En las calles de La Mota, en el municipio de Múzquiz, una carreta jalada por un caballo lleva el ataúd con el cuerpo de Pedro Ramírez, uno de los siete mineros que quedaron atrapados en la mina de Coahuila.
En la procesión, en una carroza fúnebre, también va el cuerpo de su primo Humberto Rodríguez, otro de los cuatro mineros que fueron rescatados sin vida el fin de semana tras la inundación del viernes pasado.
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Humberto llevaba tiempo trabajando en la mina con la que mantenía a sus tres hijos de 13, 11 y 4 años, mientras que Pedro apenas había entrado por invitación de su primo dos días antes.
Las familias acompañadas de sus amigos y vecinos llevaron a los mineros hasta el panteón, donde les organizaron una última pelea de gallos en un palenque improvisado con cartones, donde los invitados de honor eran Humberto y Pedro.
Cada gallo era presentado con su respectivo dueño a través del cristal del ataúd, y luego echado a pelear. La escena quedó registrada en las docenas de teléfonos celulares de los amigos de los mineros que transmitieron todo en vivo en sus redes sociales.
La madre de Pedro, Cecilia Sánchez está desconsolada, no puede hablar de su hijo sin empezar a llorar sin descanso. Tiene los ojos hinchados y el coraje se le escucha en cada palabra. Los trabajadores ya habían denunciado las malas condiciones en la mina. Siente que a los mineros los tratan como animales y no como trabajadores.
Respaldado por la organización civil Pasta de Conchos y el Centro de Derechos Humanos Agustín Pro, le entregaron una carta y fotografías tomadas el 12 de octubre a Manuel Bartlett, titular de la Comisión Federal de Electricidad.
En la misiva se lee: “Corresponden a dos empresas que han firmado contratos con Comisión Federal de Electricidad (CFE), y extraen el carbón sin cumplir las condiciones de seguridad e higiene. No había agua potable para los trabajadores que estaban en tenis, sin equipo de seguridad, no había consola para medir el gas, ni botiquín, extinguidores, ventilación, autoescatadores, y los trabajadores no sabían si estaban registrados en el IMSS. Dicha situación que se repite a lo largo de la región se debe a que se ha permitido durante décadas que los empresarios operen sin cumplir con las leyes, incluso sin tener minas o coyoteando carbón de minas clandestinas”.
La CFE negó “categóricamente” mediante un comunicado de prensa que la mina les provea carbón, “era imposible que su director (Manuel Bartlett Díaz) estuviera enterado del estado de la mina”.
Pero para muchos en esa mina se vivía la crónica de una muerte anunciada. Rosa Carmen Martínez Cortés, recuerda en el velorio que su hermano Mauricio Martínez Cortés, le decía que la mina no tenía mucha seguridad, que de repente le daba miedo. El cuerpo de Mauricio fue el primero en ser rescatado.
Este domingo los rescatistas lograron recuperar los restos de Gonzalo Cruz, pero a cuatro días de la tragedia aún en la entraña de la mina siguen atrapados Juan Carlos Moreno, Ernesto Damián y José Leopoldo.
“Nuestros familiares están ahí por necesidad, porque desgraciadamente con la pandemia afectó mucha gente, hay mucha gente sin empleo”, dice Juanita Cruz, hermana del minero de 55 años fallecido que en vida llevaba el nombre de Gonzalo.
El primer reto fue desalojar el agua de la mina. Para la tarde de este lunes los rescatistas habían logrado desaguar y habían ingresado un binomio canino en búsqueda de los tres mineros aún atrapados. A cuatro días de la tragedia algunos de los rescatistas no ven posibilidad de encontrar a sus compañeros con vida.
El Fiscal General del Estado (FGE), Gerardo Márquez Guevara, informó que luego de los hechos ocurridos en la Región Carbonífera será iniciada una carpeta de investigación con el fin de buscar si hubo omisiones que hayan ocasionado los cuatro fallecimientos.
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