La gente lo identifica, lo saluda, le platica, ríe con él, de sus chistes como de sus anécdotas, es Víctor Rivas Rodríguez, pero todos en la plaza de Lerdo, como en sus alrededores le conocen como “Hierberito”, quien recorre caminando el centro ofreciendo la venta de diversos artículos, desde encendedores, rastrillos como de hierbas naturales, pero su principal producto son las semillas de calabaza horneadas con sal de mar, con la receta de la casa dice.
Hombre afable, sonriente y educado, Víctor, de conflexion regular, alto y cabello ralo, camina con una mochila en la mano de la que como chistera de mago, saca los diversos productos que ofrece, además de los que lleva en mano que son sus clásicas semillas que están empaquetadas en bolsitas de papel canela y debidamente cerradas para mantener la higiene.
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Relata que ya son casi 31 años que empezó con su venta ambulante y que al paso de este tiempo no ha hecho riquezas, pero sí lo suficiente para que al lado de su esposa, poder sacar a sus hijos adelante, que sean profesionistas para que sean hombres y mujeres de bien.
Originario de La Loma en Durango
Nativo de La Loma, Durango, recuerda que en todo este tiempo y gracias a su actividad, ya conoce más gente de Lerdo, que de Gómez Palacio, que fue el lugar donde creció desde que era niño allá en la colonia Revolución por el rumbo de la Cruz Roja, donde conoció a su esposa, con quien procreó a cuatro hijos, todos ya profesionistas, casados y con seis hermosos nietos.
Dijo que además de gustarle lo que hace, le sirve de terapia para caminar mucho, ya que hace tres años le detectaron diabetes y luego al poco tiempo hipertensión, por lo que el ejercicio le ayuda a controlar sus niveles de glucosa como también su ritmo cardíaco, sin dejar de tomar sus hierbas como sus medicamentos para el control.
“Asi es mi vida, caminar aquí en la plaza de Lerdo, en el centro, como en el mercado Donato Guerra y ya encarrerados entrar a Presidencia Municipal donde tengo muchos clientes de años…de hecho he visto pasar muchos presidentes municipales, en su mayoría buenas personas, todos conocidos”, comentó.
Dijo que por lo general todos los días labora, salvo un día que preparan la vendimia, sobre todo cuando sacan la semilla, que la hace su esposa, pero además labora en una escuela, no como docente, sino en la cooperativa escolar ayudando a una hermana.
Gracias a Dios tengo aceptación, la gente me compra, desde unas semillas hasta dulcitos de propóleo para la tos y una riqueza adicional han sido los amigos que he logrado, pues puedo presumir que a diario consigo un amigo diario, si no por lo que le vendo, por los chistes que le cuento”. Concluyó.
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