Sin más que ofrecer que una canasta con hierbas como gordolobo, laurel, víbora, orégano y yerbanis, Francisco y José son dos jóvenes que provienen de la sierra tarahumara huyendo primero del frío y de paso de la violencia que se da en la región, llegan a La Laguna con la esperanza de poder sobrevivir ellos y sus respectivas familias que vienen en unos cuartos y sostenerse mediante las ventas que realizan.
Francisco de 16 y José de 14, caminan sonrientes por los pasillos de la plaza principal de Lerdo, ambos con la indumentaria de su tribu a base de tela de manta blanca y huarache de llanta, con una mirada inocente, juguetean entre ellos, como esos niños que ya en las zonas urbanas no se ven, al menos que rían cuando como robots caminan observando su smartphones cuando reciben un whatsapps, un video o un meme.
Platican que desde hace tres días llegaron desde la sierra Tarahumara, huyendo de las bajas temperaturas que azotan esta región desde Cuauhtémoc hasta Parral y más hacia arriba en la parte serrana, por lo que llegan acompañados de sus padres y hermanos. Son cinco en la familia de Francisco y seis en la de José quienes llegaron a una casa allá por el canal Sacramento, donde les rentan unos cuartos.
Aseguran que vienen con la intención de trabajar, de obtener un dinero que les permita comer y pagar la renta. No aspiran más, que sobrevivir según les comparten sus padres y por ello ayudan con la venta de hierbas curativas; sin embargo, ven con tristeza que la gente les tiene desconfianza, pues no les quiere comprar.
En su canasto hecho con sus propias manos como parte de su artesanía, llevan varias bolsitas, pues la víbora es buena para la gripe; el yerbanis para limpiador de estómago, el laure para los guisos y el gordolobo para la tos.
Sin embargo, dicen con tristeza que casi nadie les compra, pues desconfían, pues sólo algunos si se acercan y piden llevarse algunas bolsitas.
“Para sobrevivir necesitamos vender las hierbas, pero la gente no compra y eso nos orilla a pedir dinero; pero más que pedir, queremos que nos compren algo de nuestras hierbas”, dicen.
Otro factor al que le temen allá en su tierra de origen es la inseguridad y la violencia por grupos narcos, por lo que venir acá es otra alternativa de supervivencia, teniendo que dejar también su escuela, pues cursan la primaria allá en la sierra, Francisco está en cuarto y José en tercer grado.
Por último, insisten en la necesidad de que la gente no los rechace, que los considere en su posición y pueda en lo posible ayudarlos, pues se ven en la necesidad de salir de su propia tierra no en busca del sueño americano como sucede con venezolanos o centroamericanos, sino su única ambición es sobrevivir con un techo y una comida caliente. Nada más.
ARG