El pueblo de Fuentezuelas, en el municipio de Tequisquiapan, Querétaro, acompañó en el último adiós a seis de las siete víctimas mortales de la explosión de pirotecnia cuando iban en procesión a la centenaria capilla Santa María de Guadalupe.
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Entre aplausos, despidieron a María Fernanda Reyes Trejo, de 11 años; Bulmaro Reyes, de 31, Margarita Nieves Prado, de 50; Ángel Ordaz Hernández, de 12; Leobarda Nieves Prado, de 31 años; y a Ana María Félix Trejo, de 36 años.
Los cuerpos fueron velados en la iglesia de la localidad y en el domicilio de las víctimas, donde sus seres queridos se mostraron consternados y preocupados por otros familiares que resultaron heridos durante el incidente.
"En este momento ninguna palabra humana es suficiente para atenuar nuestro dolor, por ello debemos elevar la mirada al señor y dirigirnos a él con aquellos mismos sentimientos de esperanza que salían del corazón", dijo durante la ceremonia el obispo Faustino Armendáriz.
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El pequeño Fernando Yoap sobrevivió al accidente junto con su padre, pues iban en la procesión donde participaban 100 personas.
"Lo que pasó es que cayó una chispa en una gruesa de cohetes, empezaron a explotar y de ahí se prendieron todos los demás. Yo venía con mi papa, el venia cargando también unos cohetes y cuando empezó a explotar yo no sabía que estaba pasando y veía a la gente correr y corrí”, explicó.
Relata que dentro de los fallecidos estaba una mujer que fue su niñera y que ya no tuvo oportunidad de volver a verla con vida.
“Ella fue quien me cuido desde pequeño, ya no pude saludarla por última vez, tampoco antes de que ocurriera", detalló.
Una familia tuvo que dividir su asistencia al sepelio, pues fallecieron dos miembros, pero otra pequeña integrante resultó lesionada y está delicada.
"La familia está adolorida, nos queremos hacer fuertes, pero como que no porque es un dolor real, Alejandra está hospitalizada”, detalló uno de los familiares.
Pese al accidente, en la zona aún se escuchan detonaciones de pirotecnia y la gente molesta dice que es una falta de respeto e incluso contra la ley, pues la quema de cohetes fue prohibida por las autoridades estatales.
RLO