Investigadores de la UNAM detectaron que el agua residual vertida en el Valle del Mezquital, en Hidalgo, para la agricultura, está contaminada de Escherichia coli (E.coli), y que la bacteria detectada también es resistente ante 23 numerosos antibióticos probados.
Además, las aguas de reúso que llegan a esta zona rebasan los límites permitidos en las normas oficiales mexicanas, mil E.coli coliformes por cada 100 mililitros, afirmó la investigadora del Instituto de Ciencias de la Atmósfera y Cambio Climático y fundadora del laboratorio de Aerobiología de esa entidad, Irma Aurora Rosas Pérez.
La universitaria explicó que debido a la escasez del vital líquido en la entidad, la cual se considera área semidesértica, se decidió utilizar aguas residuales tratadas y no tratadas o “crudas” para impulsar las actividades agrícolas del estado.
Con su equipo tomaron muestras del suelo y agua de Tlahuelilpan, Hidalgo, donde se recibe parte de los 1.2 millones de metros cúbicos diarios de aguas residuales provenientes de la Ciudad de México.
Detectaron la bacteria E.coli y la caracterizaron fenotípica y genotípicamente. También efectuaron análisis moleculares y confirmaron su resistencia a 22 de 23 antibióticos que probaron, entre ellos los Carbapenémicos, que son de última generación.
La académica destacó que generalmente se estudia la resistencia de los antibióticos en el área clínica, pero es importante ver su impacto en el ambiente, como el aire, el agua, el suelo y analizar otros factores que intervienen en la movilidad de mecanismos de resistencia.
Mencionó que se trata de un riesgo más de contaminación ambiental a la que están expuestos los humanos y puede generarle efectos agudos, en este caso, en su salud.
Añadió que hasta hace poco se pensaba que las plantas de tratamiento eran lo más adecuado para reducir la carga bacteriana del agua y mejorar su calidad, pero se ha detectado que en el tratamiento secundario, es decir, en los lodos activados, se generan cultivos de bacterias donde se transmiten genes y se transforman.
“Al pasar por la desinfección, la biomasa disminuye, pero aumentan los genes de resistencias”, aseveró la experta universitaria.
De igual forma, expuso que a E.coli se le considera indicadora de contaminación fecal, pero realiza funciones importantes para la asimilación del alimento, a fin de que los mamíferos puedan absorber los nutrientes.
Sin embargo, al sacarla al medio ambiente es una bacteria con flexibilidad genética que transfiere genes y se transforma.
Indicó que registraron sus hallazgos y la caracterización de este tipo de E.coli en una plataforma que mapea esta bacteria a nivel mundial y en la que había pocos registros de ella en México, especialmente de tipo clínico y no ambiental. Además, tomaron muestras de esta bacteria en el aire y actualmente trabajan en su tipificación.
ST