultivo, o como se les quiera llamar, algunas, aún se pintan de blanco en temporada de siembra, en el ciclo agrícola de cada año, en el municipio de San Pedro, Coahuila.

Municipio que años atrás se considerara de los de mayor producción del también llamado oro blanco. El algodón, no solo regional, ni estatal, sino nacional y hasta internacionalmente, de la planta despepitadora Francisco I. Madero, considerada la más grande de Latinoamérica, está quedando en el olvido.

“El marchemos agraristas a los campos”, que precisamente se entonaba en el Himno Agrarista, ya no se escucha ni mucho menos se ve, porque los que marchaban a los campos de cultivo de algodón, eran los pizcadores, que poco a poco y año con año, ya no se ven en las parcelas, unas cuantas aún los alojan, pero las maquinas los han desaparecido.

El calentar del lonche antes de iniciar la jornada, el buen cigarro y el buche de agua o café para desestresar el cuerpo y aguantar el intenso sol y el trabajo arduo, el cantar cardenche de aquellos hombres que mitigaban el cansancio con estas melodías, el cargar del saco lleno de oro blanco y el caminar hacia la báscula colgada de un palo, cambió por el ruido y el enorme tamaño de las maquinas pizcadoras.

Dicen los campesinos de San Pedro, algunos que se atreven todavía a pizcar su parcela y tratar de darle vida, que todo cambió, tal vez por malos manejos del Banrural, por codicia de los mismos, por la corrupción en el campo, por falta de apoyo, y dirigentes que solo han engordado su caballo a costillas del trabajo de los campesinos, pero ya nada es igual, ni lo será.

La falta de capital, ha hecho que todo se termine, que el campo pase a manos de caciques y latifundistas, que los hay en este tiempo, no se terminaron, y también, que el trabajo anhelado por muchos sampetrinos, la pizca, se termine y se utilicen mejor, las maquinas, que son usadas, según, para ahorrar dinero. 

Pero afirman, que mientras haya una esperanza, seguirán con el sueño de que el campo sampetrino, sea nuevamente fecundo y para el bien de los campesinos.

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