En el corazón de México se encuentra el imponente volcán Popocatépetl, una majestuosa maravilla natural que ha capturado la atención de científicos y habitantes locales.
Su actividad volcánica constante ha desencadenado fenómenos impresionantes y peligrosos, como flujos de lava incandescente, avalanchas volcánicas, lahares devastadores, oleadas piroclásticas y la caída de ceniza, los cuales conoceremos más a fondo.
Caída de ceniza
Las cenizas volcánicas son partículas de roca y cristales menores a 2 milímetros que se generan en las erupciones explosivas. Las emisiones de ceniza han sido frecuentes en la historia de Don Goyo, tal como lo refiere su nombre que significa "Cerro que humea" en Náhuatl.
Las partículas de ceniza son transportadas por los vientos y caen a diferentes distancias del cráter en función de su tamaño y peso.
Entre sus posibles efectos se encuentran: afectaciones a la salud, principalmente a las vías respiratorias, ojos y piel; onterrupción en los medios de comunicación; posible colapso de techos por la acumulación de ceniza abundante; la interrupción de las principales vías de transporte como los autos y los aviones; el daño a los cultivos agrícolas y a la vida animal; la obstrucción de sistemas de drenaje y contaminación de fuentes de agua.
Las cenizas finas pueden permanecer suspendidas por semanas en la atmósfera y desde la reactivación del volcán, la ceniza ha afectado al Estado de México, Morelos, Puebla, Tlaxcala y la Ciudad de México. En algunos casos a Hidalgo, Querétaro y Veracruz.
Proyectiles balísticos
Los proyectiles balísticos son fragmentos de roca de tamaños superiores a 64 milímetros, expulsados durante explosiones volcánicas a velocidades de decenas a centenares de metros por segundo. Aunque suelen ser menores a 50 centímetros, pueden llegar a medir algunos metros de diámetro. Sus trayectorias se ven poco afectadas por la columna eruptiva.
Algunos proyectiles conservan altas temperaturas al caer sobre el terreno y pueden producir incendios. Las velocidades de impacto van desde 300 hasta 500 km/hora.
Entre sus probables efectos se encuentra que un balístico de gran tamaño pueda perforar construcciones sólidas; una persona puede sobrevivir al impacto de balísticos pequeños (que sean menores a los tres centímetros) si se encuentran en refugios; si las rocas caen a altas temperaturas sobre el bosque o casas, pueden causar incendios; los proyectiles balísticos representan un peligro para la navegación aérea en zonas cercanas al volcán.
Un balístico de 30 centímetros de diámetro que cae a una velocidad de 500 kilómetros por hora tiene una energía de impacto igual a la del choque de un vehículo de una de una tonelada moviéndose a 100 kilómetros por hora.
Los principales factores de peligro asociados a los proyectiles balísticos son la energía de impacto y alcance máximo, así como la temperatura con que llegan al terreno.
Flujos y oleadas piroclásticas
Los flujos piroclásticos son mezclas turbulentas de material volcánico y gas que se mueven por las laderas de un volcán a velocidades de 100-400 kilómetros por hora y temperaturas de hasta 700 grados centígrados.
Las oleadas piroclásticas se mueven con mayor velocidad, y como contienen más gases que partículas son capaces de rebasar barreras topográficas.
Ambos se deslizan al ras del suelo y tienen un enorme potencial destructivo. Contienen fragmentos de rocas que se mueven a altas velocidades. Pueden causar grandes daños a la infraestructura y provocar la pérdida de vida de personas y animales.
Las zonas afectables por oleadas piroclásticas se extienden desde el cráter hasta una distancia mayor que los flujos piroclásticos, sin embargo, el volcán Iztaccíhuatl actúa como barrera topográfica en la zona norte.
Lahares
Los lahares son corrientes de lodo y escombros volcánicos que descienden por las laderas del volcán, incorporando más material hasta depositarse e inundar zonas bajas.
Contienen material volcánico suelto expulsado durante una erupción en desarrollo, que se acumula en las zonas altas del volcán. Fluyen por los cauces de los arroyos y su alcance depende del volumen del material movilizado de la cantidad de agua que se incorpora a la mezcla de la topografía del volcán.
Las intensas lluvias después de haber acumulado 15 a 20 milímetros pueden disparar lahares. Las lluvias moderadas, pero de larga duración pueden generar lahares después de 2 o 3 horas de iniciada la lluvia.
Los flujos de lodo se generan cuando los materiales emitidos durante las erupciones se mezclan con agua y forman flujos que se mueven pendiente abajo. Pueden ocurrir durante o después de una erupción.
Avalanchas
Las avalanchas son el colapso y desprendimiento catastrófico de un sector, causado por el rompimiento lateral del volcán. Como resultado del derrumbe, se producen avalanchas de roca con volúmenes de hasta diez kilómetros cúbicos que viajan a velocidades cercanas a los cien kilómetros por hora, destruyen y sepultan todo lo que se encuentran a su paso, alterando la topografía y provocando cambios considerables en la red hidrográfica.
La avalancha de escombros es el colapso parcial del edificio volcánico e implica un movimiento descendente a gran velocidad de un sector del volcán.
La evidencia de que un volcán ha experimentado una avalancha o derrumbe gigante son los cráteres con forma de herradura que se crean durante estos eventos.
En el Popocatépetl se han reconocido depósitos de avalanchas de escombros, asociados con los volcanes antiguos Nexpayantla y Ventorrillo, antecesores del cono actual.
Lavas
Las lavas son masas de roca fundida con temperaturas entre 800 y mil 200 grados centígrados que forman domos en el cráter. Pueden descender lentamente por las laderas del volcán buscando las zonas más bajas, avanzando alrededor de 2 kilómetros por hora.
Dentro de sus catastróficos efectos encontraremos que pueden generar daños a viviendas, infraestructura y vías de comunicación. Por sus altas temperaturas provocan incendios en pastizales y bosques. La lava, según su composición química, puede tener diferentes características de temperatura, densidad y viscosidad.
Las lavas más viscosas fluyen más lento y dependiendo de la tasa de emisión, pueden acumularse en torno al centro emisor formando domos. En caso de llenarse el cráter, la lava puede derramarse por los bordes más bajos y provocar flujos piroclásticos.
MO