Concordia, La Rosita y Urquizo, entre la falta de un drenaje eficiente y el brote del dengue

Autoridades trabajan a marchas forzadas para desazolvar los cárcamos de aguas negras

Ejidatarios viven entre brotes de drenaje y riesgo de dengue. l Manuel Guadarrama
Lilia Ovalle
San Pedro, Coahuila /

El silbato se activa para advertir a los habitantes que el ferrocarril cruza al momento por los ejidos. En medio de calles sin pavimentar en Concordia, La Rosita y Urquizo, en San Pedro de las Colonias, Coahuila, los lugareños se enfocan en las tareas cotidianas mientras trabajadores del municipio perforan para desazolvar los cárcamos de aguas negras lo más rápido posible y evitar que este problema añejo sea un factor de riesgo para la propagación del dengue.

Con 77 años de edad, María Concepción Hernández Puertas recuerda que siempre se ha padecido con el drenaje sanitario. Toda su vida la ha pasado en lo que se conoce como el barrio La Paloma Azul, en Concordia. Sentada en su silla de ruedas junto a sus tres perros, ella sabe que necesitan soluciones para que el agua negra deje de encharcarse en lagunas llenas de lama y larvas de mosquitos, y que el hedor se aleje de la comunidad, aunque en su casa utilice letrina.

"Vivo aquí desde que nací y con el drenaje hemos estado batallando siempre. Aquí sí había drenaje, pero siempre ha sido un batallar, siempre. Es una lata, aquí se atiende como se puede. Hemos tenido mucha escasez del agua, ya no hay, con el drenaje es peor porque para todo se necesita".

“Nomás yo vivo aquí, ya se fueron mi mamá y mi papá; mis hermanas están cada quien en su casa, y yo no me casé, por pendeja; tengo a mis perritos acompañándome. Del agua yo no batallo porque estoy agarrada de la fuente del agua, de la que va a los ranchos. Lo del drenaje, todo va para abajo, en la letrina. Aquí si tienen drenaje, pero andan batallando, este es el barrio La paloma azul en el ejido Concordia”.

Gobierno, en cuenta regresiva


El alcalde de San Pedro, David Ruiz Mejía, acepta que es en las comunidades rurales donde la población vive un estado de vulnerabilidad innegable, pues por las distancias por recorrer a veces no tiene un acceso inmediato al sistema de salud o carece de servicios básicos que en la mancha urbana se intentan resarcir a la brevedad. Esto, junto a los brotes de dengue clásico, obliga a realizar acciones emergentes.

“En el caso de San Pedro tenemos el 50 por ciento de la población en la cabecera municipal y el otro 50 por ciento en los ejidos, pero nuestro programa de atención a la salud, específicamente ahorita, de las brigadas que se están atendiendo con fumigaciones, haciendo equipo con el gobierno del estado a través de la Jurisdicción Sanitaria, hemos agendado todos los ejidos, acabamos de comprar una máquina especial que viene a fortalecer las brigadas de fumigación”.

Ruiz Mejía dijo que por ello se realiza un rol de atención para ejidos, colonias e incluso escuelas con la colaboración del personal de Protección Civil que se suma a las brigadas de la Jurisdicción Sanitaria No. 6 y el Departamento de Salud.

“Hemos estado atendiendo esta problemática que no es solamente San Pedro, sabemos que es un tema que se complica en La Laguna por ser una zona endémica, pero incluso en el estado la estadística, hay algunos municipios que hoy están en los primeros sitios de los casos que se han presentado y nosotros no podemos confiarnos, al contrario, ya que atender de manera permanente mientras pasa la temporada donde se presentan estas situaciones como es el caso del dengue”.

En cuanto a las acciones que desarrolla dentro de los cien días últimos de su gestión, David Ruiz refirió que los ejidos Concordia, La Rosita y Urquizo son prioridad en cuanto al tema del drenaje sanitario, sin dejar de lado que San Pedro de las Colonias tiene 74 comunidades rurales con población, motivo por el cual se aseveró que más del 50 por ciento de la obra pública se destinó a los ejidos.

“Esa es un área conurbada que si bien tiene una red de drenaje que, incluso ya es obsoleta, nosotros le invertimos mucho en esta administración en la reposición de algunas líneas de drenaje, faltan muchas cosas por hacer, pero estamos atendiendo allí en obra pública junto con el gobierno del estado; estas fueron obras que se complementaron por parte del gobernador para fortalecer los trabajos de atención a las líneas de drenaje”.

