El 'Cristo Mariguano' de la Jacobo Meyer, amante del Libro Vaquero

Jesús Manuel es un lector consuetudinario de novelas en papel color sepia que no sólo compra, sino que además las revende o las cambia.

Jesús Manuel García Hernández nació y creció en el barrio Jacobo Meyer. (Manuel Guadarrama)
Editorial Milenio
Torreón, Coahuila. /

Voraz lector de El Libro Vaquero, su larga melena y el tono muscular de su cuerpo a pesar de los años, no lo alejan del personaje que durante más de tres décadas interpretó con religiosidad, y que aún hoy sigue al vestirse Malco, el sirviente del sumo sacerdote que colaboró en el arresto de Jesús, y al que se le atribuye el haber arrancado una oreja a Pedro.

Jesús Manuel García Hernández nació y creció en el barrio Jacobo Meyer, y él mismo se denomina como El Cristo Mariguano, toda vez que a los dieciséis años ya andaba loqueando por el mundo, pero su parecido con Jesús lo colocó en la piel del nazareno en los viacrucis que empezaron en la colonia San Joaquín y luego llegaron hasta el santuario del Cristo de las noas.

“Me utilizaban, yo era el Cristo Mariguano de la Jacobo Meyer, la hice de Cristo 39 años, ensayaba en San Joaquín, pero soy de la colonia Jacobo Meyer. Empecé cuando tenía 17 años, entré por unos amigos que me invitaron; siempre he tenido la greña larga y en ese tiempo andábamos de locos pero me invitaron, acepté, y se me quitó la loquera”.

Captado dentro de Revistas Arturo, negocio ubicado en la calle Ramos Arizpe frente a la parroquia de Guadalupe en el corazón del centro histórico de Torreón, Jesús apuntó que en la adolescencia su inquietud lo llevó a las apuestas y a la bebida con los amigos en los callejones. Así, vaguillo a los dieciséis, se sentía libre pero sin rumbo hasta que pudo más la invitación de unos camaradas que se juntaban en la iglesia.

Allí encontró espacio dentro de los ensayos que se realizaban previos a la procesión de cada año en Semana Santa, sin imaginar que en la celebración eucarística de la vida, muerte y resurrección de Cristo, le tocaría ser el foco de atención al personificar a su tocayo, ‘Yisus’.

“Andaba yo jugando a la baraja y tomando y me insistieron tanto que me aburrí y fui a ver qué pasaba, me invitaron y estuve; sí me gustó y seguimos 39 años y yo era de los que subía al Cerro de las Noas”.

Jesús Manuel García hoy es un lector consuetudinario de novelas en papel color sepia. Y no sólo las compra sino que además las revende o las cambia. Este inicio de semana gastó sólo 20 pesos porque hizo puro cambio. Acompañado por una niña que dice es su hija nieta, aseguró que seguiría las compras porque ella le pidió unos pollitos para llevar a casa.

En el relevo del personaje de su vida, dice que otro chico tomó su lugar, bien chavo el nuevo Cristo, aunque la hija de quien los patrocinó en el Viacrucis durante décadas, quiere hacer ahora una representación de la Pasión con puro muchacho porque la vida se renueva, aunque Jesús dice que tiene rato que no la ve.

“Este año no se hizo la representación pero en los años anteriores estuve tomando el papel de Malco para no hacerle sombra al Cristo. Soy lector de novelas del viejo oeste, novelillas antiguas, historias pasadas, desde hace 50 años que las veo. Sirven para entretenerse un momento. Yo vengo cada quince o veinte días.

“Estas que le di, las cambio por otras, y no nada más aquí sino en medio de La Alianza hay otro puestecito y también las cambian, ahí voy también. Son historias de Estados Unidos”, dice Jesús entre el rugir de los camiones, que ahora no tiene empleo pues al ser albañil se cayó la construcción en la pandemia, pero por fortuna tiene ya dos hijos que trabajan y lo apoyan.

EGO

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