Mujeres han vivido 3 evacuaciones desde 1973 por desborde de Río Aguanaval en La Laguna

Rosalía recordó que en esa ocasión vieron sin remedio cómo se derrumbaron sus vivienda y sus pertenencias se echaron a perder.

Mujeres han vivido 3 evacuaciones desde 1973. (Mauricio Román)
Cecilia Aguilar
Matamoros, Coahuila. /

Epifania Quistian Hernández, de 66 años de edad, Hermelinda Soto Martinez, de 76 años, Cuca, Rosa García Emiliano, de 80 y Rosalía García Treviño, todas del ejido Flor de Mayo, en Matamoros, Coahuila, son de las personas que fueron evacuadas debido a la creciente del Río Aguanaval, ellas han vivido ya tres evacuaciones por la misma situación.

Platican que en 1973 fue la más fuerte situación que han vivido debido a que la creciente del Aguanaval creció tanto al grado que se cayeron sus viviendas y desapareció en esa fecha, el ejido Flor de Mayo viejo y después surgió el Flor de Mayo nuevo.

Rosalía recordó que en esa ocasión vieron sin remedio cómo se derrumbaron sus vivienda y por ende, sus pertenencias se echaron a perder. En esa ocasión como en esta, recordó, muchas personas se negaban a dejar sus casas pese a que les informaban del peligro de quedarse.

Expresó que ella también se rehusaba, pero la realidad en aquella vez, les hizo comprender que la vida es primero y que lo material puede volver a conseguirse, “una vida no, por eso ahora estoy aquí pese a que estamos con el pendiente por dejar nuestra casa y nuestra pertenencias y con la incertidumbre de no saber qué pasará”.

Por su parte Epifania Quistián comentó que está muy agradecida, “agusto porque estamos bien atendidos, pero preocupadas porque dejamos nuestras casa y luego, a la familia que deja uno y que se negó salir”.

Señaló que son parientes que se negaron a dejar sus pertenencias porque tienen temor de perderlo todo, sin embargo, ella decidió salirse pese a tener más de 30 años viviendo en Flor de Mayo. Llegó acompañada de su hija y algunos de sus nietos.

Emiliana Soto y Rosa García con este desalojo por la creciente del Río Aguanaval, ya son tres las veces que experimentan una situación así.

“Dios nos ha permitido vivir esto, aquella vez fue terrible porque vimos la destrucción de toda la comunidad al derrumbarse la mayoría de las viviendas, por eso, ahora nosotras que lo experimentamos, no queremos luego lamentarnos por no habernos salido”, dijo Hermelinda.

Ahora se aseguraron de llevar consigo lo más indispensable, como sus documentos personales, dijeron.

Sin embargo, les preocupan sus pertenencias y sobre todo haber dejado a sus animalitos, “ahí se quedaron los marranitos y las gallinas, nada más con lo justo de alimentos”.

Con la esperanza de que esta situación no se extienda y no pase a mayores, las señoras dicen sentirse agradecidas por el apoyo recibido.

EGO

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