No obstante, el alcalde precisó que en otras comunidades donde no se cuenta con drenaje se hizo una inversión para el mejoramiento de calles que consistió en colocar pavimento e incluso cordonería para que en las temporadas de lluvia se evite el encharcamiento de agua de lluvia que sirve como reservorio para la larva del mosquito Aedes aegypti.

“De todo lo que va en la administración y en complemento con lo que ya realiza actualmente el gobierno del estado, fácilmente le hemos invertido unos 20 millones de pesos en diferentes tipos de obra en esta zona de Rosita, Concordia y Urquizo”.

En las escuelas zumban los mosquitos


Teresa Caldera se mantiene limpiando su calle mientras a pocos metros de distancia unos obreros rompen la tierra buscando la tubería del drenaje en Concordia. Toda la calle se mantiene con un intenso olor a heces fecales mientras los zancudos revolotean en las macetas y acechan zumbando cerca de los oídos.

“Toda una vida he estado aquí y desde que pusieron el drenaje no ha servido; no me va a creer, pero ya ni me acuerdo cuándo lo pusieron, pero a mi vecina se le sale todo el drenaje porque tiene su toma para el otro lado; yo hace ni mucho tuve también el problema porque como les digo a los de la obra, porque desde ayer andan ahí, y porque no encontraban el tubo, pero les dije que como soy la de la punta, pues se tapa siempre y me bota el drenaje”.

Teresa comentó que siempre que iba a la cabecera municipal a advertir a las autoridades sobre la situación del servicio público no la atendían, pero hace poco el problema, al menos en su casa, se vio minimizado, lo que agradeció porque su nieta recientemente se enfermó de dengue. Evelyn, hija Teresa y madre de Helen, refiere cómo fue el proceso de diagnóstico de su pequeña.

“Tuvimos a mi niña mala, faltó la semana antepasada a la escuela, fueron casi como quince días. Mi niña tiene siete años y se llama Helen; yo la llevé a la Cruz Roja, ahí fuimos primero y luego fuimos al Centro de Salud y ahí me la internaron; tenía mucha temperatura y dolor de huesos, no comía nada y le dolía mucho su cabecita. Dicen que es por las plantas y por la lluvia, pero no supimos dónde se infectó, por eso vinieron a fumigar en la escuela pero en las casas no”.

Ya nos acostumbramos a la peste


En Urquizo y La Rosita la postal es similar. Calles donde chorrea el drenaje e incluso agua estancada en los canales de riego, lo que incrementa los factores de riesgo para contagiarse con dengue.

María Dionisia Rivas Molina camina junto a un canal de riego, pues acudió al templo La Luz del Mundo para encomendarse a su dios. Ella, como la mayoría de las amas de casa, sabe que, como dicta la sentencia de William Blake, del agua estancada solo se espera la peste y los charcos de agua verdosa se corren muchos riesgos.

“Esto huele feo y genera animales. De las autoridades yo no he sabido nada; en un tiempo el agua se me regresaba por el baño, batallé mucho, pero le destapé con un cañito, pero yo sola pude, nomás estamos mi esposo y yo porque mis hijos ya se casaron, mi marido se sorprendió porque con todas las cosas que tengo que hacer sí pude; le metí un alambre y una bolsita de plástico y así lo destapé porque le estuve empujando hasta que se fue todo, eso fue hace tres meses, pero ya nos acostumbramos a la peste”.

Asimismo, Sanjuana Leticia Martínez Muñoz precisó que los casos de dengue en su cuadra se han disparado ante los brotes de agua negra. Originaria del ejido La Rosita, su domicilio lo tiene en Urquizo.

“Se tapa mucho el drenaje, aquí afuera de mi casa no, pero de las alcantarillas brota el agua, por eso ahorita no quiero salir; tengo una nietecita que vive en Concordia, pero nosotros la cuidamos hasta las dos de la tarde. Mi hijo ya se enfermó de dengue, pensamos que se enfermó en la fábrica donde trabaja, en Chávez, y duró dos semanas. De mis vecinos de enseguida ya se enfermaron y en la tienda, y si anduvieron con la maquinita, pero hace tiempo, como un mes”.

DAED

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