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El Bosque: este es el pueblo que fue devorado por el mar en Tabasco

Habitantes han sufrido desplazamiento forzado a consecuencia del cambio climático; es el primer caso de este tipo en México.

Miguel Fernando Valle
Tabasco /

La colonia El Bosque, ubicada en el municipio de Centla, Tabasco, es la primer comunidad en México que padece los estragos del cambio climático, pues el aumento del nivel de mar en su costa ha destruido, paulatinamente, calles, árboles y casas, forzando a sus pobladores a buscar un nuevo lugar para vivir.

Esta comunidad, de poco más de 150 habitantes, fue declarada por distintas ONGs como GreenPeace, Conexiones Climáticas y Nuestro Futuro, como la primera en todo el país, de la que se tiene registro oficial, en la que sus habitantes se han visto obligados a un desplazamiento forzado a causa del crecimiento del mar, ya que sus casas corren no sólo peligro de inundación, sino de derrumbe por las cada vez mayores oleadas.

"Definitivamente lo que estamos viendo aquí tiene mucho que ver con el cambio climático: el tema del aumento del mar, aumento en la frecuencia y el impacto de los fenómenos meteorológicos como los nortes y los huracanes, tienen que ver con lo que está pasando en El Bosque. También hay que entender que ésta es una comunidad particularmente vulnerable, como las hay muchísimas en nuestro país, como las hay muchísimas en la costa", dijo a MILENIO Pablo Ramírez, coordinador del programa Clima y Energía de Greenpeace México.

De acuerdo con las propias cifras de la comunidad, hasta hoy, han sido destruidas por el mar un total de 29 casas, de las cerca de 90 que tiene la colonia. Asimismo, se tiene registrado que 15 de las casas restantes están en inminente riesgo de derrumbe o de ser "comidas" por los altos niveles del mar. Dando por resultado que, cerca de la mitad de las casas que originalmente había en El Bosque, han desaparecido, o están por desaparecer, desde 2017 a noviembre de 2022.

Casas en El Bosque, Tabasco, ha sido derrumbadas por la fuerza del mar. | Liliana Collado

Por lo anterior, diversos pobladores han solicitado con urgencia la reubicación de sus viviendas, pues, consideran, de mantenerse la situación en la que actualmente se encuentran, es cuestión de tiempo para que el agua destruya sus hogares.

Para la señora Licha, originaria de Veracruz, pero asentada en El Bosque desde hace más de 30 años, la cuestión no es cómo podría verse afectado su patrimonio a causa del constante crecimiento del nivel del mar, sino cuándo ocurrirá eso. La situación, recalca ella, es insostenible. Un miedo constante que se repite año tras año, con la llegada de huracanes, tormentas, frentes fríos o nortes.

"Si yo tuviera otro patrimonio, de tonta estaría aquí. Para qué voy a estar con el Jesús en la boca año tras año. A veces ni dormimos por ese problema pensando: ¿será que vamos a amanecer? Pendiente de levantarnos a media noche porque no sabemos cómo está el mar, cómo está la lluvia, y eso es año con año. Ya estoy aburrida de esto, pero ni modo, no tenemos a dónde ir", dijo.

Los pobladores señalaron persistentemente que, a raíz de los percances ocurridos en el año 2007, cuando explotó una plataforma petrolera en el Golfo de México y la capital del estado, Villahermosa, quedó completamente bajo el agua, la situación en este poblado ribereño ha empeorado dramáticamente.

Desde hace poco más de una década, las condiciones de su hogar han cambiado con tanta prisa que ni siquiera pueden caer en cuenta de lo que ocurre, pues no terminan de atender a un vecino que perdió su casa, cuando otra ya está a punto de caerse.

Habitantes de El Bosque, Tabasco, abandonaron sus casas por el crecimiento del mar. | Liliana Collado

Por las noches, además del miedo a una esporádica tormenta o una marea extremadamente alta, también batallan con una contaminación lumínica a lo largo de toda su costa que, además, lleva consigo un fuerte olor a "algo quemado, como petróleo", que les pinta sus costas de negro, volviéndolas opacas. Situación que suma a las afectaciones que actualmente padecen los pobladores.

