Héctor Brauer sumerge una brocha en una mezcla de agua con pegamento que después pasa por un pedazo de papel que tiene una figura grabada y que adhiere a una pared del callejón Nicolás Flores, en el centro histórico de Pachuca.
De la puerta de una casa ubicada en este callejón, sale una mujer que se encuentra con Brauer, le sonríe y detrás de ella le sigue un niño, David, con un patín del diablo.
Así, poco a poco, más personas salen a la calle, a su callejón que hace un par de años solía ser más conocido por los actos delictivos cometidos en ese lugar y que ahora cuenta con luz, además de colores que han pintado los mismos vecinos. Plantas con flores y papalotes de colores que se han colgado para hacer sombra en una parte.
Sobre una mesa, un lienzo de cuero en el que se han grabado los escenarios de Pachuca: su Reloj Monumental, los cerros, las aves y las abejas, así como el río que mira Brauer con la mente, la imaginación y el corazón, que existe ahí, debajo de las calles.
“Uno mira, palpa y va reflejando en su obra instantes de la vida que, para mí es una visión, para otra persona, es otra, pero lo importante es que el arte se viva”, explica en un tono tranquilo, como el suave viento que se sintió recorrer por este callejón, la tarde de ayer viernes.
Así la gente festeja la visita del artista proveniente de Jalapa, Veracruz, y la mujer, quien fue la primera en salir, regresa al sitio para mostrar una mascada azul que realizó en un taller impartido por Brauer antes de que la pandemia de covid-19 encerrara a las personas y al arte durante dos años.
“Este es el primer ultrasonido de David”, expresa la mujer con una sonrisa. David continúa rodando su patín por la calle, mientras explica que cuando realizó ese lienzo, con ayuda de Brauer. “No sabía que estaba embarazada”, pero su corazón la hizo marcar en el pedazo de piel, una mujer con los brazos en alto, rodeada de un corazón y en medio una pequeña figura que se asemeja a un ángel, “así que ahí supe que el arte también está conectado a nosotros”, expuso la mujer con gran orgullo.
De esta forma, Graue expresa su visión de la obra en tela que ha llevado la mujer a la mesa de trabajo; “y conocí a muchas personas, y estaba en el vientre este chamaco y ahorita ya anda aquí, integrándose, así que las imágenes se hacen para ser vistas no solo por los ojos, sino por el corazón, con el alma y con todos los sentidos”, expresa el artista.
El Instituto Municipal para la Cultura de Pachuca indicó que este proyecto de rescate de los callejones es un proyecto contemplado desde el año pasado para recuperar espacios públicos y, hasta el momento, ya hay seis callejones, “ este espacio era adecuado para la delincuencia y teníamos altos índices de robo de autopartes, y tiene que ver con que la gente abandona sus espacios y es por eso que con estas actividades se logra la recuperación de estos lugares que son únicos en Pachuca” resaltó.
EHR