Turismo regresa a Mapimí por su gastronomía, ecología... y ovnis

Los pobladores de La Flor y Ceballos están listos para recibir a las personas que deseen vivir una experiencia única en el semidesierto.

Turismo en zonas de Mapimí respiran de nuevo, tras año de pandemia. | Manuel Guadarrama
Luis Alberto López
Laguna /

Luego de un año de inactividad por la pandemia del covid-19, los diferentes espacios turísticos de La Laguna de Durango ven una luz al final del túnel con su reactivación. De tal modo que los pobladores en comunidades como el ejido La Flor (perteneciente a la Reserva de la Biósfera de Mapimí) están listos para recibir a las personas que deseen vivir una experiencia única en el semidesierto. 

“A nosotros nos afectó mucho la pandemia, pues de ahí dependen algunas familias. El año pasado ya había reservaciones que se tuvieron que cancelar, pues normalmente la gente viene los fines de semana y al año teníamos hasta 4 mil gentes”, expone Ernesto Herrera, habitante del ejido. 

Indica que algo que atrae a las personas foráneas es el misterio y los mitos que giran en torno a la famosa Zona del Silencio. 

“Al sitio se le considera como un mito y la gente viene porque quiere ver extraterrestres o naves espaciales. Todo es un gancho, pero se tiene un área para ver algunas especies de flora y fauna”. 

Sin embargo, dicha zona cuenta también con numerosas especies de flora y fauna endémicas, tales como la tortuga Bolsón que está protegida desde 1978 por estar en peligro de extinción. En general hay 403 especies diferentes de plantas y 207 de animales vertebrados, según el propio portal de la reserva. 

“Se habla de los orígenes de nuestros antepasados, la historia del rancho y la conservación. Los paquetes ofrecen un recorrido a la Zona del Silencio que la tenemos a unos 45 kilómetros y de hecho en la ida y vuelta hablamos de unas cinco o seis horas”, agrega Herrera. 

Los pobladores también acompañan a la gente en el recorrido por un sendero interpretativo para conocer la variedad de plantas medicinales y su uso, además de que se puede visitar un área de observación de aves migratorias en el cerro de San Ignacio. 

“Manejamos paquetes que incluyen actividades como entrada al museo, recorridos interpretativos, una actividad de monitoreo de tortuga, elaboración de quesos, pan ranchero, ojo de Dios, atrapasueños y caminatas nocturnas”, refiere Julia Martínez Robledo, coordinadora de las labores en el ejido La Flor. 

Además de los recorridos y la visita al museo comunitario, destaca que también cuentan con espacios para brindar alimentación y hospedaje en cabañas a sus visitantes, además de zonas para acampar al aire libre con área de sombra, fogateros, mesas tipo picnic, área de juegos y baños ecológicos. 

“Empezamos a recibir gente de nuevo hace como un mes y por persona el paquete de hospedaje una noche cuesta mil 450 pesos. Las personas interesadas pueden ingresar a la página www. zonadelsilencio.com.mx donde vienen los teléfonos a que puede comunicarse para hacer sus reservaciones”.

Apostar por el apoyo de la economía de un poblado

A los atractivos que tiene Mapimí se suman establecimientos con servicios gastronómicos únicos como el del restaurante Nuevo México. 

La empresaria y propietaria María de los Ángeles de Llano Marín es de las personas que apuestan por la economía de Mapimí y más concretamente de Ceballos con este espacio que ya era tradicional desde hace una década, pero que recién comenzó una nueva etapa bajo su administración. 

“Primero que nada conocemos a Ceballos. Nosotros nos dedicamos a la construcción desde hace muchísimos años y tuvimos una obra grande en lo que aquí es Ceballos, pero al ir y venir todos los días durante un año me doy cuenta que hace falta algo bonito y agradable”. 

