A cuatro días del primer aniversario del sismo de magnitud 8.2 que sacudió a Oaxaca, la reconstrucción del mercado 5 de Septiembre en Juchitán no lleva ni 50 por ciento de avance, por lo que los 800 comerciantes que ahí vendían han tenido que adaptarse a las adversidades que representa instalarse en la plaza pública del municipio.
Atrás quedaron los locales de concreto con cortinas de aluminio, vitrinas con productos cuidadosamente acomodados y hasta la división de comerciantes por departamentos. Y es que luego de que el sismo del año pasado hizo polvo el mercado de Juchitán, al menos 200 comerciantes, de los 800 que eran, tuvieron que improvisar con tablas, lonas y cajas sus puestos de frutas, verduras, hortalizas, carnes y abarrotes.
Una de las afectadas es Marisela Valdimir, de 60 años, quien recuerda que aquella noche del 7 de septiembre su tienda quedó enterrada. Desde entonces, asegura, su economía no se ha podido recuperar y aunque fue una de las primeras en instalarse en la plaza, las ventas no son las mismas, recrimina.
El local que ella tenía se encontraba en el pasillo B, era un tienda de abarrotes de 4 por 2 metros. Vendía semillas, alimento para mascotas, productos enlatados, refresco, pan, y hasta cremería. Sin embargo, tras el sismo apenas y pudo sacar una que otra lata, bultos de frijoles y dos cajas de aceite. El resto quedo entre varillas, muros y techos colapsados.
“Ha sido complicado, después de tenerlo todo, nos quedamos sin nada. No obstante, hemos pasado un año aquí; expuestos al sol, a expensas de la lluvia, viento, polvo y hasta de los ladrones. Las ventas nunca se recuperaron y creo que jamás volveré a tener la cantidad de mercancía que ofrecía. Nos habían prometido que el mercado estaría listo en menos de seis meses, pero ya llevamos un año aquí y cada día que pasa la entrega de nuestro mercado se ve más lejos”.
De acuerdo con José Alfredo Martínez, administrador del mercado, el proceso de edificación se detuvo porque el estado no tenía los recursos necesarios para comenzar la reconstrucción y mucho menos para levantar uno nuevo.
Alfredo Martínez no solo es el administrador, al igual que doña Marisela, tenía una tienda de abarrotes transformado en un puestito de un metro cuadrado con productos de canasta básica. Él también perdió todo y estuvo a punto de dejar el comercio para irse a otro estado a buscar trabajo, pero siendo el líder del mercado, le fue difícil tomar esa decisión y prefirió quedarse con su gente.
“Cuando uno se queda sin nada, lo único que se quiere es salir corriendo a tratar de comenzar en otro lado. ¿Pero qué capitán abandona su nave cuando se está hundiendo? Solo el peor haría eso.
De acuerdo con el gobierno de Oaxaca la construcción de un nuevo mercado requeriría una inversión de 80 millones pesos. Sin embargo, gracias a dos fundaciones que prefieren quedar en el anonimato, se planteó reconstruir el edifico con la estructura que ya existe a un menor costo: 50 millones de pesos.
El plazo que les dieron a los a comerciantes para la entrega de las instalaciones está establecido para finales de octubre, pero desconfían otro incumplimiento y que el tiempo siga corriendo.
Es la mañana del miércoles 22 de agosto y como de costumbre Marisela llega a la base del kiosco de la plaza, deja su lona y va a darse una vuelta a las obras del mercado. Está vestida de Teca con su vestido floreado, huaraches y con el cabello trenzado, mira los escombros y dice: “Así como lo ve, los puros cimientos ya llevan tres meses. Veo el trabajo muy lento, lo que nos gustaría es que se incrementaran las labores. Que hubiera gente las 24 horas. No se dan cuenta es que hay bocas que se alimentaban de lo que ahí se vendía y tras el terremoto muchos se quedaron sin su fuente de ingresos y endeudadoss con los proveedores”.
José Alfredo cuenta que el retraso en la construcción del mercado no solo ha propiciado que los comerciantes se instalen en la plaza pública, sino que además ha orillado a los vendedores a establecerse en las principales calles del Centro Histórico, como es el caso de la avenida Benito Juárez, donde los restauranteros ya los ven como un problema.
“Llevamos un año bloqueándoles sus entradas y es obvio que estén enojados, sus ventas han bajado y la verdad es que también ensuciamos la imagen del centro, pero no es nuestra culpa y tampoco fue nuestra decisión que la ciudad quedara en ruinas”.
No solo el proyecto del mercado 5 de Septiembre tiene rezago, existen otros edificios públicos que tampoco han sido ni demolidos y mucho menos reconstruidos.
La presidenta municipal de Juchitán, Gloria Sánchez, cuenta que construcciones como el Palacio municipal, la iglesia de San Vicente Ferrer, la Casa de la Cultura, ni iglesia y la oficina del ayuntamiento tienen una intervención nula y que aunque quisieran decir cuánto costaría su reconstrucción, no pueden
“Esto ya no es nuestro Juchitán colorido, no tenemos mercado, no tenemos iglesia, no tenemos palacio municipal y nuestras casas siguen en ruinas; esto es como vivir en una pesadilla”, expresa.