Dan último adiós a Erick Andrade, pasante de medicina asesinado en Durango

Familiares y amigos se reunieron para despedir a Erick, recordando su buen sentido del humor y juguetón.

Familiares y amigos pasaron frente al féretro para cruzar las últimas palabras. (Especial)
Gilberto Lastra
Durango, Durango /

Sonó la banda en el funeral de Erick Andrade, pasante de medicina asesinado en la Clínica Integra de El Salto, Pueblo Nuevo, municipio de la Sierra Madre Occidental en Durango, el viernes por la tarde, a 100 kilómetros de la capital.

En la memoria de quienes lo conocieron, la vivacidad era su mayor rasgo. Buen sentido del humor y juguetón. Familiares y amigos pasaron frente al féretro para cruzar las últimas palabras, antes del entierro.

Hortensia Ávila sonríe al recordar que se nieto, Erick era leal a los amigos y su misión como galeno en Durango. Narra cuando su pequeña motocicleta de cuatro ruedas no funcionaba, y al sacarla de ‘puchón’ funcionaría.

“Tenía él una cuatrimoto, y no quería trabajar y me dice: ‘Abuelita, púchele a ver si arranca. Cuando ya arranque, usted se sube”, narró.

Su abuela recuerda con viveza, la promesa de Erick, que es una familia de médicos y ella no moriría. Su sueño siempre fue ser doctor y como sus demás parientes, cuidarla, pero a quince días de liberar su servicio social, lo asesinaron.

Eric se encontraba a gusto en el servicio social, la comunidad que atendía se encontraba a 40 minutos de El Salto, mensajeaba a Mar Menchaca, su amiga y compañera de generación. No había señales de alerta hasta ese momento. Los lugareños lo trasladaban de ‘rait’ desde la comunidad.

Mientras chateaban, en la mente de Menchaca, todos los recuerdos desde que comenzaron la carrera, se agolpaban.

Recuerda el discurso que ella escribió para la graduación, advertía sobre si regresar con un título profesional, o en un ataúd por acudir a comunidades serranas. Un jefe suyo, del que omitió el nombre, le pedía reconsiderar ese fragmento del texto por dramático. Pero le sucedió a Erick, su amigo.

Andrade tenía un sueño, le contó a Mar Menchaca, en una plática poco casual, pero que era importante para él crear no solamente su fuente de trabajo, sino también de sus compañeros.

aarp

LAS MÁS VISTAS

¿Ya tienes cuenta? Inicia sesión aquí.

Crea tu cuenta ¡GRATIS! para seguir leyendo

No te cuesta nada, únete al periodismo con carácter.

Hola, todavía no has validado tu correo electrónico

Para continuar leyendo da click en continuar.