Ejido El Venado de Arriba, un año sin agua en las llaves

Alrededor de unas 34 familias sobreviven llevando agua de una noria, que se encuentra a seis kilómetros de distancia, para luego almacenarlo en tinacos.

Ejido El Venado, Coahuila. l Roberto Amaya
Lilia Ovalle
San Pedro, Coahuila /

San Pedro de las Colonias, Coahuila, cuenta con 109 ejidos de los cuales 33 se ubican en la parte alta del municipio. Es en ese sector donde se encuentra El Venado (de Arriba) toda vez que existe una comunidad con el mismo nombre pero en la parte baja.

Allí tres decenas de familias se aferran a los recuerdos y sus patrimonios pues hace un año aproximadamente, sobreviven llevando agua de una noria.

Se resisten a la idea de abandonar la comunidad 

Se dice que los pobladores que cuentan con una camioneta se trasladan cada semana a un pozo para extraer el líquido, que luego almacenan en tinacos y otros reservorios, pero los que no cuentan con vehículos deben pagar por el servicio a sus vecinos, resistiendo así a la idea abandonar la comunidad pues además no tienen drenaje y por los alimentos deben ir al centro de San Pedro o del municipio de Francisco I. Madero.

Los entrevistados consideran que todo sería soportable con agua suficiente para las labores cotidianas, es decir, el aseo de domicilios, de ropa y el personal, pero también para cultivar sus parcelas o dar de beber a los animales de corral que les permiten obtener recursos para la subsistencia. 

Ejido El Venado en San Pedro, Coahuila. l Roberto Amaya

Elecciones y promesas 

El 2024 es considerado “Año de Hidalgo (chingue a su madre el que deje algo)”, expresión popular que se aplica al último año de cualquier gobierno para destacar la corrupción que prevalece dentro de las administraciones públicas.

Pero como ciclo sin fin, vendrá antes el periodo electoral, en el cual hasta el más humilde de los ciudadanos es visitado por los candidatos que le prometen lo imposible a cambio de su voto.

Esto lo sabe Victoria Valerio Pérez quien nació en el ejido. A sus 44 años de edad recuerda que en el pasado no se sufría el desabasto del líquido.

Problema se agudizó hace un año 

Fue hace aproximadamente 25 años atrás cuando comenzó a escasear el agua. Y esto se agudizó un año atrás cuando en el ejido Sofía de Arriba hicieron una pila que llaman Las cuatro comunidades.

“Según esto el tanque se llenaba y abastecía a Gavilanes, Purísima de Rubio, Sofía y aquí, El Venado, pero desde que la hicieron fue más la escasez; dicen que en una curva que hay, la gente toma el agua y para acá no nos llegaba tanta. A veces nos la echaban dos veces por semana o tres veces, antes era cada tercer día pero luego comenzó a faltar hasta una semana. Luego quince días y ahorita en realidad tenemos casi ya pegándole al año que no tenemos, no sale el agua por la red”.

Victoria dijo que hace un año atrás los pobladores acudían a las autoridades para exigir soluciones. Pero los grandes trayectos y las horas perdidas les hicieron declinar la protesta en tanto que sus representantes populares brillaron por su ausencia.

“Cuando íbamos más seguido, que empezamos a tener reciente el problema que fue cuando hicieron la pila esa que le digo, nos dijeron que para acá estaba muy alto (el terreno) y no subía el agua; entonces empezaron ellos que a rebombear para acá, pero nos daban agua dos horas máximo, era por tandeo. El que tenían de encargado le abría y a lo mejor él le contaba las dos horas pero en lo que llegaba aquí, nomás nos llegaba media hora así es que en realidad no llegaba. Luego la cortaban, se perdía la presión y ya no agarrábamos nada, además el agua llegaba hedionda, olía muy mal porque la que se quedaba estancada y salía sucia”, comentó Victoria que, recordó, también los hombres escarbaron en la tierra para buscar agua, pero sólo encontraban raíces secas.
En el ejido El Venado deben almacenar el agua. l Roberto Amaya

Ella al igual que sus vecinos sabe que todos los candidatos llegan en tiempo electoral, y también saben que las promesas se las llevará el viento porque ni aunque se firmen compromisos, éstos se cumplen.

