La precipitación anual en la cuenca del Alto Atoyac que se ubica en los estados de Puebla y Tlaxcala registró una reducción de siete por ciento en un lapso de un lustro; mientras que los escurrimientos para la recarga de matos freáticos se redujeron en 10 por ciento.
De acuerdo con el análisis “Seguridad Hídrica en la Cuenca del Alto Atoyac: estado actual y desafíos ante el cambio climático”, realizado por investigadores del Instituto de Investigaciones en Medio Ambiente “Xabier Gorostiaga” de la Universidad Iberoamericana Puebla y del Departamento de Ingeniería Civil y Ambiental de la Universidad de las Américas (Udlap), en la Cuenca del Alto Atoyac (CAA), la disponibilidad del agua en la zona metropolitana de Puebla y Tlaxcala mantiene una tendencia a la baja.
A partir de la configuración de un modelo para obtener los índices de seguridad hídrica, basada en metodología desarrollada entre la Ibero Puebla, la Udlap y la Universidad de Edimburgo, se pudo detectar el impacto del cambio climático y la reducción de la disponibilidad de agua en espacios particulares como la cuenca del Alto Atoyac.
Carlos Patiño Gómez, investigador de la Udlap, destacó que en la subcuenca de San Martín Texmelucan y, en la parte alta del Zahuapan, se registró una anomalía en la precipitación que se tradujo en una disminución del escurrimiento para recargar la cuenca del Alto Atoyac.
La modelación hidrológica para el acuífero de Puebla y Tlaxcala contempla una relación del proceso lluvia y escurrimiento y el análisis de los parámetros tradicionales al año con anomalías de precipitación y proyección de escenarios futuros.
En nueve zonas de la cuenca del Alto Atoyac que abarca 70 municipios, 48 de ellos en el estado de Tlaxcala y 22 en el estado de Puebla, fueron analizados los procesos de lluvia y escurrimiento, lo que dio como resultado variaciones a la baja en la disponibilidad con base en las actividades humanas.
“En el periodo del año 2020, se puede ver un comportamiento congruente ante las anomalías. Esa anomalía que era una reducción de la precipitación del siete por ciento se traduce en una anomalía en el escurrimiento, es decir, un escurrimiento a la baja de 10 por ciento. Ese escurrimiento a la baja quiere decir, una disminución en la disponibilidad en las demandas para los distintos usos”, apuntó.
Destacó que como resultado de los análisis se detectó que la baja en lluvias y escurrimiento se traducen en dificultades para satisfacer las necesidades de la región conformada por los estados de Puebla y Tlaxcala.
Patiño Gómez resaltó la importancia de actualizar las bases de datos para generar recomendaciones oportunas frente a diversos riesgos ambientales; así como para poner en marcha acciones para el cuidado del medio ambiente.
“La conservación de las cuencas debe ser contemplada como infraestructura natural para la resiliencia. No ha sido sencillo analizar la cuenca del Alto Atoyac. Los últimos 25 años han supuesto un ir y venir de argumentos a favor y en contra de un proceso de deterioro de las condiciones tanto del acuífero como del subsuelo en el que transita y se recarga. Mientras algunos modelos exponen alteraciones geológicas que impactan en el ciclo del agua, otros presentan información insuficiente para la toma de decisiones”, destacó.
CHM