El paisaje en la parte baja del municipio de San Pedro de las Colonias, Coahuila, es dominado por decenas de hectáreas donde la siembra de forrajes predomina. Y aunque el clima y la calidad del aire mejoran, en el ejido Progreso las casas abandonadas, la falta de empleo y el consumo de opiáceos sintéticos están haciendo estragos en la comunidad.
De camino al rancho se observa que el agua en el canal de riego atrae a un rebaño de cabras que son pastoreadas en las inmediaciones del ejido Santa Brígida, mientras un hombre intenta llenar con tierra y piedras los baches en la carretera.
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De pronto llama la atención que, como reporteros, seamos vigilados. Sin saberlo entramos en una comunidad donde el consumo de cristal dejó sin luz a las fachadas de los domicilios; al usarlas como recipientes para consumir una dosis de la droga hecha a base de fentanilo, los muchachos lo primero que robaron fueron las bombillas pues el cristal se ha arraigado en los ejidos de la región.
La pobreza de Progreso se oculta tras el paisaje lleno de alfalfa que, paradójicamente, es hoy el cultivo rector en el desierto. Esta lógica obedece a la agroindustria y el forraje se siembra para mantener el hato ganadero lechero más grande de México y latinoamérica, dinámica que mantiene agotados los mantos acuíferos en La Laguna.
Ambientalistas consideran que este paisaje configura la construcción del neolatifundio en la región pues aunque los campesinos aún ostentan la tierra, son incapaces de sembrarla ante el alza de los insumos como las semillas y los fertilizantes. Ese es el contexto de la renta de la tierra y los derechos de agua.
Las personas se han ido ante falta de oportunidades, afirma señora Ventura
La señora Ventura Juárez Martínez accede a una entrevista. Y lo primero que explica es que en Progreso mucha gente se ha ido ante la falta de oportunidades, mayormente los jóvenes. Prueba de ello son las fincas abandonadas, algunas de las cuales dijo, se encuentran reducidas a tapias.
Ventura ha vivido toda su vida en el ejido y le ha tocado ver el deterioro en el pueblo porque aunque hay escuela, algunos papás ni siquiera envían a sus hijos:
“La verdad es que aquí no los mandan y mire, cuando era niña yo me quedé con ganas de estudiar. Este año cumpliré 68 años y ya hasta pensión me dieron, pero acá falta todo, batallamos mucho con el agua, no hay empleo y los muchachos andan perdidos con las drogas”.
Su amiga se llama Tomasa Pérez y ella confirma que los niveles de calidad de vida están reducidos en el ejido. Su esposo está enfermo de corazón y tiene cirrosis, en tanto que a ella le queda un muchacho en casa, quien tiene algún tipo de discapacidad.
“Aquí se trabaja en el campo o en la maquila, pero otros nomás andan en las drogas; sí hay mucha droga y mucho muchacho en eso… dicen que consumen crico y yerba. Cuando comenzaron aquí yo tenía focos normales y terminé quebrándolos porque si no se los llevan hasta los piden y no, cómo uno les va andar dando para drogarse. Cuando yo tenía de esos hasta los quebré”.
No hay centros de rehabilitación
Tomasa apuntó que en las comunidades no hay centros de rehabilitación por lo cual los muchachos deben ser internados en las ciudades de Torreón o Francisco I. Madero en lo que llaman granjas. Algunas veces regresan lesionados y traumatizados. Sin vencer la adicción al cristal.
Ventura comentó que cuando eran niñas, para conseguir el agua iban a Santa Eulalia y allí hacían pocitos de los cuales manaba el líquido a ras del suelo. Ahora no sale por la red y ella sufre hasta para sacarla con un botecito del tinaco debido a sus dolencias. Los que tienen “carruchita”, es decir, una camioneta, van por el agua a donde la encuentren.
“Yo ya nomás miro, ya no puedo. Tanto que caminé por el agua y ahora tengo tres patas”, expresó Ventura mientras miraba su bastón, y agregó que su vida hoy es esperar a que su hija le regale el líquido, y que pueda ver sus telenovelas y las noticias por Sky porque en Progreso no hay agua ni internet.
No hay muchos pero los habrá
Del ejido Tacubaya 2, el señor Isaías Ríos, acompañado por su amigo Mario Gándara, quien vive en el ejido San José de los Álamos, confirmó que los muchachos están corriendo peligro porque el cristal es una droga altamente adictiva que afecta severamente el sistema nervioso central y vuelve violentos a los consumidores.
Como en Progreso ellos tampoco tienen agua y dijo que les entregan el líquido “ora y ayer”, es decir, el viernes y jueves pasados; solo dos días durante la semana anterior, en tanto que las autoridades guardan silencio y “se lavan las manos” porque a los pueblos nomás llegan cuando se hacen las fiestas ejidales. Y luego no regresan más.
“La tierra que está sembrada es de Brígidas y yo tengo dos pedazos sembrados en Tacubaya, bueno estamos arrendando para la siembra de alfalfa para el establo Santa Mónica. La tierra se renta y el derecho del agua aparte porque los fertilizantes y las semillas están caros, no nos sale sembrar”, confiesa Isaías quien confirmó que los muchachos de su ejido andan en líos de drogas.
“Aquí también está igual, en todos los ranchos hay droga de esa”. Al hombre se le pregunta por las autoridades y respondió: “Aquí vienen a la retirada, cuando hay fiestecitas ejidales, pero no dicen nada para sacarlos de las drogas. ¿Quién los saca de las drogas? Antes salíamos a los bailes pero no había mariguanos, cerveza sí había, pero mire, todavía es mañana y la cantina la van a abrir ya”.
Prevención y combate
Al alcalde de San Pedro, David Ruiz Mejía, se le pide también una entrevista a la cual accede sin problema. Y confirma que las comunidades han sido afectadas por el narcomenudeo. Prueba de ello es que en el año se han realizado más de 300 detenciones de vendedores a baja escala por agentes de la policía preventiva. La estrategia implementada fue sectorizar la presencia de agentes municipales: cuatro sectores urbanos y tres sectores más en el área rural.
El primer sector rural abarca los ejidos de Rosita, Concordia y Urquizo; el segundo Mayrán, y el tercero justamente Tacubaya en la parte baja, donde se ubica el ejido Progreso. Asimismo se han instalado tres Centros de Rescate en el municipio, anteriormente llamados centros de rehabilitación.
Ruiz Mejía concluirá su administración durante el año en curso y dijo que trabajar sin recursos o fondos destinados a la seguridad ha sido un gran reto, aunque destacó que existe una excelente coordinación con la Secretaría de la Defensa Nacional y agentes de la Guardia Nacional, así como con la policía estatal.
Municipio sólo cuenta con 85 uniformados
El alcalde confirmó asimismo que en el municipio sólo se cuenta con 85 uniformados y en el estado de fuerza se contabilizan 16 patrullas de las cuales 4 fueron adquiridas durante el año pasado; se trata de camionetas jeep que pueden desplazarse con mayor seguridad en las comunidades rurales, en tanto se han establecidos comités o clubes de seguridad donde participan 2 mil ciudadanos que realizan vigilancia y alertan a las autoridades ante posibles accidentes o presuntos delitos.
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