Abuelas de VIDA en La Laguna de Durango: ejemplo de valentía, fortaleza y perseverancia

Estas mujeres se hicieron cargo de sus nietos tras la desaparición de sus hijos, su principal reclamo son las promesas incumplidas del gobierno saliente.

Además del dolor de desconocer el paradero de sus hijos, también tienen la obligación de sacar adelante a los nietos. (Manuel Guadarrama)
Isis Rábago
Gómez Palacio, Durango /

El Grupo Víctimas por sus Desaparecidos en Acción (VIDA) Laguna A. C. se conformó por un grupo de personas con el dolor de enfrentar la desaparición de un familiar, quienes decidieron unirse para llevar a cabo las búsquedas de sus seres queridos con sus propio esfuerzo y recursos, luego de conocer y sentirse amparados por la Ley General de Víctimas.

Aunque al principio era un grupo reducido, actualmente en la Región Lagunera son cientos de familias agrupadas, debido a la necesidad de atender a más personas en esta situación, crearon la coordinación Laguna Durango del Grupo VIDA A. C.

En esta coordinación encabezada por María Guadalupe Delgado Sandoval, en su mayoría son mujeres quienes cada día se levantan pidiendo tener algún indicio, pista o cualquier información que los lleve a dar con el paradero de su ser querido, no importa si esto implica tener que buscar en un lugar, levantarse temprano, en el verano, con el termómetro que rebasa hasta los 45 grados en el exterior, o en invierno en las bajas temperaturas, las fuertes tolvaneras, caminar en terrenos sinuosos, cargar herramientas e inclusive dejar de comer o hidratarse mientras realizan las búsquedas.

Abuelas del Grupo Vida, ejemplo de fuerza y valentía 

Dentro de este grupo, también se encuentran mujeres quienes llevan una carga más pesada aún, son quienes además de tener el dolor de desconocer el paradero de sus hijos, también tienen la obligación y responsabilidad de sacar adelante a los nietos que se quedaron sin su padre o madre, a veces sin fuerza de levantarse, sumidas en su pena y en la mayoría del tiempo, con la incertidumbre económica porque no tienen apoyo, después de tener contemplado que su etapa de educar y estar a cargo de una persona ya había concluído, deben empezar de nuevo.

Marisol Sotomayor Márquez es una abuela joven, desde hace tres años se unió al Grupo VIDA Laguna A. C. debido a que su hija María Gabriela desapareció en Mazatlán en 2019, cuando tenía 26 años. Dejó tres niños, actualmente de siete, 12 y 14 años.

Marisol se hace cargo de los dos mayores, mientras que el menor está a cargo de la abuela paterna, porque la vida de por sí es difícil y en una situación económica resquebrajada aún más. Desde la desaparición de su hija, cambió totalmente su entorno.

“Yo soy la que navego con ellos, me tuve que salir de trabajar para poder cuidarlos”, expresó.

Aunque tiene una pareja que la apoya, no es al cien por ciento, por eso debe buscar la forma de tener más ingresos y hace pan, tamales, lo que esté a su alcance para completar, en el caso de sus otros hijos, resalta que solamente una la apoya con sus nietos.

Vive en la colonia Fidel Velázquez o mejor conocida como Chapala de Gómez Palacio y con lágrimas en los ojos, refleja la profunda tristeza de tener una hija de la que no sabe qué le pasó y dónde está, así como de ver a unas personas que van creciendo sin su progenitora. 

“No es lo mismo dar el amor de una abuela que de la madre”, indicó.

Señala que sus nietos son rebeldes, pero el más chico es el que más le preocupa y entiende su conducta, porque extrañan a su mamá. Pese a su difícil situación económica, hace el esfuerzo necesario para enviar a sus nietos a la escuela, los más grandes ya en secundaria, por eso hace un llamado a las autoridades, pues aunque hubo promesas de establecer un Programa de Fondo de Apoyo para los menores en esta situación, el gobierno del estado saliente no cumplió.

"Fui amenazada, dejé varios años de buscarla"

Otra de las abuelas del Grupo VIDA, Ana Isabel Barraza Cardiel, se unió a la organización desde hace cinco años por la desaparición de su hija, quien estaba por cumplir 20 años, pero a partir de estos hechos, se quedó a cargo de dos nietos, en ese entonces de dos y tres años de edad.

“Yo las miraba y decía que fuertes señora de andar buscando, porque cuando desapareció mi hija en el 2008 yo fui amenazada… yo dejé varios años sin buscarla porque me amenazaron que quitara denuncia y pues me cruzaron de pies y manos”, lamentó.

La tristeza de Ana Isabel también está acompañada de culpa, por no haber empezado a buscarla desde el momento de su desaparición, pero también en Grupo VIDA ha encontrado un apoyo y un consuelo para encontrar fuerzas y sumarse a las acciones, por el bien de sus otros hijos y principalmente los dos nietos ahora de 16 y 17 años.