“Siempre llegan a hacer sus promesas pero al final de cuentas nos quedamos con los problemas; por decirle, la verdad no sabemos si vaya a llegar el Agua Saludable hasta acá porque siempre nos dicen que es un lugar alejado y alto y a lo mejor siempre será ese el pretexto. Esperamos en Dios que no, pero casi casi creemos que eso va a ser lo que van a decir”.

Todos queremos agua: Gabriel

Luego de comprar las tortillas a un repartidor, Gabriel del Toro Calzada señaló que su mujer solo para lavar la ropa tiene que utilizar dos tanques de 200 litros.

El líquido lo reutilizan para aplacar la tierra y trapear dentro de la casa, pero aún así se debe pensar en otras necesidades aunque para preparar alimentos todos compran agua de garrafón.

“Aquí se necesita el agua, es lo que le van a decir, pusieron una bomba en una noria que está a un lado de la gasolinera, en El Dorado, atrás del ranchito; yo voy como unas tres veces a la semana porque como yo, que tengo unos animales, yo le traigo a ellos y a la mujer para que lave”.

El establo de Gabriel se ubica a poca distancia de su casa. Allí tiene 25 borregos y comentó que de los animales él no vive porque no es ganado de ordeña; sólo se aprovecha la lana en temporada y de vez en cuando puede vender un crío, por eso trabaja como jornalero en un establo ubicado en el ejido Sofía. Antes, cuando era más joven trabajó como obrero en una maquiladora.

Aunque considera que sus vecinos son gente honrada y los muchachos pueden dejar la bicicleta afuera de sus casas sin temor a que sea robada, el agua se convierte en un verdadero problema en el arranque del año.

Si aún en invierno hace falta, dice que no quiere pensar cuando sea verano

María Estela lleva 47 años viviendo en El Venado 

Sin oportunidades para jóvenes María Estela Saucedo Martínez tiene 47 años viviendo en el ejido y para sacar adelante a sus hijos les dio la posibilidad que ella no tuvo, la de estudiar.

Junto con su esposo se levantaba al alba; él para sacar a las cabras a pastar, y ella para levantar a sus tres retoños para que se fueran a la escuela. Luego solía hacer el aseo de la casa y se ponía a cocer pan tradicional. Estos oficios les permitieron a la pareja costear tres carreras.

Ejido El Venado (del alto) en Coahuila. l Roberto Amaya
“El Venado es el mismo pero la gente por oportunidades de trabajo se va más lejos. Por ejemplo, mis hijos tienen una carrera pero tienen que trasladarse a Torreón para agarrar otro trabajo mejor. Uno es mecánico automotriz, el otro tiene licenciatura en Comercio y Aduanas, y la muchacha es enfermera.

Ellos son mi orgullo pero tienen que pasarse a otro rancho para ir muy lejos porque a veces tampoco viene el camión, ese es otro problema que tenemos en la comunidad: la escasez de trabajo y de agua y pues mucha gente emigra. 

"Aquí no se siembra porque ya no hay agua, ya no llega. Para tenerla vamos a una noria pero tienes que trasladarte como a seis kilómetros. La que tiene troca porque la que no tiene qué pagar el flete, son 300 pesos por mil litros, dos tinacos nada más”.

María Estela acotó que la camioneta de su esposo está descompuesta y es por eso que la tiene que pagar. En realidad la vida en El Venado, dijo, es cara porque el comisariado ejidal no se mueve porque dice no tener tiempo en tanto se sufren las carencias.

“Antes había como unas ochenta familias, ahorita ha bajado a 34 familias, esto se puede agravar porque los muchachos se van. El mío más grande quiere ir a Ciudad Juárez a ver si tiene oportunidades de trabajo allá; los otros dos están aquí pero en enfermería tienes qué tener palancas para que te puedas acomodar. Mi muchacha ha metido donde quiera solicitudes pero no la han agarrado todavía.

“En la comunidad hay pocos, jóvenes casi no hay porque las chicas ya no tienen hijos. En unos diez años El Venado podría desaparecer porque nomás hay tres niños en el kínder; los de secundaria tienen que trasladarse a Sofía, agarrar transporte. Mi hijo, el más chiquito se va en bici porque no hay transporte y el maestro ya no quiso venir y él se va a Sofía de Arriba. Los señores grandes trabajan en ranchitos cercanos, en pequeñas (propiedades) son ordeñadores, tractoristas, hacen lo que pueden porque son jornaleros. Se van a donde haya vacas”

aarp


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