La guerra del crimen organizado en la Sierra Fronteriza de Chiapas ha ocasionado, hasta ahora, que Guatemala se haya convertido en el nuevo hogar de al menos unas 500 personas de los municipios de Amatenango de la Frontera y Mazapa de Madero, quienes en medio de las balas huyeron por las montañas para ponerse a salvo.
Este viernes, tras la reunión del Comité de Emergencia, Audilio Epifanio Roblero Arreaga, alcalde de Cuilco, Guatemala, informó que tenían un registro de 405 personas en calidad de desplazados y que se habían distribuido 240 personas en Ampliación Nueva Reforma, 45 en Monterrico, 40 en Unión Frontera, 12 en Oaxaqueño, 36 en Jocotitán La Pila y 35 en Villanueva, sin embargo, en las últimas horas se han sumado 45 personas más.
"Recogimos lo que pudimos y nos fuimos"
El temor, el estrés y el estruendo de las armas de alto calibre es lo que está obligando a los pobladores a salir sin nada más que la ropa que llevan puesta, como es el caso de Melina Martínez, quien vive a orilla de la carretera internacional y el lunes pasado recibió balas perdidas que atravesaron el techo de lámina de su vivienda.
“Ya cuando nosotros escuchamos eso, nada más recogimos lo que pudimos y venirnos por todo el momento como pudimos y ya escaparnos de ahí, porque qué íbamos a estar haciendo solo para que llegaran a nuestras casas a desalojar o capaz a matar porque a veces esas gentes no piensan”, puntualizó.
Sollozando, con las manos temblorosas y acompañada de su madre e hijas, lamentó la nueva realidad que están viviendo, pues su comunidad se ha convertido en un sitio inseguro donde ya no pueden vivir, incluso ni siquiera salir a jugar o caminar por las noches.
“Todo era tranquilo ahí, vivíamos feliz, en las canchas subíamos a jugar, todo tranquilos con los vecinos y ahora se fueron para diferentes lugares y regresar ahí ya no creo y aunque se tranquilice no sé cómo voy a pasar para allá (…)
"Sí hay mucho miedo porque van con armas, acaso van como personas normales (…) Por lo menos a nosotros no nos dijeron nada, pero en San José estuvo más complicado”, aseveró.
Desde el primer día, los guatemaltecos le han tendido la mano a los chiapanecos, pues la población de las comunidades aledañas es la que ha donado alimentos y ropa a los afectados, incluso, hasta el día de hoy, son quienes preparan los alimentos a los desplazados, los cuidan y los asisten con algunos medicamentos, señaló Gloria Barrios, presidenta de la Mujer en la aldea de Ampliación Nueva Reforma.
“Nosotros trajimos lo que es frijol, arroz, para darles de que comer en la tarde y al otro día siguiente, por lo mismo, y ya en ese mismo momento nos comunicamos, soy una madre líder de aquí de la comunidad y nos comunicamos con la directiva para pedirle ayuda a las comunidades cercan”, explicó.
Llegar hasta las comunidades de refugio de los desplazados es complicado, son carreteras sinuosas de terracería, se requiere de vehículos tipo pick up para lograr subir las montañas donde cada tarde son cobijadas por la neblina.
Al lugar ha llegado personal de migración para regularizar la estancia de las personas, así como la Cruz Roja y la Agencia de la ONU para los Refugiados (ACNUR).
Mientras tanto la línea fronteriza fue reforzada con un centenar de elementos del Ejército de Guatemala, ante los constantes disparos y gritos que se han escuchado en la zona de la montaña muy cercano a Ampliación Nueva Reforma y Monterrico.
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HCM