Destaca que el poblado ahora cuenta con un sitio moderno, pero con un estilo clásico que les permite también a sus visitantes disfrutar de una variedad de platillos típicos mexicanos, vinos y licores. 

“Es un lugar donde puede venir todo el mundo a deleitar nuestros platillos, pasar un rato agradable y tomarse una copa, pero sobre todo que es un sitio que recibe mucha gente en estos meses por la siembra y cosecha de melón”. 

Dice que contar con un establecimiento así también sirve para cerrar el círculo de lo que gira en torno a Ceballos con atractivos dentro del mismo municipio de Mapimí. 

“Está muy cerca el Puente de Ojuela y la Zona del Silencio que son lugares muy bonitos para visitar y conocer su historia, pero también ya pueden venir a conocernos y comer”. 

De Llano Marín indica que tardaron cuatro meses para concretar las remodelaciones del restaurante que fueron entregadas formalmente el pasado sábado 12 de junio con la presencia de diversos invitados como la alcaldesa de Mapimí, Marisol Peña Rodríguez; Luis Enrique Benítez Ojeda, diputado duranguense y líder político; así como de Fernando Reverte Granados, presidente de la Junta de Gobierno en el poblado de Ceballos. 

El espacio brinda de manera directa empleo a 25 personas en dos turnos, aunque por la temporada de siembra y cosecha de melón que también tiene que ver con una feria especializada se abrirá uno adicional para operar las 24 horas y generar ocho fuentes laborales más.

 

“Agradecemos y la felicitamos porque están contribuyendo para que nuestra economía se reactive. El poder darle este tipo de servicios a nuestros turistas es de gran prioridad, pues tenemos un municipio que es Pueblo Mágico con una reserva como la Zona del Silencio”, resalta la primera autoridad municipal.

Feria del melón, para julio

La alcaldesa de Mapimí, Marisol Peña Rodríguez, destaca en entrevista que para este 2021 se retomará la tradicional Feria del Melón en el poblado de Ceballos y que prevé una derrama económica importante, además de actividades culturales relevantes aunque con las medidas restrictivas que marca la pandemia por el covid-19. 

“Se va a hacer de manera cuidada y con los protocolos debidos. Tenemos ya un comité que se hizo para la feria que es el 4 de julio en la comunidad de Ceballos y en su fiesta patronal”. 

Refiere que debido al comportamiento en los números de contagios y el semáforo verde epidemiológico también ya hay condiciones para que funcionen los espacios turísticos de su municipio que está dentro de la denominación de Pueblo Mágico. 

“Se está reactivando y sabemos que la pandemia fue un tema muy complicado en todo el mundo. Ahorita poder traer a los turistas nos genera mucho apoyo y queremos que se reactive el turismo, pero que los hoteles y restaurantes nos ayuden”. 

Expone que el municipio tiene entre sus principales atractivos el Puente de Ojuela, la Reserva de la Biósfera de Mapimí y diversos museos, además de la Feria del Melón prevista para dentro de unas semanas. 

Con respecto a esto, la relevancia de la siembra y cosecha de esta fruta es tal que representa una de las actividades económicas más importantes de todo el municipio y destaca el poblado de Ceballos. 

Fernando Reverte Granados, presidente de la Junta de Gobierno, resalta que por año se siembran más de mil 500 hectáreas y representa el mejor en su tipo en el estado de Durango por su sabor.

¿Por qué es una reserva?

En 1979 por decreto presidencial se otorgó esta categoría al área conocida como el Bolsón de Mapimí, pues la finalidad era proteger a la tortuga y demás especies.

Es una de las primeras reservas que forman parte del programa internacional Man and Biosphere de la UNESCO tanto en México como América Latina. El 27 de noviembre de 2000 fue declarada como Área Natural Protegida.

La Biósfera está situada en la parte sur del Bolsón de Mapimí y en ella confluyen las entidades de Durango, Coahuila y Chihuahua. En su conjunto la superficie supera las 342 mil hectáreas.

CALE

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