"Unos dicen que es el calentamiento global, otros que ya se nos acabó el planeta. Son cuestiones que parecen broma, pero vemos en la tele del calentamiento global, de ya no tirar basura al río. Nosotros, aunque hagamos todo eso, a lo mejor somos lo mínimo que contaminamos, porque con las plataformas petroleras se tiene el olor o la arena grasosa, el agua ya no es azul, eso nos afecta porque en las noches hay un olor horrible", dijo Doña Guadalupe, miembro de la colonia El Bosque.

Los olvidados. El abandono

Para algunos de los poco menos de 150 pobladores que aún viven en la comunidad ribereña, la situación que han padecido desde 2017, fecha en que cayó la primera casa, puede ser resuelta por las autoridades de los tres niveles. Un puñado de ellos considera que aún puede haber una solución en la cual no se pierdan más casas y, por ende, nadie más tenga que irse de El Bosque.

En su desesperación por no abandonar sus hogares, el lugar donde crecieron, las soluciones que proponen son las de crear barreras de contención con piedras, costales de arena o, incluso, la creación de escolleras que eviten el paso del mar a la comunidad.

"Cuando el mar baja se puede aprovechar para poner piedras, que se forme una escollerita, porque sí se puede, estoy segura que sí se puede. Tengo la fe de que el mar va a ceder y ya no va a afectar tanto las casas", dijo la señora Silvina Santana, oriunda de Veracruz, pero asentada en Centla desde hace más de 40 años.

No obstante a las nobles intenciones para con su comunidad, la gran mayoría de los pobladores aceptan las ínfimas posibilidades que tiene la colonia de salvarse de ser devorados por el mar, ya que han sido testigos silenciosos de cómo, en menos de cinco años, el agua del Golfo de México ha abarcado cerca de 500 metros de su costa.

La comunidad de El Bosque se enfrenta al desplazamiento forzado por el calentamiento global. | Liliana Collado

La alcaldesa del lugar, Apolonia, destacó la disponibilidad que ha habido por parte del gobierno local, principalmente de la presidenta municipal, de hacer frente a este problema. Las respuestas obtenidas, señala, son las de interceder por la comunidad ante otros poderes con tal de que las familias de El Bosque puedan ser reubicadas cuanto antes.

Sin embargo, una respuesta satisfactoria, además de tardada, se ve cada día más lejos de llegar. Los vecinos de la comunidad refieren, en su totalidad, que desde que solicitaron la reubicación de sus propiedades no han tenido ninguna respuesta clara o contundente; sólo promesas de apoyarlos.

"Quiero que se acuerden que nosotros existimos, que nosotros estamos aquí, vivos, que somos seres humanos, aquí está la vida de nosotros, la vida de mis hijos, la vida de mis nietos. Esto no es imaginario, es verídico; lo estamos viviendo en carne propia y las autoridades no nos toman en cuenta", dijo a MILENIO la señora Silvina.

El adiós a una vida

La resignación es algo que lastimosamente comparten gran parte de los vecinos de la colonia El Bosque. La idea de abandonar el que fue su hogar durante tantas décadas ya no es esporádica sino constante.

Contadas llegan a ser las personas que aún se aferran a mantenerse en su hogar rogando que, con el tiempo y la llegada del próximo huracán, su casa no sea la siguiente en ser destruida para luego quedar completamente bajo el agua.

Es una carrera contra el reloj. Es la prueba de que en México, en el año 2022, quedó oficialmente el registro, según los expresado por los trabajadores de organizaciones ambientales como Greenpeace, Conexiones Climáticas y Nuestro Futuro, que una comunidad se enfrenta al desplazamiento forzado víctimas del calentamiento global.

La historia, lejos de parecer única, no se vislumbra sino como un lamentable preámbulo de constantes abandonos de hogares.

"No me quiero ir, pero, si la necesidad me obliga, tengo que hacerlo. No es porque yo quiera, yo aquí vivo, trabajo, pero si tenemos que largarnos, yo me tengo que ir, no por decisión. Mi corazón está aquí", dijo a MILENIO  doña Lupe.

ROA

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