Dos caminantes del Everest (última parte)

El trayecto a la base del imponente Monte los llevó a un profunda reflexión de la vida y la convivencia familiar.

"La familia es nuestra base y para mí de lo más importante que tenemos", entre las reflexiones que quedaron.
Nepal /

Por: María José Ramos León / Javier Ramos Salas 

Todas las dificultades se desvanecían al ver las vistas y contemplar el lugar tan increíble en donde estábamos. Cada día la naturaleza iba cambiando, cada día conocíamos gente de distintos lados del mundo y cada día nos acercábamos más a nuestra meta, lo cual era una constante motivación.

MARIJOSE: Otra de las cosas que disfruté mucho fue que al ir caminando cada quien iba concentrado en lo suyo, te da tiempo para reflexionar, desconectarte de “tu mundo” y conectar más contigo y con los que te acompañan (mi familia). Para ti papá, ¿qué fue lo más padre?

JAVIER: Estar conectado con los Himalaya, todos los días, en el camino, al descansar, desde el lodge y aun desde la ventana enclenque de mi habitación, a cada momento, esa conexión era un deleite. Cuando iniciamos el recorrido en Lukla, una caminata más o menos ligera pero prolongada por las cañadas del bosque tupido de pinos y encinos, cruzando una y otra vez el río Duth Koshi a través de sus puentes colgantes, todavía no notábamos la presencia física de la famosa cordillera.

Pero la emoción de iniciar el camino tantas veces soñado y para el cual nos habíamos preparado a conciencia, valía por todo y lo hacía diferente a todos los campamentos que hasta entonces había tenido. El himno de tu mamá y mío, que lo es de mucha raza senderista de mi generación, súbito se hizo presente: “¶ Todo pasa y todo queda pero lo nuestro es pasar/ pasar haciendo camino, camino sobre la mar ... Caminante no hay camino, el camino se hace al andar......¶”

Ese primer día llegamos a la villa de Monju, ya casi al obscurecer, cansados pero felices después de una caminata de 14 kilómetros.

Al amanecer del día siguiente, antes de las 6, desde la ventana de mi cuatro contemplé por primera vez la silueta de las grandes montañas nevadas. A partir de ahí, quedé atrapado por la presencia imponente del Himalaya.

MARIJOSE: Otra de las cosas que me gusto fue conocer la gente local de los Himalaya. Es impresionante la fuerza y serenidad de los Sherpas y porters. Los Sherpas son el grupo étnico que vive por esa zona, veíamos que está en su naturaleza subir esas montañas, son alpinistas natos, muchos de ellos guías que llevan a los escaladores a la cima del Everest y otros picos de la región.

A falta de transporte, los porters o cargadores son los encargados de subir todo tipo de cosas a las montañas: cargan desde maletas de turistas, como nosotros, hasta tanques de gas, varillas de construcción, triplay, abarrotes, etcétera. Te impacta ver lo que cargan y más la facilidad y agilidad con la que lo hacen.

JAVIER: Lo que me recuerda a Tabir (alias Toby) nuestro guía Sherpa. Que tipazo. Desde niño recorre los Himlayas, en algún tiempo fue porter, luego cocinero en el campo #2 del Everest y ahora ya ascendió a la categoría de guía. Pero su apoyo incondicional para darte la mano, cargar tu back-pack cuando te veía cansado, darte frases de aliento en los momentos difíciles, se lo agradecimos en el alma. 

De sonrisa franca y carcajada fácil, el buen Toby es un cuate generoso (compasivo en el sentido budista del término), sin ningún viso de maldad.

MARIJOSE: Sí, sólo le faltó terminar cargando con nosotros.

JAVIER: JaJa lo hubiera hecho si tu mamá y yo no decidimos detener la marcha. No fue fácil tomar la decisión porque el objetivo original era el campamento base, pero la altura cada vez nos afectaba más y más. De seguir, hubiéramos sido un lastre. 

Arriba de los 4,500 metros batallaba mucho con la respiración, sobre todo en la noche, en la cama, donde sentía más la falta de oxígeno. En todo caso, ya nos habíamos apropiado de la belleza del camino y del espíritu del Everest. El camino se convirtió en nuestro leitmotiv, y así pensado lo único que nos pudo fue no haber llegado contigo y tu hermano al campo base.

MARIJOSE: Sí, nos causaba mucha ilusión llegar a la meta juntos. El día que tú y mi mamá se regresaron me pudo porque quería que llegáramos los cuatro a la meta. Ni modo, Juan Carlos y yo le seguimos; el camino se fue haciendo un poco más difícil por la altura pero a la vez nos íbamos adentrando más en la inmensidad de las montañas. 

El octavo día, día de la llegada al campo base, fue definitivamente el más difícil. El frío se te metía por todos lados,ahora sí cada paso nos costaba.

Cuando ves de lejos el campamento base te llenas de energía y adrenalina por llegar. Al fin se pudo, ese día 3 de abril llegamos. La fecha era aún más significativa porque era tu 65 cumpleaños, papá. Estábamos unas 40 personas, todos muy emocionados por haber llegado. 

En el campamento base no hay mucho que ver, de hecho la vista hacia el Everest no es completa pues te tapa un primera montaña que creo es parte del mismo Everest. Lo que encuentras ahí es más conmemorativo. Estuvimos alrededor de una hora y era tiempo de regresar. 

A partir de ese momento todo se volvió más fácil, primero porque al bajar vas agarrando aire y también creo que al cumplir el objetivo sueltas el cuerpo.

JAVIER: Las montañas tienen un extraño imán, una fuerza interna que nos empuja ir hacia ellas. Su majestuosidad impone, nos llama, así que siempre que nos es posible vamos a caminarlas y disfrutarlas. Allá arriba hay una sensación de libertad a la vez que de unidad con el mismísimo universo y con tus compañeros de travesía, en este caso ustedes, mi familia.

Estábamos conectados con el camino: amanecía, respiraba hondo para alimentar mis pobres pulmoncitos con aire puro de la montaña, meditaba leve y me ponía en línea directa con el cielo. Esas vivencias quedaron grabadas en mi memoria.

MARIJOSE: A mí me gustaría recordar y poner en práctica lo que vivimos esos 11 días en el camino. Primero, cualquier meta que tenga, ya sea personal o de trabajo, recordar que las metas se construyen día a día. Segundo, no abrumarme por el mundo consumista en que vivimos y recordar que las cosas y momentos simples y sencillos muchas veces son los más valiosos. Tercero, la importancia de la convivencia familiar.

La familia es nuestra base y para mí de lo más importante que tenemos, con la rutina, pendientes, etcétera, se nos olvida realmente conectar. Me gustaría estar más presente en mis relaciones y disfrutar realmente de ellas.

JAVIER: Excelente hija, esta ha sido una aventura aleccionadora. Hay que seguirle en la práctica del montañismo. Qué te parece si acortamos la meta y a la siguiente nos vamos a Jimulco. Son nuestros Himalayas laguneros. Está fregón allá arriba.

MARIJOSE: Ya estás, te llevo de porter.


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