La conmemoración por el Día de Muertos quedó prácticamente desaparecida, este año, para los habitantes de Acapulco, Guerrero por los estragos del huracán Otis.
En algunos casos, las familias se ausentaron de sus difuntos ya que el ciclón dejó inutilizables algunos panteones o porque todavía las personas están luchando por sobrevivir al quedarse sin hogar, luz, agua, alimento y seguridad.
“Acapulco está destrozado, la gente no puede venir para acá, están atendiendo sus casas”, lamentó Santiago Escutia, encargado desde hace tres años del panteón municipal del puerto, el más grande no sólo del puerto, sino de todo Guerrero.
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Escutia destacó la afluencia que hubo antes del huracán Otis, en los panteones, en comparación con la de este 1 de noviembre en el cementerio a su cargo de 10 hectáreas de extensión y más de 200 mil tumbas.
“Otros años, entre los dos días (1 y 2 de noviembre), tenemos arriba de 100 mil visitantes, es una feria: está lleno, chocas con la gente, aquí tienes tu relleno, tu chilate, tus bolillos”.
“Hoy la diferencia es muchísima, no tenemos ni el uno por ciento de lo que se ha acostumbrado año con año, es mediodía y han llegado 50 personas, ¡ahorita no tenemos nada, nada, nada!”, exclamó.
El encargado del panteón municipal de Acapulco aseguró que cada uno de los 33 trabajadores que tienen bajo su responsabilidad una sección del cementerio ya estaban preparados desde el miércoles pasado para recibir a los miles de visitantes.
“Ahorita estaríamos corriendo”, dijo una de las trabajadoras en la entrada del panteón, al que si acudes te recibe con un árbol en el piso que a su vez derribó un poste de luz.
“Hoy nada más vienen a ver cómo están las tumbas”, completó otra trabajadora del panteón municipal de Acapulco, y es que si bien es antiguo -su inauguración data de 1945- y está saturado, la constante es ver árboles, troncos, o en el mejor de los casos solo ramas sobre las tumbas, además de cruces de cemento o mármol partidas por la mitad o en varias partes, pero todas en el piso entre pasillos vacíos.
“Desafortunadamente el panteón está destrozado, el 90 por ciento de los árboles están caídos, están sobre las bóvedas, las lápidas”, aseveró Santiago Escutia, quien contó que al cementerio a su cargo sólo han llegado un par de víctimas mortales del huracán Otis.
“Tres cuando mucho, nos damos cuenta por el certificado de defunción o a veces pregunto pero con mucha discreción”, relató.
Antes de ponerse su gorra para cubrirse del sol de Acapulco, el encargado del panteón municipal le pidió a las autoridades no olvidarse de este cementerio, el más grande de Guerrero.
“Necesitamos que vengan a ver cuáles son las averías y empezar a reconstruir”, pidió para enseguida lanzar un gesto de optimismo.
“La gente tiene que venir, vamos a ver mañana cuánta llega y vénganos a visitar también cuando haya mucha gente, no nada más cuando estemos llorando”.
Esto también ha afectado a los comerciantes de flores, veladoras y otros aditamentos, quienes incluso tuvieron que rebajar sus precios a la mitad para que la pérdida sea la menor.
“No son las ventas de cada año, toda la mercancía se perdió, los locales se cayeron. No hay nada, de 20 personas que entraban en media hora, ahora entran dos, no hay venta”, dijo Ana Karen Pérez, quien relató que un ramo de flores de cempasúchil que en otros años vendía en 50 pesos, ayer lo hizo en 20.
“Se perdió mucha mercancía, ya muchos tenían sus coronas (de flores), se mojaron, se batieron, las veladoras, unas se mojaron, se llenaron de lodo, las flores, unas pudrieron”, explicó.
Pero al menos en el panteón municipal de Acapulco, ubicado en la colonia La Poza, pudieron ver a sus difuntos, sin embargo, el cementerio no abrió por las condiciones en que quedó, luego de que un espectacular y un anuncio fueran derribados por las ráfagas de viento de Otis que incluso la barda también cayó.
RM