Hermanos Martiniano y Esteban mantienen viva la tradición de tejer con fibras naturales

La normativa ambiental ya no les permite cortar su materia prima donde antaño.

Martiniano y Esteban González Cruz. (Rolando Riestra)
Lilia Ovalle
Lerdo, Durango. /

Martiniano y Esteban González Cruz, saben mover aceleradamente sus manos pues mientras platican van tejiendo. En el caso de Martiniano para la entrevista conversa un poco más que Esteban, quien demuestra una destreza extraordinaria mientras su dedos enlazan la fibra para elaborar una pequeña naza

La pieza estaría terminada en una hora en tanto que cosas más grandes, como un sillón, se llevan un día entero de trabajo.

Ellos viven en Ciudad Juárez y son conocidos y apreciados por los vecinos. Se trata de los últimos artesanos que mantienen viva la tradición de tejer con fibras naturales, pero su municipio se ha ido transformando tanto como los jóvenes que lo habitan y por un lado, la normativa ambiental ya no les permite cortar su materia prima donde antaño, en tanto que los jóvenes prefieren otras actividades que no demanden concentración ni tanta paciencia.

“Desde los ocho años yo empecé haciendo sillitas. Me enseñó mi papá y a él su papá porque era de Nazas, mi abuelo se llamaba Martiniano González Quiroga. Mi papá Jesús González Ramos y yo soy Martiniano González Cruz. Antes hacíamos canastas para las tortillas, y lo más elaborado era un sombrero; en la canasta se van unas dos horas pero el sombrero es más laborioso y se lleva todo un día tejiendo porque acarreando el material se lleva más”.

Don Martiniano apuntó que la tradición se preserva aunque se mantiene en riesgo porque antes la materia prima se obtenía en las inmediaciones del río, a poca distancia de su casa, pero poco a poco fue escaseando porque antes el río era libre. Pero ahora corre sólo si abren las compuertas de las presas. A ello se sumó la industrialización de una zona que aún se percibe rural, aunque ya sin agua.

“El río siempre corría y se estaba reproduciendo, y un poquito ya después ya no corría sino ya nada más cuando venían las avenidas para sembrar el maíz y para el riego; duraba una temporadita, unos dos o tres meses y luego quitaban el agua y hasta que daban el riego de auxilio volvía a venir, y eso fue acabando. Y luego se hizo la termoeléctrica y también y perforó, creo 18 pozos y eso hizo que se bajara el nivel del agua”.

Don Martiniano dijo que siempre se supo que en Lerdo había una reserva subterránea de agua que alcanzaba para sus habitantes e incluso para dotar a otras ciudades en caso de emergencia, pero a raíz de la sobreexplotación los mantos acuíferos no se repusieron y se fue terminando, de tal suerte que en la riviera sólo hay mezquites en las gavias, mismos que sustituyeron a los sauces y álamos que eran la materia prima con la que ellos trabajan.

“Este es mimbre y se daba aquí en el río, pero ahora lo conseguimos en los arroyos; en el arroyo de Nazareno o en el arroyo de Las Mercedes. Al arroyo de Pedriceña, es allí donde llegamos y lo cortamos. A veces tenemos qué pedir permiso a los ejidatarios para que nos dejen entrar, y sí, casi siempre nos dejan porque siempre nos han visto allí, recogiendo varitas”.

Esteban escucha y trabaja. Pero también acepta que la modernidad alcanzó a los muchachos del pueblo porque antes el oficio se aprendía para mantener a una familia pero ahora se estudia en la escuela. Mientras Martiniano decidió estudiar en la normal para ser maestro, Esteban toda su vida la aplicó en la artesanía.

Estos artesanos recordaron que su papá les enseñó a temprana edad a tejer, lo que les permitía vender las piezas terminadas y guardar el dinero en la caja de ahorro de la escuela primaria. Así lograban tener cómo comprarle un regalo a su mamá durante el 10 de mayo y para otros gastos y gustos.

Ya adulto, Martiniano se fue como maestro al sur, y tiempo después regresó a La Laguna, donde retomó su tejido. Ahora venden sus piezas en Torreón, con clientes establecidos y otros más salen de improviso. Pero no tienen alumnos que quieran aprender en su comunidad su oficio, por lo cual el año entrante podrían poner un taller de tejido para enseñar y preservar el oficio.

EGO

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