Dan el último adiós a Naydelin en Pachuca

Familiares, vecinos y amigos de la pequeña, la despidieron con una misa en la iglesia de Santiago Tlapacoya

Misa en honor a la pequeña Naydelin Liera en Santiago Tlapacoya. (Elizabeth Hernández)
Elizabeth Hernández
Pachuca, Hidalgo. /

El dolor y el llanto no cabían en el pequeño hogar donde vivía Naydelin. Tras las paredes en obra negra, Gabriela Hernández Copca, madre de la pequeña, se ahogaba en llanto, en desesperación al ver ahí, frente a sus ojos, el féretro blanco donde los restos de su pequeña hija se encontraban inertes.

Fue el sábado por la mañana que falleció Naydelin a causa de un paro respiratorio, a tan sólo quince días de que había salido con éxito de su operación para retirarle el tumor que crecía en su cerebro, y tras hacerse su caso viral en redes sociales por su carisma, el Hospital del Niño DIF se comprometió a operarla y así fue como surgió una esperanza de que la menor creciera sin mayor problema.

Sobre la calle 12 de diciembre, en Tlapacoya, salían familias completas hacia el hogar donde creció Naydelin de la mano de su madre y sus hermanos, y se juntaban globos blancos y rosas en ramos envueltos en celofán, cantos religiosos, aplausos, lágrimas y una foto donde se muestra a Naydelin con su cabello rizado, sonriente y como recordó muchas veces que tendría su cabello, "porque me lo dejaré como una princesa", decía repetidamente en su tiempo de convalecencia.

Cientos de personas que apoyaron desinteresadamente la causa, al donar a su madre, quien fue la única que estuvo a su lado en estos momentos difíciles, también la acompañaron, entre ellos un grupo de 10 motociclistas que reunieron recursos para donar a la mejora de la pequeña.

Y fue este grupo entre ruedas el que encabezó la despedida, al abrir paso a unas 300 personas que caminaron junto al féretro, que fue cargado por amigos y familiares, a paso lento, canciones religiosas y pétalos de flores blancas que marcaban el camino hacia la iglesia de Santiago Tlapacoya.

En punto de las 13:00 horas, las campanas de la iglesia sonaron, el atrio se llenó y no había espacio para entrar al centro religioso, donde más de 50 niños y niñas, entre vecinos y compañeros de escuela, no entendían bien el por qué este domingo los habían vestido de blanco, y colgaban de sus muñecas globos blancos.

"¡Pero al rato vamos a jugar con Naydelin!", dijo uno de ellos, mientras el padre Luis Bustamante, ofrecía las oraciones correspondientes y palabras de aliento a la familia, "porque ahora ella es un angelito de la guarda que los cuidará y está con Dios", expresaba, mientras los pequeños hacían caso omiso al mensaje litúrgico, porque sus globos se habían soltado y topaban en el techo de la iglesia, al momento que se preguntaban, "¿Ahora qué le vamos a dar a Naydelin?, porque a ella le gustaban los globos y las princesas".

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