Actualmente vive con su esposo y con los dos adolescentes, su sostén económico se basa en el sueldo de su marido, pero además ella vende tamales. 

“Desde que desapareció mi hija, yo antes vendía, y ella me dijo que ya no quería que vendiera, yo ya no iba a trabajar, al desaparecer mi hija tuve que sacar adelante a mis nietos porque eran de leche y pañales en ese entonces todavía los dos”, mencionó.

Recuerda que la situación económica era más difícil, pues eran su esposo, sus tres hijos y los dos bebés.

Durante un año estuvo en depresión, por lo cual su madre tuvo que trasladarse de Francisco I Madero, Coahuila a vivir con ella en Gómez Palacio para ayudarla.

“Yo estaba sin bañarme, sin nada, nada puro llorar y dormida, no atendía ni a los niños de mi hija, mi mamá me decía que le echara ganas, yo le decía que me quería morir, yo no quería la vida sin mi hija y pues viendo a los niños me recordaba y era puro llorar… y luego amenazada sin hacer nada, hasta que ya esta señora Linda (otra integrante) fue la que me ayudó a meterme al grupo vida”, respondió.

Aunque señala que las personas le dicen que se ve aún muy joven para tener unos nietos de esa edad, ella señala que se siente cansada y acabada, después de 14 años de no saber que pasó con su hija.

Investigaciones no avanzan, no hay resultados

María del Consuelo Martínez de 63 años, vive en la Rubén Jaramillo en Gómez Palacio y se unió a la organización porque en el 2010 desapareció su hijo en la colonia Filadelfia del mismo municipio.

“Era DJ, iba a una tocada a Torreón, pero iba a recoger a unos amigos y ahí desapareció a la entrada, por la de Ingenieros”, refirió.

Su hijo dejó dos niños y en el año de su desaparición el varón tenía 11 años y la menor tres, actualmente están a cargo de su madre biológica, pero señala que los continúa viendo y apoyando dentro de sus posibilidades.

“Ahorita mi nieto el mayor ya es enfermero, a gritos y sombrerazos le dimos su carrera de Enfermería, él se acaba de recibir de enfermero y la niña pues está en la prepa, pero igual, su mamá trabajando y nosotros ayudándola en lo que podemos, pues ahí la llevamos”, señaló.

En su situación, el igual que en la totalidad de los casos que se encuentran en el Grupo VIDA, las investigaciones no avanzan, pese a todos los esfuerzos que hacen para exigir a las autoridades realizar el trabajo que les corresponde y no niegan el apoyo obtenido, sin embargo, no hay resultados.

Quiso ser abuela pero le arrebataron a su hijo

María Alicia Gaspar Dueñas, aún con sus 71 años de edad, tiene el deseo de acompañar a las búsquedas del Grupo VIDA, organización de la que es parte desde hace cuatro años, con la voz quebradiza a punto del llanto, señala que no puede hablar mucho porque su herida aún está muy latente, aunque su hijo lleva desaparecido desde hace 14 años.

En ese momento recuerda que iba a cumplir 23 años, era soltero y su sostén económico, trabajaba en una fábrica de ropa, tiene otros hijos, pero las tragedias continuaron llegando, pues uno de ellos fue atropellado en el periférico y lo dejaron discapacitado, el otro recientemente se quedó sin trabajo, por lo cual no tiene ingresos.

“Ahorita estamos tratando de que el Gobierno nos ayude, porque el grupo también necesita apoyo y nosotras como madres de desaparecidos necesitamos un apoyo constante, no es nada más por un día ni por un ratito”, recalcó.

Con tristeza habla sobre la posibilidad que tuvo de ser la abuela de los hijos de su hijo desaparecido, pero esa oportunidad se la arrebataron esa noche, cuando a pesar que le aconsejó que no saliera, que al cabo ya le había comprado los “tamalitos” para su cena, él le dijo que no tardaba mucho, ya que no tenía ganas de salir con la persona que lo había ido a buscar y a quien no había visto desde hace alrededor de un año.

“No queremos que se encuentren en nuestros zapatos"

Mientras que en el Estado de Coahuila existe el Programa de Atención a Familiares de Personas Desaparecidas (Profade), que también sirve de apoyo para atender a los hijo con padres desaparecidos, en el Estado de Durango las personas en esta situación no tienen un apoyo económico para hacer frente a esta problemática, además de cargar con el dolor de no saber el paradero de su familiar, también deben enfrentar la preocupación económica. 

La coordinadora del Grupo VIDA en La Laguna de Durango, Guadalupe Sandoval, señaló que el Gobierno del Estado de Durango, a cargo de José Rosas Aispuro Torres, había prometido crear un programa similar para brindarles apoyo, sin embargo, a días de concluir, no cumplió con sus promesas.

Ante esto, el llamado de las familias de personas desaparecidas, es al gobernador electo, Esteban Villegas Villarreal, a tener mayor sensibilidad y con base en la Ley General de Víctimas, brindar un respaldo a las personas que enfrentan la desaparición de un familiar.

GERR

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